La carrera de los hermanos Coen es una de las más importantes del cine contemporáneo. Los cineastas comenzaron a filmar en los años 80 y formaron un estilo cinematográfico signado por la comedia negra, el policial y la creación de personajes desconcertantes. Los hermanos son los responsables de grandes títulos del cine reciente como El gran Lebowski, Raising Arizona, Fargo, Sin lugar para los débiles y más. Durante los 90 y los 2000 alcanzaron su pico más alto de producción y se convirtieron en directores respetados por la crítica y celebrados por el público masivo y el cinéfilo.
Esta filmografía prolífica, versátil y de culto tuvo su comienzo en 1984 con la película Blood Simple. Este film -que se conoció en Hispanoamérica como Simplemente sangre- cuenta la historia de un hombre que contrata un investigador privado para asesinar a su esposa y su amante. La cinta estuvo dirigida por Joel Coen mientras que el guion estuvo a cargo de los dos hermanos. Además, significó el debut cinematográfico de Frances McDormand, quien compartió elenco con John Getz, Dan Hedaya y M. Emmet Walsh, entre otros.
Un film importante pero no muy bueno
Joel Coen habló sobre esta obra para el libro My First Movie: Twenty Celebrated Directors Talk About Their First Film (vía IndieWire) y reveló que la considera “mala”, aunque puede valorar la importancia iniciática que tuvo en su carrera: “Por otro lado, se confunde con el proceso en sí mismo de hacer una película y terminarla, lo cual fue una experiencia positiva sin dudas. De esta manera, nunca terminas de divorciarte. Así que no sé. Es una película por la que tengo cierto afecto pero creo que es bastante mala”, fueron las palabras del director.
Blood Simple fue un inicio tímido pero sólido para la filmografía: fue presentada en el Festival de Cine de Sundance y, si bien no logró impactar en la taquilla y fue realizada de manera independiente, la película fue el puntapié para presentar la obra de los Coen en el panorama del cine estadounidense.