En 1992, la escena del rock se encontraba en un punto de ebullición palpable. Nirvana, con el éxito rotundo de Nevermind, había irrumpido en la industria mainstream, liderando el movimiento del grunge y desafiando el dominio del hard rock clásico representado por bandas como Guns N’ Roses.
Cobain odiaba a Guns N’ Roses
Cuando surgió la oportunidad de que el trío formado por Kurt Cobain, Krist Novoselic y Dave Grohl teloneara a los liderados por Axl Rose en su gira conjunta con Metallica, la tensión entre ambos bandos era insoportable.
Las diferencias eran evidentes y los separaba de forma contundente: Nirvana representaba la crudeza y la identidad underground, mientras que Guns N’ Roses encarnaba el glamour y la exuberancia del rock de estadio y el glam.
Dos posturas irreconciliables
Cobain criticaba abiertamente la música de GN’R, considerándola vacía y carente de contenido. Es por eso que una entrevista afirmó: “No somos el mismo tipo de banda que Guns N’ Roses, ellos no tienen nada que decir“.
Nirvana se definía por su rechazo a la industria y a sus valores comerciales, por lo que telonear a una banda tan popular y asociada al mercado discográfico como Guns N’ Roses iba en contra de sus principios.
A pesar de que Cobain dejó claro que no quería tener nada que ver con Rose y compañía, eso no impidió que Axl intentara a toda costa convencerlo de que aceptara. Así lo declaró Grohl en una ocasión (vía Far Out Magazine):
“Guns N’ Roses estaba a punto de hacer una gira multitudinaria por estadios con Metallica, y querían que fuéramos teloneros. Axl estuvo llamando a Kurt sin parar (…) Así que Kurt empezó a decir estupideces en las entrevistas y luego Axl empezó a retrucarlo. Era una discusión sin sentido”.