Entre 1966 y 1968 surgió en los Estados Unidos un movimiento musical variopinto y vanguardista como nunca había sucedido dentro de la historia de la música popular del país. Este grupo fue producto de la evolución de la contracultura psicodélica impulsada desde fines de los años 50 por un grupo intelectual centrado en la ciudad San Francisco, y formado por escritores y poetas como Allen Ginsberg, Jack Kerouac, Ken Kesey y el psicólogo Timothy Leary, que se convertirían en figuras clave en la unión de la contracultura del LSD y el incipiente rock.
La explosión musical tuvo lugar en tres estados: California, Nueva York y San Francisco. En Nueva York, la movida folk centrada alrededor de Greenwich Village y Bob Dylan comenzó a trasladarse al East Village, donde confluyeron con pintores, músicos y cineastas de vanguardia. En ese contexto surgió la Factory de Andy Warhol, donde artistas musicales como The Velvet Underground o la alemana Nico se complementaron con el arte que fluía por la calle 47 de Nueva York. También otros artistas del folk captaron el clima de época y decidieron electrificarse, como es el caso de Simon & Garfunkel en su disco de 1966, Parsley, Sage, Rosemary and Thyme.
California, por su parte, comenzaba una transición del folk hacia la psicodelia, buscando hacer pie en armonías y melodías del oriente, la música barroca del siglo XIX y el country. The Byrds, por ejemplo, pasó de ser un grupo folk a componer la que se considera que es la primera canción psicodélica de la historia, “Eight Miles High“, antes de experimentar con la fusión del country y el rock en su disco de 1968, Sweetheart of the Rodeo. También en California, bandas como The Doors entrarían en contacto con la literatura vanguardista de los simbolistas del siglo XIX y las vanguardias artísticas europeas del siglo XX.
Pero fue la aparición de Pet Sounds de The Beach Boys en 1966 que cambió para siempre la forma de producir música, utilizando el estudio como un laboratorio de experimentación y actualizando el legado de la música barroca en sus armonías y melodías. Durante toda la década de los 60, California se destacó por contar algunos de los mejores estudios de grabación, productores de primer nivel y los artistas que más experimentaban en el estudio, en especial grupos de vanguardia como Strawberry Alarm Clock y la West Coast Experimental Pop Art Band.
La escena de San Francisco centrada en el barrio de Haight-Ashbury convirtió a la ciudad en el epicentro de la contracultura. De la convivencia en casas y departamentos de distintas comunidades de artistas surgieron bandas como Grateful Dead, Jefferson Airplane, Janis Joplin y su grupo la Big Brother and the Holding Company. El Fillmore West era el lugar más popular para ver música en vivo y experimentar con los tests de LSD de Ken Kesey y su pandilla los Merry Pranksters (los “Alegres Bromistas”). Los músicos locales no estaban tan interesados en la producción como sucedía en California, sino más bien en la improvisación y la influencia del jazz.
Mención aparte merece la movida de rock garage encabezada por bandas como The Sonics, The Chocolate Watchband, The Seeds o MC5, provenientes de lugares como California, Austin, Oregon y Detroit. Estos grupos formaron una escena sonora, pero el potencial de su legado no llegaría hasta 1969, cuando los MC5 publicaron su primer disco y definieron la puerta de entrada a lo que más tarde sería el punk.
A continuación, en Indie Hoy seleccionamos diez discos relevantes para comprender los cambios musicales que se dieron en Estados Unidos entre 1966 y 1968, y una playlist con 150 canciones de esos años.
10. The Mamas and the Papas – If You Can Believe Your Eyes and Ears
1966 – Dunhill
El álbum debut de The Mamas and the Papas es un manifiesto artístico que condensa los deseos y anhelos de la generación de los 60 y el legado de los escritores Beatniks. La banda de California estableció las bases del espíritu rockero libre, viajero y soñador que se imponía a la cruda realidad. Su himno, “California Dreamin’“, fue escrito en el frío invierno de Nueva York que pasaron Joan y Michelle Phillips, añorando el clima cálido de California. La producción de las voces de Lou Adler es impecable y sentó las bases del sunshine pop que más tarde explotarían muchos músicos californianos.
9. Simon & Garfunkel – Parsley, Sage, Rosemary and Thyme
1966 – Columbia Records
El dúo neoyorquino empujó los límites de la movida folk del Greenwich Village con canciones que mapeaban las contradicciones que plagan al sistema norteamericano. La vida es un viaje que te puede llevar por la ruta 66 a descubrir un nuevo mundo y al mismo tiempo al primer McDonald’s emplazado en Estados Unidos. Paul Simon y Art Garfunkel invocaban fantasía y existencialismo, como queda reflejado en la reversión de una canción del siglo XVI de autor anónimo titulada “Scarborough Fair/Canticle“, o en la de su propia autoría titulada “Flowers Never Bend with the Rainfull“. Parsley, Sage, Rosemary and Thyme es un disco que sintetiza las enseñanzas y lecciones que vivió la clase media norteamericana blanca de los años 60, en un momento de transición en el que cuestionaron sus valores y tradiciones heredadas.
8. Buffalo Springfield – Buffalo Springfield
1966 – Atco Records
Buffalo Springfield fue una banda que tocaba frecuentemente en el club Whisky a Go Goco y que tenía un importante prontuario por problemas con las autoridades y las drogas. Encabezado por Stephen Stills y Neil Young, el grupo partió del folk para experimentar con sonidos psicodélicos en canciones que retrataban el espíritu de revolución cultural de la época, como “Nowadays Clancy Can’t Even Sing” y “For What It’s Worth“. De hecho, esa última surgió como respuesta a los disturbios en Sunset Strip, Hollywood, desatados por un toque de queda fijado por la autoridades que arrojó como detenidos a actores como Jack Nicholson y Peter Fonda.
7. Bob Dylan – Blonde on Blonde
1966 – Columbia Records
Luego de traicionar los valores tradicionales del folk con su disco eléctrico de 1965, Highway 61 Revisited, Bob Dylan demostraría su capacidad holística para crear canciones con letras y melodías potentes. Blonde on Blonde, su primer disco doble, es un retrato de personajes populares de la contracultura, como es el caso de “I Want You” -en donde hace referencia a Brian Jones de los Rolling Stones-, o “Visions of Johanna” -con sus guiños a los personajes que Jack Kerouac también describió en sus novelas-. Este sería el último disco de Dylan antes de sufrir un grave accidente automovilístico que lo apartó de la escena y los shows en vivo por varios años.
6. Big Brother and the Holding Company – Cheap Thrills
1968 – Columbia Records
El segundo disco de la banda liderada por Janis Joplin toma el espíritu del blues y el soul para convertirlo en una zapada infinita y lisérgica. Cheap Thrills es una fotografía perfecta del panorama artístico de San Francisco, usando la improvisación y la experimentación como puntos de partida. El álbum alcanza puntos altos en sus reinterpretaciones de clásicos como “Summertime“, “Ball and Chain” y “Piece of My Heart“, esta última considerada una de las mejores canciones en la historia del rock estadounidense.
5. The Byrds – Sweetheart of the Rodeo
1968 – Columbia Records
Luego de experimentar con el folk psicodélico y tras la salida del cantante y guitarrista David Crospby de la banda, The Byrds dieron un salto de valentía artística al viajar a Nashville para grabar su sexto disco de estudio. Con la incorporación de Gram Parsons en guitarra y piano, y el talento melódico del cantante Roger McGuinn, Sweetheart of the Rodeo sentaría las bases del country rock moderno, revitalizando la popularidad del género country dentro de la cultura rock. Se destacan canciones sublimes como “You Ain’t Goin’ Nowhere“, “The Christian Life” y “Nothing Was Delivered” en un disco que, en el pleno apogeo de la psicodelia, hizo que muchos jóvenes oyentes y músicos volvieran a las raíces musicales norteamericanas. Incluso Bob Dylan, que siempre había sido una influencia para la banda, notó el potencial del disco y continuaría en esa misma línea en 1969 con Nashville Skyline, uno de los discos más fuertes de su carrera.
4. The Velvet Underground – The Velvet Underground & Nico
1967 – Verve Records
En los años 60, Nueva York y el East Village eran lugares más sórdidos y alienados que California o San Francisco. En ese contexto, The Velvet Underground buscaría el lado más salvaje del espíritu del rock and roll, influenciados también por la literatura masoquista y erótica del escritor austríaco Leopold Von Sacher-Masoch. El resultado sería un disco emblemático para la cultura rock, con una atmósfera cruda y descontrolada en canciones como “Venus in Furs” y “Heroin“, que empujaron los límites de los lenguajes explorados por el género hasta ese entonces. Con su icónica portada, The Velvet Underground & Nico se volvería un hito en la historia de la música y una muestra perfecta de la fusión entre rock y vanguardia artística.
3. The Jimi Hendrix Experience – Electric Ladyland
1968 – Reprise / Track Records
Luego de colonizar la cultura rock inglesa, Jimi Hendrix volvió a su tierra natal para grabar parte de su tercer disco en Nueva York. El resultado es uno de los mejores discos de la historia del rock estadounidense, como lo muestran canciones como “Voodoo Child“, “Crosstown Traffic” y “All Along the Watchtower“, un cover de Bob Dylan que muchos han nombrado como mejor que la original. Electric Ladyland sería el epíteto final de un músico que desbordó los límites sonoros de la cultura rock, fusionando estilos y ritmos del jazz, como más tarde el rock progresivo seguiría explorando en los años 70.
2. The Doors – The Doors
1967 – Elektra Records
Los primeros minutos del disco debut de The Doors marcaron un antes y un después en la historia del rock estadounidense. El primer álbum de la banda californiana fue una declaración potente, luminosa y oscura en partes iguales, que abrió las puertas a la influencia de las vanguardias como la literatura simbolista y el arte dadaísta. Hay en sus canciones una forma de entender a la música como un mito que encierra en sí mismo a algunos de los conceptos más fuertes del ser humano, como el amor, la locura y la muerte. El cierre del disco con “The End” anticiparía el destino trágico de Jim Morrison y otros iconos de los años 60 como Brian Jones y Janis Joplin. También puede ser visto como el punto de partida de la actitud punk, ceremonial y contestataria que el rock podía ofrecer, y que hizo mella en numerosos artistas en las décadas venideras.
1. The Beach Boys – Pet Sounds
1966 – Capital Records
Pet Sounds inaugura una visión de la música pop como el espacio en donde lo clásico y lo moderno podían convivir y crear algo nuevo. Es un disco que encierra los sueños y miedos de Brian Wilson, quien había dejado las giras junto a The Beach Boys para encerrarse en el estudio. El resultado sería una obra que también sintetizó la capacidad que tenían las bandas estadounidenses de los 60 para lograr notables armonías vocales. Se destacan canciones como “Wouldn’t It Be Nice“, “That’s Not Me” y “God Only Knows“, pero su principal aporte es haber popularizado la idea de un disco como una suerte de ópera de bolsillo, una obra musical con conceptos y experimentación. Esta sería una influencia clave para The Beatles en el desarrollo de su clásico disco Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, publicado un año después de Pet Sounds.