En la música, la angustia y la desigualdad son moneda corriente en las letras, pero hay artistas que logran nadar a contracorriente sin parecer forzados. Para David Gilmour, guitarrista y vocalista de Pink Floyd, ese caso excepcional tiene nombre propio: John Denver.
"Si miras a la mayoría de los buenos letristas, no hay muchas canciones felices. La tristeza tiene más potencia emocional", dijo Gilmour en una entrevista reflexionando sobre el tono general de las letras en el mundo del rock. Y sin embargo, al hablar de Denver, el guitarrista británico hizo una excepción notable: "John Denver intentó lo contrario, y de alguna manera, lo logró”.
En la era de los cantautores, donde la reflexión y la mirada introspectiva eran casi mandamientos, Denver eligió otra ruta: la del asombro por la naturaleza, el amor sin ataduras y la ternura sin cinismo. "Take Me Home", "Country Roads", "Annie’s Song" o "Thank God I’m a Country Boy" no evitan la emoción, pero tampoco se enredan en la oscuridad. Hay en ellas una alegría sincera que Gilmour supo reconocer como rara y valiosa.
La canción que a David Gilmour le hubiera gustado escribir
Ya sea como parte de Pink Floyd o en su faceta en solitario, Gilmour fue el responsable de decenas de canciones. Sin embargo, hay un track de otra persona que le gustaría haber escrito y no, no es de Denver. El tema es “Waterloo Sunset”, el primer single del quinto álbum de The Kinks, Something Else by the Kinks. El músico británico mencionó varias veces a la obra compuesta y producida por Ray Davies. “Para mí, la canción pop perfecta es ‘Waterloo Sunset’ de los Kinks. Me hubiera encantado haber escrito eso”, afirmó.