Sticky Fingers marcó un quiebre definitivo en la perspectiva de la cultura rock que había explotado mundialmente durante los años sesenta. La tragedia de Altamont en la que un espectador fue asesinado en vivo durante el concierto que The Rolling Stones realizaron en San Francisco en diciembre de 1969, es una postal del fin del sueño hippie y un anticipo del mundo hostil y desencantado que la juventud iba a atravesar durante toda la década de los setenta.
Estas circunstancias definieron la filosofía musical de los Rolling Stones y su álbum Sticky Fingers. Los Stones se apropiaron del libertinaje sexual de la época y lo adaptaron a su propio mundo creativo de drogas y dramas internos. Sucesos como la muerte de Brian Jones, la tragedia de Altamont y la degeneración de la utopía de los sesenta impregnan cada una de las canciones y melodías que recorren el disco.
Pero si bien el contexto creativo fue decisivo a la hora de generar esa suerte de hastío sentimental que volvió a rejuvenecer el espíritu de la cultura rock, despojados ya los ideales de la cultura psicodélica, es fundamental ahondar en la musicalidad que atraviesa la arquitectura sonora de Sticky Fingers. Es un álbum que representa la definitiva adultez artística de la banda y generó la admiración de sus pares de época. A partir de este disco, los Rolling Stones definieron la quintaesencia sonora que los iba a convertir en mitos vivientes hasta la actualidad.
Para comenzar este recorrido es fundamental dar cuenta de cómo se originó el famoso sonido de acordes abiertos de guitarra que popularmente fue definido como el “Keith sound” en homenaje a su guitarrista Keith Richards.
Hacia mediados de 1967, los Stones se encontraban atravesando su primera gran crisis. El abuso de drogas había mermado el talento creativo de su miembro fundador Brian Jones, a lo que se sumaba las breves estadías y procesos judiciales de Mick y Keith. Luego de su affaire con la novia de Brian Jones, Anita Pallenberg, Keith se encerró en su domicilio y comenzó a investigar las afinaciones abiertas, especialmente las que usaban las bandas de country durante los años 20.
El origen de las afinaciones en mi (E), re (D) y sol (G) abierto se debe a que durante ese tiempo era muy popular el banjo entre las bandas de country y, al ser un instrumento muy caro, los jóvenes compraban guitarras acústicas baratas que al afinarlas en esos tonos lograban un sondio similar. Keith comenzó a dejarse influir en el uso de esta técnica que hicieron artistas como The Everly Brothers en “Wake Up, Little Suzie”, y comenzó a aplicarla en ese inmenso abrazo musical a la cultura californiana que realizaron los Stones en Their Satanic Majesties Request.
Hubo tres artistas que fueron claves a la hora de ayudar a Keith a profundizar su conocimiento de la música country y gospel del sur de los Estados Unidos, lo que más tarde iba a renovar y definir el sonido de la banda tal cual lo conocemos hoy en día. El primero de ellos es Graham Parsons, a quien el guitarrista de los Rolling Stones conoció a principios de 1968 mientras The Byrds se encontraba de gira por Gran Bretaña presentando su álbum Sweetheart of the Rodeo.
Esa misma noche, Graham renunció a The Byrds y se fue a Sudáfrica de viaje con Keith. Durante el viaje, se encargó de enseñarle la diferencia entre el sonido country de Nashville, más purista y de de prolija producción con artistas como Chet Atkins, y el sonido country de la escuela de Bakersfield, más ligado al pop y que sustituyó de manera más artesanal al sonido Nashville a partir de artistas como The Flying Burrito Brothers. Canciones como “Wild Horses” demuestran la influencia del sonido de la escuela californiana de Bakersfield, al punto que Graham convenció a Jagger y Richards para que lo dejaran incluirla en el álbum debut de The Flying Burritos Brothers que se publicó un año antes de Sticky Fingers.
El segundo músico es el californiano Ry Cooder. Avanzado en el manejo de la guitarra slide, fue propuesto como reemplazante de Brian Jones antes de la llegada de Mick Taylor y fueron claves los saberes que le transmitió a Keith sobre los licks y riffs de guitarras del blues, gospel y tex mex. De hecho, existe el rumor de que el riff de “Honky Tonk Women” se le ocurrió a él y la influencia de las enseñanzas de Cooder se nota claramente en canciones como “You Gotta Move” (cóver de Fred McDowell), “I Got the Blues” y “Moonlight Mile”.
El tercer personaje clave es el productor norteamericano Jimmy Miller, quien produjo la época dorada de la banda que inició en 1968 con Beggars Banquet y concluyó en 1973 con Goats Head Soup. Con su conocimiento sobre las percusiones clásicas de la música del sur de los Estados Unidos, redefinió y modernizó el groove de bajo y batería de la banda que posibilitó que los Stones terminen llegando a las ligas mayores del rock y el blues. El trabajo percusivo de Miller convirtió a los Stones en una banda mucho más explosiva, algo que se percibe ya con la inmortal “Sympathy for the Devil”. En Sticky Fingers, esto aparece en la ejecución de canciones rockeras como sucede con “Bitch” y “Sway”, o a la hora de componer baladas conmovedoras como “Dead Flowers” o las mencionadas “Wild Horses” y “Moonlight Mile”.
Hay otros elementos que también ayudaron a que Sticky Fingers se vuelva un clásico de la cultura rock. Por un lado, la definitiva madurez artística de Mick Jagger como cantante, quien a su natural capacidad expresiva para cantar rock y blues, comenzó a incorporar influencias del gospel y el soul. Influenciado por Ike & Tina Turner, banda soporte de la gira norteamericana de Let It Bleed, y por artistas del catálogo del sello Stax Records de donde surgió Otis Redding. Las armonías vocales en baladas como “Wild Horses”, “Sister Morphine” (escrita por Marianne Faithfull y Mick) y “I Got the Blues” recuerdan la intensidad trágica y romántica de la escuela del soul, blues y gospel.
Mick Taylor es otro personaje clave en la arquitectura sonora del álbum. Con solo 21 años y procedente de los míticos John Mayall & the Bluesbreakers, no solo fue el complemento perfecto de Keith Richards sino que también realizó un aporte impresionante en el manejo de los equipos transistorizados y valvulares que se utilizaron para grabar el disco. A su experiencia con los Bluesbreakers (con quienes empezó a tocar con solo 16 años en reemplazo de Eric Clapton) se le sumó lo que aprendió viendo el manejo de equipos en vivo de artistas como Jerry García de Grateful Dead durante la gira de los Stones en 1969 por Estados Unidos. Esto se percibe en canciones del disco donde su participación es clave y central como “Sway” y “Can’t You Hear Me Knocking”. El reemplazante del difunto Brian Jones modernizó y volvió más sofisticado el sonido Stone y ayudó a definir la quintaesencia del sonido clásico de la banda tal cual lo conocemos hoy en día.
Los Rolling Stones fueron, son y serán unos apasionados de la historia de la música y la modernizan de acuerdo a su tiempo. No por nada comenzaron grabando el disco en los estudios Muscle Shoals Sound de Alabama para luego continuar en los Olympic Studios de Londres y en el estudio móvil que poseían en la casa de Mick. De los tres días de grabaciones en los estudios Muscle Sound surgió ese himno al sexo interracial que es “Brown Sugar” (dedicado por Jagger a su amante Marshall Hunt, protagonista del musical Hair), “You Gotta Move” y “Wild Horses”. Equipado con una consola de solo ocho pistas y una mesa de mezcla Universal Audio, el estudio no contaba con ningún equipamiento para la reducción de ruido con lo cual al escuchar esas tres canciones detenidamente se filtran pequeños ruidos que no aparecen en el resto de las canciones.
En “Brown Sugar” al escuchar el impacto de los golpes de batería uno percibe otra de las duplas claves que consolidaron el sonido Stone como lo fue la de Charlie Watts y Keith Richards. Es importante mencionar que una de las grandes diferencias musicales que hay entre los Rolling Stones y el resto de las bandas de rock and roll o blues se debe a que Charlie Watts es un metrónomo en donde la mano derecha no sigue al redoblante, sino que se corre un tiempo más lento para permitir que el groove de la canción y de la banda siempre esté determinado por las guitarras de Richards y Taylor.
En síntesis, Sticky Fingers marcó un antes y un después en la carrera de los Rolling Stones y representó el fusilamiento filosófico de los años sesenta y la “Nación Woodstock” creada por los hippies. Su música se construye en un contexto de hastío y decepción de los sueños y deseos de los sesenta en donde la cultura joven comenzó a reemplazar el LSD y la marihuana por la cocaína y la heroína. Los Stones percibieron esta transformación y anticiparon el convulsionado pulso de los años setenta dejando como regalo eterno a la cultura popular una obra trascendental que cualquier joven que quiera volver a despertar el fervor en la cultura rock tiene que escuchar.