El papel que ocupó Syd Barrett en la historia de Pink Floyd fue breve pero indispensable. Después de que el segundo disco del grupo los pusiera bajo la lupa del mundo entero, el cantante ya no podía seguir liderando la banda conformada por Nick Mason, Richard Wright, Roger Waters y el recién llegado David Gilmour. No por problemas de adaptación ni por falta de capacidad, talento le sobraba, sino porque enfrentaba serios problemas con las drogas, principalmente con LSD.
En abril de 1968, el frontman finalmente dejó la banda con dos discos como legado: The Piper at the Gates of Dawn (1967) y A Saucerful of Secrets (1968), los cuales sentaron las bases del rock progresivo, algo en lo que posteriormente Pink Floyd ahondaría y explotaría hasta su máxima expresión, transformándolos en uno de los mayores representantes del género.
Luego de eso, el cantante lanzó dos discos en solitario con la ayuda de sus excompañeros en la producción: The Madcap Laughs y Barrett, pero no tuvieron mucha repercusión. Con el tiempo, su figura se fue desdibujando y su relación con los Floyd, a pesar de no estar peleados, se hizo más distante.
¿Cuál era la canción favorita de Barrett?
Según recuerda su hermana, muy rara vez escuchaba a la banda que ayudó a fundar. Todo lo que sonaba en el estéreo del músico retirado era los Rolling Stones, Booket-T y algunos compositores clásicos. Aún así, volvió a escucharlos en 2001 cuando vio el documental realizado por el ciclo BBC Omnibus sobre su exgrupo, para la misma época que salía Echoes: The Best of Pink Floyd.
Al parecer, Barrett no le dio mucha importancia a la producción audiovisual, la que describió como “un poco ruidosa”. Pero hubo algo que a Syd lo conmovió: volver a escuchar su canción favorita de Pink Floyd, “See Emily Play”. El tema hablaba de una chica llamada Emily, a la que Barret afirmaba haber conocido en una visión mientras dormía en un bosque bajo los efectos de drogas psicodélicas.
¿Quién era Emily?
La joven, de acuerdo al libro A Saucerful of Secrets: The Pink Floyd Odyssey de Nicholas Schaffner, era en realidad Emily Young -hija del escritor Wayland Hilton Young-, a la que conocían con el apodo de “la colegiala psicodélica” en el club UFO que el vocalista frecuentaba. De alguna forma esta teoría llegó a los oídos de Young, quien en una entrevista recordó sus días en el famoso antro junto a los miembros de lo que posteriormente sería Pink Floyd.
“La banda frecuente del lugar era The Pink Floyd Sound”, recalcó. “A mí me interesaba más el R&B, así que no le prestaba mucha atención a sus hippeadas, aunque admito que eran interesantes. Su show de luces era increíble, por lo que me gustaba drogarme y bailar. Después que terminaban de tocar nos sentábamos en sillones grises a fumar porros”.
A pesar de todo lo que relató, Emily negó ser la chica de la canción. “Al principio pensé: ‘¡qué bueno, una canción con mi nombre!’, pero nunca creí que se tratara de mí. No lo creo porque Syd y yo nunca tuvimos una relación amorosa y, en realidad, él tampoco me conocía muy bien. Pudo haber sido cualquier chica que apareció en sus sueños. Pudo haber sido una Jenny, pero Emily encajaba mejor”, finalizó.