Mañana se cumplen veinte años del lanzamiento de Parklife, el tercer álbum de estudio de la banda integrada por Damon Albarn, Graham Coxon, Alex James y Dave Rowntree. El disco fue publicado el 25 de abril de 1994, bajo la difusión del sello Food Records -que en ese entonces pertenecía a EMI-, y producido por el gran Stephen Street, quien también participó en la producción de los dos discos anteriores de Blur, además de haber trabajado con The Smiths.
25 de abril de 1994. Faltaba menos de un mes para que Tony Blair asumiera el liderazgo del Partido Laborista -un poco accidentalmente-, debido al infarto sufrido por el escocés John Smith. Se iniciaba así un período en la historia de Inglaterra que se consolidaría a partir de la asunción del mismo Blair como Primer Ministro, en 1997. Los ingleses no se imaginaban qué les esperaba, cultural, política y socialmente. El madchester, como estilo, ya se había agotado; Blur, aún habiendo grabado dos discos más que interesantes, no lograba posicionarse en los primeros puestos de las listas británicas (Leisure, de 1991, alcanzó el puesto número 7, y Modern Life is Rubbish se ubicó en el número 15). Algunos denominaron a los primeros años de la década del noventa como la “etapa grunge” del Reino Unido, por cierta “invasión” cultural que estaba sufriendo la Isla, debido a la explosión musical que acontecía en Seattle y que Estados Unidos exportaba. Nirvana ya había grabado dos discos: Nevermind (1991), e In Utero (1993), uno de ellos, de los mejores de la historia del Rock, lo cual preocupaba bastante no sólo a jóvenes como Damon Albarn, sino también a la prensa musical británica, acostumbrada a oficiar de vanguardia teórica: Melody Maker, New Musical Express, por nombrar sólo algunos de los clásicos medios musicales, habían marcado a más de una generación de críticos, ubicándolos en un privilegiado lugar dentro de la escena pop-artie. El creciente auge de la cultura grunge desorientaba a estos periodistas, quienes no sabían cómo reaccionar, ya que el eje se trasladaba hacia el otro lado del charco, lo cual les restaba poder de influencia.
Este descontento generalizado encontró en Blur, y principalmente en Parklife, la convergencia lírica, musical y estética que Inglaterra necesitaba en ese momento (1994) para “frenar” aquello que se percibía como una invasión, permitiendo a la cultura musical británica reivindicarse como heredera de una tradición fundante del rock.
El tema de las “invasiones culturales” es curioso. Ya en los años sesenta había ocurrido algo similar, pero exactamente al revés. Estados Unidos “sufría” la irrupción de bandas como The Beatles, The Animals, The Who, The Rolling Stones, y esto quedó plasmado en la famosa transmisión de 1964 de The Beatles en The Ed Sullivan Show, acontecimiento que los periodistas norteamericanos identificaron como el comienzo de la invasión británica.
PARKLIFE, EL INICIO DEL BRITPOP
Parklife significó el verdadero inicio del Britpop, entendido como un fenómeno cultural que trascendió lo estrictamente musical para convertirse en la estetización sonora y lírica de acontecimientos sociales que latían en el seno del Reino Unido: la transformación político-cultural ocurrida en Inglaterra debido a la transición de un gobierno conservador a otro… menos conservador; pongámoslo así.
Es notoria la influencia que ejerció en las letras de Damon Albarn la banda The Kinks. Canciones como “Johnny Thunder” o la misma “The Village Green People and Preservation Society”, del gran álbum homónimo, introdujeron imágenes y temáticas que, aunque fueran resignificadas por Blur, debido al disímil contexto histórico, mantuvieron una vinculación imaginaria con las letras de Parklife, que se mostraron realmente críticas con los hábitos de vida norteamericanos que estaban consolidándose en Inglaterra. Las ironías de Damon apuntaban al achatamiento cultural que sufría su sociedad, y el enemigo era el “invasor”, que casualmente amenazaba con discos increíbles, como los de Nirvana. Pero no hay que caer en la tentación de enfrentar a ambas bandas, tal como pretendió cierta prensa berreta que incentivó las diatribas. Las letras de Damon Albarn y las lúgubres atmósferas diseñadas por Kurt Cobain fueron y siguen siendo totalmente compatibles, constituyendo ambas una crítica desgarradora a los tiempos que se vivían y que se venían. Una crítica más política que politizada, más cultural que política, y por eso mucho más interesante y original que el arte de aquellos que subordinan la música a la crítica, considerándola solamente un medio para la consecución de un fin.
El disco comienza con “Girls and Boys”, canción que tiene una de las mejores líneas de bajo. Las guitarras de Graham patean cabezas, como siempre, fiel a su estilo: trabado, roto, séptimo, desquiciado, voladísimo. La extraña mezcla de un groove electrónico con guitarras que rompen pero sin dejar de acompañar, junto al fraseo pop-irónico de Damon, convirtieron a esta canción en un hit indiscutible; a tal punto que Tom Yorke declaró alguna vez que le hubiese gustado haberlo creado.
Abulia, aburrimiento, apatía, desencanto, son algunos de los colores que salpica Albarn en “Tracy Jacks”, admirable pieza donde hay elementos del post punk, con un bajo otra vez bien arriba, y unas guitarras en formato pared. La mano de derecha de Graham Coxon posee una magia particular, lo sabemos, y en esta canción se destaca, mientras Damon canta: “Every day he got closer, he knew in his heart he was over. I’d love to stay here and be normal, but it’s just so overrated…”
“End of a Century” es un manifiesto. Si en alguna canción del álbum se condensa el espíritu de la década, es en esta composición, y como el disco en su totalidad es la mejor expresión (léase crítica) cultural de los noventa -junto con Different Class de Pulp-, es esperable que contenga una brillante crónica musical acerca del fin de siglo: “Good morning tv. You’re looking so healthy…”; “Sex on the tv. Everybody’s at it “. Es que la cultura de los años noventa fue profundamente radical respecto de las prácticas vanguardistas y los anhelos libertarios de los años sesenta y setenta. Se consiguieron ciertas libertades, pero algo no andaba bien; algunas cosas no terminaban de encajar en el esquema de vida que Fukuyama y tantos otros proponían: fin de las ideologías, consumo hedonista, veinticuatro horas de televisión, trabajo precario, ideas débiles, shopping-centers…
Blur no fue la única banda permeable a estos temas, pero sí fue la primera en escribir canciones sobre ese fenómeno que empezaba a dar sus primeros pasos, lo cual les atribuye un importante grado de sensibilidad estética respecto del acontecer social de la época, porque se anticiparon -al mismo tiempo que creaban- al britpop. Si bien este tipo de música (y de cultura) no es puramente original, ya que mucho le debe a The Beatles y a The Kinks, al movimiento mod y al post punk, como así también al madchester y a The Charlatans, Pulp, The Stone Roses, bandas que influyeron a todos los grupos del britpop, la particular situación histórica de comienzos de los noventa no encontraba en Inglaterra a una banda que expresara el cambio que estaba sucediendo. Por eso este disco es el quiebre, el momento a partir del cual jóvenes, músicos, periodistas y common people en general, empezaban a darse cuenta de la inercia en la cual estaban inmersos.
“Parklife” es otra de las canciones que contiene esa conceptualidad. La burla y la satirización que Damon profesa son siempre acompañadas con humor. A diferencia de la impresionante y expresionista dramaturgia mortífera de Nirvana, Blur recurre a la estética del humor resignado, abúlico y despectivo. Phil Daniels, protagonista de la clásica película del movimiento mod, “Quadrophenia”, basada en el homónimo disco de The Who, es la voz del monólogo que se encuentra al comienzo y que de tanto en tanto reaparece. Otra vez Graham Coxon se luce con unas guitarras y arreglos extraordinarios; sostenidas las primeras y boogie rockers los segundos. Los coros de esta canción nos conducen nuevamente a The Village Green People and Preservation Society.
“Bank Holiday” sigue la misma intencionalidad lírica, pero en esta pista hay mucho punk: gritos, una rítmica que golpea y sacude. La misma fórmula se repite al poner en cuestión la vida aburrida del dinero, del trabajo y la cotidianidad consumista.
“Badhead” es una excelente pieza. La producción de Stephen Street se hace notar. Si sustituimos por un instante la voz de Damon e imaginamos a Morrissey cantándola, estamos ante una canción de los Smiths. Sin embargo, la impronta de Blur está presente en cada arreglo, así como en su letra.
Si hasta aquí la pereza, el aburrimiento y la crítica a esa vida consumada constituían los principales temas abordados por Albarn, en “The Debt Collector” se suspenden las letras para que la música hable por sí misma: circense y distraída, esta pequeña pista de apenas poco más de dos minutos pareciera haber sido parte necesaria del viaje, al igual que “Far Out“, compuesta por Alex James, que se mantiene circense pero que posee a una galáctica letra.
La singular “To the End” se aparta ostensiblemente de lo que venía sucediendo, tanto lírica como musicalmente. Se trata de una hermosa balada soul, con un estribillo sublime, en la cual Damon es acompañado por Laetita Sadier, cantante de Stereolab y de la disuelta banda francesa Monade.
“London Loves” y “Trouble in the Message Center” recuperan el espíritu de la década pasada en clave new wave, al igual que “Clover Over Dover”, composición muy ochenta: la melodía de la guitarra, los arreglos y la forma en que canta Damon. ¿Un clavicordio en una canción de rock? Desde The Kinks, Pet Sounds y las grabaciones de Rick Wakeman con Yes que no se hacía tan notoria su presencia en una canción, y Blur no se privó de hacerlo.
“Magic America” comienza con unas guitarras frenéticas, que muerden los nervios del cerebro de cualquiera que la escuche. ¡Qué buenas guitarras! “La la la la la… He wants to go to magic America”, y la crítica de Damon que se sostiene.
Rock and roll hard, con mucho de punk furioso y potencia lírica, así arranca “Jubilee“, canción en la cual Albarn enfatiza el problema de la televisión chatarra, describiendo a un marginal sujeto al cual “no le interesa ser querido por los demás”, razón por la cual “sólo juega a sus juegos de computadora”. ¿Lo escribió entre 1993 y 1994?
“This Is a Low” es una de las mejores piezas de Blur. La canción en su totalidad es perfecta. La línea de bajo, la melodía de Damon, las guitarras, el solo de Graham, ¡el solo de guitarra! Junto con “Beetlebum“, es una de las mejores composiciones de Blur, sin lugar a dudas.
El disco se cierra con “Lot 105”, una pequeña muestra de simpatía ante los efectos residuales que quedan luego de escuchar la magnánima pista anterior.
Parklife fue mucho más que un álbum de estudio. Significó el comienzo de una de las últimas expresiones originales del rock. A partir de este disco, y de 1994, empezarán a grabarse otros realmente buenos, elogiados por los más grandes: David Bowie, Paul McCartney, entre otros. Por esta razón, tendremos el orgullo de decir, en cada aniversario, que Blur fue y seguirá siendo una de las bandas más importantes, ya que inauguró la última década dorada del Rock.
Blur – Parklife
1994 – Food Records
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01. Girls & Boys
02. Tracy Jacks
03. End Of a Century
04. Parklife
05. Bank Holiday
06. Badhead
07. The Debt Collector
08. Far Out
09. To The End
10. London Loves
11. Trouble in the Message Centre
12. Clover Over Dover
13. Magic America
14. Jubilee
15. This Is a Low
16. Lot 105