Es la década del 90 y el grunge se expande como un agujero negro. Bandas como Depeche Mode integran guitarras oscuras a su sonido. PJ Harvey, Fugazi y Nirvana quieren a Steve Albini como productor, porque quieren sonar como los Pixies y The Breeders. Radiohead y Slowdive se inspiran en el mismo programa de comedia para nombrar a sus discos.
Muchos elementos aparentemente dispersos se conjugan en algo que de casual no tiene nada: 1993 fue un año dorado para el rock alternativo.
Fugazi – In on the Kill Taker
Dischord
Ferozmente independientes, Fugazi se convirtió en introducción y leyenda del DIY para generaciones. En busca de un sonido distinto, fueron para In on the Kill Taker con uno de los productores estrella de la época: Steve Albini, admirado por muchos músicos por su trabajo con los Pixies y productor de muchos otros discos importantes de 1993. Sin embargo, a la banda no le convencía el resultado, por lo que volvieron a grabarlo con Ted Nicely, un productor que ya había trabajado con ellos en varias ocasiones.
El resultado es evidente desde los primeros minutos del disco. “Public Witness Program” irrumpe con guitarras cargadas, una percusión agónica y un bajo que insiste en llevar adelante la misión. Enseguida, la banda cambia de ritmo con “Returning the Screw”, que se contiene en dos minutos de lentitud hasta volver a estallar. Todos estos ajustes de la aguja lograron que, sin un equipo de publicistas u otro recurso que no fuera el boca a boca, Fugazi apareciera por primera vez en el ranking de Billboard -puesto número 154- tras vender 175.000 copias de su álbum.
PJ Harvey – Rid of Me
Island
Se rumorea que el segundo disco de PJ Harvey es una consecuencia directa del primero. Es decir, una descarga de la fatiga de girar, de la angustia del rechazo, del hambre. La naturalidad es el concepto clave para Rid of Me, sonido para el que esta artista también consideraba que Albini sería el productor perfecto.
Su austeridad y sencillez logran una contundencia que sería imposible por otros medios. Esto es especialmente evidente en la primera canción que da nombre al disco, con sus cuerdas muteadas y la voz de Polly Jean en primera plana, tan tentadora como tenebrosa (quizás una cosa gracias a la otra). La tensión acecha, persistente, hasta estallar en retorcidos violines, órganos y chelos que Harvey agregó a su repertorio y lograron que sus canciones fueran tildadas de arte performático.
Morphine – Cure for Pain
Rykodisc
Una sola línea del bajo de dos cuerdas fabricado por Mark Sandman, una sola melodía entonada por su voz gravísima, la forma en que estos elementos se enamoran el uno del otro sobre el registro de un saxo visceral y grandioso. Todo el entramado de Cure for Pain parece insistir en la idea de que el amor es el sexo, el sexo es la muerte y en ellos está la salvación.
A pesar de que en vivo Morphine siempre fue un trío -batería, saxo, bajo y voz-, para este disco sumaron guitarras, piano y un órgano eléctrico. El encuentro con el diablo narrado en “Buena”, la cadencia de los vientos que se repite y no cansa en “A Head with Wings” y el himno masoquista de “In Spite of Me” llegaron a constituir los clásicos de una banda que se distinguió sin esfuerzo de sus contemporáneos.
Nirvana – In Utero
DGC
El tercer y último álbum editado por Nirvana implicó un sonido algo más crudo y oscuro que los anteriores, Bleach y Nevermind, y trajo consigo nuevos himnos del grunge como “Rape Me” y “All Apologies”. Su nombre probablemente estuviera relacionado con la reciente paternidad de Cobain, quien mencionó en una entrevista que quería trabajar con Albini como productor por lo que había hecho con dos de sus discos preferidos, Pod de The Breeders y Surfer Rosa de los Pixies. Su influencia se notaría en el recurso de sonar fuerte-tranquilo-fuerte (“loud-quiet-loud”), subiendo y bajando la intensidad varias veces en una misma canción.
El disco llegó a ser el número uno de Billboard 200, certificado cinco veces con disco de platino por la RIAA, y vendió más de quince millones de copias a nivel mundial. Toda esta popularidad colmó el vaso para Cobain, que había llegado a este punto de su carrera con una fuerte postura en contra del éxito comercial.
The Breeders – Last Splash
4AD / Elektra Records
Después de tres años de carrera y un primer disco prometedor, The Breeders conjugó todo su potencial en Last Splash. Lo que en un principio había sido un proyecto paralelo de Pixies para Kim Deal, con este disco se volvería su foco principal, algo que ya podemos deducir de la intro del primer single del disco, “Cannonball”. Algunos creen que es un guiño al principio de “Where is My Mind?”, pero esta vez nadie interrumpe su canto. Lo que sigue es una línea de bajo irresistible -con un récord de tutoriales en YouTube– que inaugura una de las más canónicas canciones de los 90.
Las voces de las hermanas Deal encuentran los poderes narcóticos de la armonía de sangre en otros hits como “Divine Hammer”. “No Aloha” envuelve una melodía playera relajada en guitarras ruidosas, con la frescura y desparpajo que lograron que todos los otros músicos de la época buscaran a Albini para sonar como The Breeders (y los Pixies). Para homenajear el aniversario del disco, la banda lo editó nuevamente desde las cintas originales. Algunas canciones allí incluidas no habían visto la luz en 1993, como “Go Man Go” y “Divine Mascis”, que es una versión de “Divine Hammer” con la voz del cantante de Dinosaur Jr., J Mascis.
Slowdive – Souvlaki
Creation
En una década plagada de artistas encandilados con el grunge, Slowdive se sumó al volantazo hacia el shoegaze y dream pop que daban grupos como Galaxie 500, My Bloody Valentine y Cocteau Twins. El título de su disco -que se convertiría en una obra maestra del género– salió de The Jerky Boys, un programa neoyorkino en el que hacían bromas por teléfono. En un episodio, llamaron a un hotel donde el encargado era griego y el comediante le dijo: “A mi mujer le encanta esa mierda griega, ella chupa la pija como souvlaki” (una comida callejera muy popular en Grecia con cordero).
La fuerte entrada electrónica del álbum en canciones como “Sing” y “Here She Comes” se debe en gran parte a la colaboración con Brian Eno, a quien la banda apuntó como productor. Eno los rechazó, pero no del todo y terminó colaborando en algunas sesiones de grabación. Este trabajo en conjunto desembocó en un renovado cariño del guitarrista Neil Halstead por artistas como Aphex Twin y la música dub.
Radiohead – Pablo Honey
Parlophone / Capitol
Con el paso del tiempo, puede que Pablo Honey se haya convertido en un elemento atesorado solo por los fans más fervorosos de Radiohead, obedeciendo al carácter caprichoso de todo coleccionista. En el extremo opuesto, también puede ser el único punto de contacto con la banda para quienes solo conocen su mayor éxito, “Creep”. Curiosamente, el nombre de este disco también estuvo inspirado en el programa de chistes telefónicos The Jerky Boys, en un episodio en el que uno de los comediantes se hace pasar por la madre de la víctima y le dice “Pablo, cariño (Pablo, honey), por favor vení a Florida”.
Treinta años después, tenemos la suerte de que el debut -que denota muy poco de la originalidad y el genio que ahora los distingue- no se convirtió en destino. Lo que parecía que iba a ser solo otra banda de rock alternativo con letras sobre odiarse a uno mismo, en unos años orientaría su brújula hacia el camino de la electrónica y la experimentación, para ganarse un lugar en el firmamento de las mejores bandas de su tiempo.
New Order – Republic
CentreDate Co Ltd / London Recordings
En el libro Substance: Inside New Order, el bajista Peter Hook escribió que “tener que crear un álbum por razones puramente financieras es la muerte de la creatividad”. La canción “Chemical” da algunos índices de la angustiante situación que rodeaba la composición de este disco: “This is how it feels to be on the payroll company/ Your every scene is in the round, and the men are falling down”.
Republic fue engendrado como el salvavidas financiero para el sello y el club de la banda, Factory Records y The Haçienda. Se convirtió en el segundo álbum consecutivo de New Order en encabezar la lista de álbumes del Reino Unido, pero no logró salvar al sello. Aunque esta situación hace que varios de sus integrantes recuerden al disco con amargura, los primeros cuatro minutos y ocho segundos le dan propósito y fundamento: “Regret” pasaría a convertirse en una de las canciones más populares de su larga carrera, y un paso definitivo hacia el pop de sintetizadores alejado de cualquier rastro de su parentesco con Joy Division.
Depeche Mode – Songs of Faith and Devotion
Mute
También influenciados por la popularidad del grunge en su momento, Depeche Mode se alejó de los sintetizadores para acercarse al rock de guitarras, pero este no es el único elemento novedoso en Songs of Faith and Devotion: escuchamos coros estilo gospel en “Condemnation”, y a un Dave Gahan más desnudo y humano en su forma de cantar. En su octavo álbum, la banda sigue sus impulsos sin reparos ni margen de error.
Todo llevaría a pensar que un disco que se llama “Canciones de fe y devoción”, con coros angelicales y una canción que se llama “Judas”, exploraría el concepto de religiosidad. Pero, siguiendo con la línea que insinuaba la letra de “Personal Jesus”, la banda inglesa no recorre grandes conceptos heredados de nadie, sino que sigue sus propias reglas.
Björk – Debut
Little Indian / Elektra
Como su nombre indica, Debut es el primer disco solista de la islandesa Björk tras dejar la banda The Sugarcubes. Después de mudarse a Londres para empezar esta nueva etapa de su carrera, dio con una mezcla inimitable de folk oriental, jazz y sonidos electrónicos que empezaban a cundir en el Reino Unido. Esta influencia aparecería en primer plano en canciones como “There’s More to Life Than This” (grabada en los baños de un bar ya desaparecido). El golpe fue tan acertado que algunas canciones como “Venus as a Boy” y “Human Behaviour” siguen entre las más populares después de treinta años de carrera.
Su discográfica tuvo que esmerarse para seguir el ritmo con el que crecía la demanda de este álbum, que llegó a estar tercero en la lista de discos del Reino Unido. El acercamiento a la electrónica, sin embargo, no fue tan bien recibido por la crítica en su momento, con la Rolling Stone considerando que esos “artilugios electrónicos baratos” no le hacían justicia a su voz y su talento “ferozmente conceptual”.