La idea de que “Creep” de Radiohead es un plagio ha vuelto a surgir en el último año, gracias a una escena de la película Heretic (2024), en la que Hugh Grant interpreta a un perversamente encantador personaje obsesionado con la teología, que ha pasado su vida investigando sobre el origen de las religiones, y que ha concluido, luego de innumerables lecturas, que todas las religiones no son más que reiteraciones que se generan de forma cíclica y continua a lo largo de la historia, y que comparten un factor fundamental: el miedo.
Para probarle este punto a dos chicas que predican la fe y que han llegado hasta su casa en medio de una tormenta, el señor Reed realiza comparaciones con otros eventos culturales que no han sido más el producto de continuas iteraciones, entendidas como repeticiones de procesos que buscan obtener resultados diferentes. Es entonces cuando pone en su tocadiscos la canción “The Air That I Breathe” de The Hollies, y les pregunta a las jóvenes si la han escuchado. Ellas responden que no, y él les asegura que se equivocan, porque seguramente la han escuchado bajo la forma de una canción de 1993, “Creep” de Radiohead, o de una composición de Lana del Rey, “Get Free”, publicada en 2017.
Lo que quiere dar a entender el señor Reed es que la estructura de “Creep”, su sonido, su base melódica, por tanto, no es más que una iteración de la canción de The Hollies. Algo similar se podría decir, por ejemplo (y este es solo uno de muchos ejemplos), de “My Sweet Lord” de George Harrison, que suena parecido a una canción de 1963 titulada “He's so Fine” de la banda estadounidense The Chiffons. De hecho, Harrison admitió que la melodía de The Chiffons estaba “bailando en su subconsciente” mientras escribió “My Sweet Lord”, y por eso perdió los derechos de autor.
¿Pero en realidad fue “Creep” un plagio? Para responder a esta pregunta, es preciso que partamos de un pequeño análisis sobre teoría musical. “Creep” tiene una secuencia de cuatro acordes que se repiten, básicamente, a lo largo de toda la canción: sol, si, do y do menor. La secuencia de acordes en “The Air That I Breathe” es: sol, si séptima, do y do menor. La única diferencia, demasiado sutil, es que en la canción de The Hollies se toca la séptima de si en lugar de la nota completa. En términos prácticos, eso equivale a levantar el dedo anular cuando estás tocando un si en la guitarra.
Pero lo que llama la atención es que esta progresión de acordes es muy poco común. Por ejemplo, en una base de datos de 17.000 canciones de pop, se observó que dicha progresión se usa solamente en cuatro canciones. Mientras tanto, progresiones más comunes como sol, re, mi menor y do se encontraron en 392 canciones. Y además de usar las mismas notas, el ritmo en la batería de “Creep” también es casi idéntico al de la canción de The Hollies (a excepción de la síncopa en el bombo en el tercer tiempo de cada compás en el caso de “Creep). Y el fraseo de la voz también es similar.
Sin embargo, hay diferencias importantes. Por ejemplo, cuando entran las guitarras distorsionadas en el coro de “Creep”, y la batería cambia de tocar el hi-hat al ride,se produce un aumento en la energía espectral en las regiones de los armónicos, produciendo al mismo tiempo un efecto de reverberación que incrementa la energía de los instrumentos. Por lo tanto, “Creep” es una de esas canciones como “Smells Like Teen Spirit”, que fluyen a través de la tensión generada entre versos pasivos y coros agresivos, una estructura de la cual carece “The Air That I Breath”, sin mencionar, además, la carencia de distorsión.
Claramente, las dos canciones poseen un esquema tímbrico distinto. Pero eso no fue suficiente para eximir a Radiohead de haber plagiado a The Hollies. Así que hagamos un poco de historia.
En 1993, cuando Radiohead estaba en el estudio grabando la secuencia de guitarra de “Creep”, el guitarrista Ed O’Brien se detuvo y dijo: “Esta es la misma secuencia de acordes de la canción de The Hollies”. “En cierto modo nos pareció divertido —dijo más tarde Jonny Greenwod—, como si pudiéramos hacer algo distinto a partir de eso”.
Sin embargo, a los editores de la canción de The Hollies no les pareció divertido y Rondor Music presentó una demanda por violación de derechos de autor. La disputa se resolvió rápidamente con un acuerdo por el cual los compositores Albert Hammond y Mike Hazlewood recibirían créditos de coautoría y un porcentaje de las regalías. Gracias a que Thom Yorke aceptó la culpa, la demanda se resolvió fuera de los tribunales, así que, técnicamente, Radiohead sí plagió la canción, pero al aceptar los cargos, quedó libre de culpa.
Pero vayamos un poco más atrás. Yorke escribió una primera versión de “Creep” a finales de la década de los 80, mientras estudiaba en la Universidad de Exeter. Por supuesto, había escuchado “The Air That I Breathe” y, posiblemente, como en el caso de George Harrison, la melodía bailaba en su subconsciente.
Luego, en 1993, cuando estaban grabando el primer álbum de la banda, Pablo Honey, los productores Paul Kolderie y Sean Salde le pidieron a Radiohead que tocaran algo para que los ingenieros probaran los niveles de volumen y el sonido. La banda comenzó a tocar “Creep”, aunque para ese momento no tenían ninguna intención de grabarla. "Es una vieja canción", dijo Thom. A los productores les gustó cómo sonaba, pensaron que la banda tenía algo bueno ahí. Pero cuando la banda abandonó el estudio, Kolderie le dijo a Salde: “Lástima que su mejor canción sea un cover”.

“Solo era una canción que tocábamos y que no había salido muy bien en los ensayos —diría Yorke en una entrevista publicada en 1993 por la revista Melody Maker—. No teníamos ningún tipo de ángulo para esa canción. Y luego nos dimos cuenta de que no necesitábamos ningún ángulo, solo la guitarra de Jonny. Y luego 'Creep' agarró a la gente por la garganta. No fue intencional”.
Para afirmar que "Creep" es un plagio, tendríamos que entender que un plagio se define como la acción de copiar en lo sustancial obras ajenas, presentándolas como propias. Y si nos vamos a la evidencia, pues sí, “Creep” copia en lo sustancial a la canción de “The Hollies”, por lo menos en lo que se refiere a la secuencia de acordes y al ritmo. Y sí, Radiohead presentó la obra como propia, cuando la publicaron el 21 de septiembre de 1992. Incluso, fueron ellos los que convencieron a los productores de que la canción era original, quienes a su vez convencieron a EMI para que la publicara sin ninguna mención a los miembros de The Hollies.
Pero hay un matiz más que deberíamos considerar y es que, siguiendo al señor Reed en la película Heretic, “Creep” no es un plagio, sino más bien una iteración. Porque lo que pasó con "Creep" es un claro ejemplo de lo que se conoce como criptomnesia: la condición psicológica de crear algo que ya se ha experimentado, o en otras palabras, lo que sucede cuando una persona piensa que está creando algo cuando en realidad solo está recordando.
No hace falta más que pensar en David Bowie, quien entendía que toda creación no es más que el producto de una serie de recuerdos, memorias y experiencias. La creación se reduce, en la mayor parte de los casos, a la capacidad de reunir diversos tipos de retazos, fragmentos y hechos para crear algo aparentemente nuevo. Es como lo que hicieron The Rolling Stones cuando usaron el blues para crear su música, o lo que hizo Elvis Presley cuando se inspiraba en el góspel afroamericano, o lo que hizo Oasis con The Beatles: tomar referencias, integrarlas, recombinarlas y hacer algo distinto.
Radiohead tomó la progresión de acordes de una canción de los 70, y luego tomó los registros pasivo agresivos del grunge, la saturación de la distorsión de bandas de finales de los 80 como Sonic Youth, y las letras basadas en el autodesprecio que se habían estado generando en la escena alternativa de comienzos de los 90, y a partir de todo eso creó una nueva canción. Una que por suerte existe, que nos ha acompañado durante todos estos años. Una canción que toda una generación ama u odia. Porque “Creep” no tiene puntos medios.
Y sí, Radiohead, finalmente plagió a The Hollies, y lo han reconocido ante la ley, y aun así no podemos desconocer que “Creep” transmite un sentimiento totalmente distinto al de “The Air That I Breath”. Toda esa rabia contenida que un principio parecía melancolía, pero que cuando aparecen las guitarras eléctricas estalla, dejándonos sin aire; todo ese ruido generado por densas capas de distorsión que, sin ninguna intención, como obedeciendo a un acto espontáneo, logra acomodarse en la textura árida y pastosa de la canción, y esa sensación de abandono y de extrañamiento ante un mundo cuyos cimentos más básicos parecen colapsar en medio de los ataques intermitentes de los instrumentos, y que te hace sentir que no pertenecés, que no importa cuánto lo intentemos nunca vas a pertenecer. Todo eso es “Creep”, y no es “The Air That I Breath”.