En la historia de AC/DC, la autenticidad y la consistencia siempre fueron dos pilares fundamentales que definieron su sonido. A finales de los años 80, los hermanos Young ya habían establecido un legado inquebrantable en el rock, convirtiéndose en una de las bandas más emblemáticas del género.
Lo que los hacía únicos era su capacidad para mantenerse fieles a su estilo sin ceder ante las tendencias musicales del momento. En un mundo donde las modas cambiaban rápidamente, el conjunto australiano optaba por seguir su propia visión musical, lo que les permitía competir de igual a igual con las mejores bandas de la época.
Su música, cargada de actitud y energía, no necesitaba adornos innecesarios. Con una fórmula sencilla y eficaz, combinaban guitarras eléctricas potentes, un bajo firme y una batería enérgica, sin la necesidad de experimentar con otros sonidos o instrumentos. Esto los convirtió en una banda única, a pesar de las críticas que apuntaban a su supuesto “sonido monótono”. Pero ellos sabían exactamente lo que querían: rock puro y directo.

El instrumento que nunca quisieron usar
Cuando se trató de trabajar con productores que intentaban introducir influencias externas en su música, AC/DC siempre mantuvo su postura firme. Uno de los episodios más emblemáticos de esta actitud se dio cuando el legendario productor Eddie Kramer intentó sugerir la inclusión de un piano en sus grabaciones.
A pesar de que Kramer había trabajado con grandes nombres del rock, su propuesta fue rechazada de plano. Según recuerda Far Out Magazine, Angus Young declaró que la palabra “piano” era un término casi “ofensivo” para ellos, ya que asociaban ese instrumento con un sonido demasiado clásico y alejado de la crudeza del rock and roll que ellos representaban.
A pesar de las sugerencias de incorporar elementos más sofisticados o experimentales, como sintetizadores o sonidos más suaves, AC/DC siempre se mantuvo fiel a su esencia: guitarras al frente, un ritmo abrasador y letras que reflejaban la vida de los rockeros en la carretera.