Hacia 1994, la cultura atravesaba un proceso de cambios y revisionismo. Con una globalización en formación y la Internet en ciernes, los principales pueblos de Occidente aún mantenían arraigada su identidad a la cultura rock y las costumbres que habían asomado desde los modernos años 60.
El suicidio de Kurt Cobain a sus 27 años otorgó un nuevo mártir al género, mientras que el sueño del grunge se había desgastado con el paso de los años, junto con lo anacrónico de su propuesta estética y la muerte de su más carismático referente. Por otro lado, Gran Bretaña comenzaba una renovación de su música pop, con artistas como Suede y Blur que retomaban lo mejor de su tradición y ofrecían indicios de que algo nuevo se estaba gestando.
En este contexto, Definitely Maybe significó una explosión que sintetizaba las bases de lo que significaba ser retro y moderno a la vez. Para intentar comprender esto, primero debemos rastrear el espíritu atrevido y contracultural del movimiento Madchester de los años 80, del cual Noel y Liam Gallagher se nutrieron.
Nacidos en el seno de una familia obrera poco feliz, los hermanos Gallagher crecieron fascinados por el carisma de artistas como The Smiths, Happy Mondays y The Stone Roses. El ímpetu de querer comerse el mundo y haber casi llegado a la cima, cimentado en la poesía y la actitud al mismo tiempo desfachatada y heroica que poseían estos artistas, sería de gran influencia para ambos. Noel incluso estuvo el mítico recital de The Stone Roses en Spike Island en 1990, que se caratula como el cierre de época del Madchester, con su postal de irrupción del éxtasis y la fusión del rock con la cultura electrónica.
Oasis nace desde esta perspectiva sensorial y musical que puede escucharse en algunos de sus primeros temas, como “Take Me”. Afianzados como banda a partir de 1993, comenzaron a consolidar una suerte de combinación retro y futurista a partir de melodías épicas y efectivas, elementos que tomaron de la música de Mánchester de finales de los 70.
Un segundo aspecto importante que la banda tomaría para crear su primer disco es su entendimiento del legado histórico musical británico, que iba desde las melodías pop de los años 60 y atravesaba la fuerza del punk y el glam de los 70. Esto se puede rastrear en los arreglos y melodías de guitarras del disco, y en los tonos vocales de Liam.
Todo esto es clave para entender lo que representa Definitely Maybe y por qué motorizó un nuevo sentir en la juventud de los 90. Fue un disco que le otorgó al rock de ese entonces un lenguaje artístico simple pero contundente, que iba a la par de una cultura rock que comenzaba a reciclar su propio legado.
La banda de la clase obrera británica
Desde el inicio de “Rock ’n’ Roll Star”, tenemos una declaración de los dos principios que tiñeron la atmósfera juvenil de la segunda mitad de los 90: hedonismo y jactancia. Oasis presume que quieren vivir como una estrella de rock y recubren este deseo con un sonido que va hacia la esencia primitiva del género, para narrar la emoción de sentirse estrella en un mundo de estrellados. Para la banda, el presente es una combinación original del pasado y el futuro.
De esa unión entre la voz metálica de Liam y la distorsión sónica de las guitarras surge un hit rarísimo como lo es “Shakermaker”, que referencia a un juguete inglés de los 60. El disco sigue con “Live Forever”, la bandera musical de Oasis. Ahí aparece esa idea revolucionaria del rock, de formar una banda con amigos y tomar el mundo, mientras que la noción de vivir plenamente y por siempre es una oposición clara a la actitud alienada que proponía el gunge.
Podemos ver una epopeya en este intento de convertirse en nuevos héroes de la clase obrera artística. Esta clase, diferente de la bohemia artística de los 60 y 70, se había formado a la par de sus trabajos anodinos (recordemos que Noel fue gasista antes de ser el roadie de los Inspiral Carpets) y también tenía una manera singular de percibir el mundo. No eran personas con grandes conocimientos académicos, sino que actuaban por intuición en base a su pasión por la música y las artes en general.
“Live Forever” es un pequeño homenaje a esa clase obrera que soñaba con trascender su realidad a través de la música. Recordemos que esta clase quedaría desplomada al comienzo del presente siglo para convertirse en “chavs”, subcultura formada por personas a las que solo les interesa pasar el tiempo viendo televisión chatarra, jugando a los videojuegos y yendo a ver partidos de fútbol.
Luego de “Up in the Sky”, aparece en el álbum “Columbia”, un juego perfecto de furia punk y concepto pop que calza perfecto con el mote “Sex Beatles” que se ganaron los oriundos de Mánchester. “Columbia” y “Bring It On Down” remiten a un universo de sonidos colapsados por la potencia del rock sónico, que encierra el collage filosófico de prepotencia, rabia e inteligencia de Oasis. También demuestran el talento de Noel y los suyos -incluido el productor Owen Morris- para combinar estructuras clásicas del punk y el glam con paredes de distorsión, sustentadas siempre en la voz personal y arrogante de Liam.
Si “Live Forever” es una bandera para Oasis, “Supersonic” es una suerte de síntesis de los nuevos tiempos musicales que trajeron los 90. Cuando Liam anuncia “I need to be myself, I can’t be no one else” (“Tengo que ser yo mismo, no puedo ser nadie más”), dispara la banda hacia el futuro por venir. Es un sincretismo existencial, hedonista y escapista, algo que la juventud de fines del siglo XX necesitaba para paliar su ira contenida frente a una sociedad neoliberal, que desde hacía tiempo no le ofrecía ninguna certeza concreta.
Y si de vivir rápido pero con estilo se trata, Oasis es una banda que puede dar cátedra de ello. “Cigarretes & Alcohol” es una muestra de las ganas de comerse al mundo y demostrarle a todos lo equivocados que están. Tomando en la introducción el riff de “Bang a Gong (Get It On)” de T. Rex, la canción es una pieza exuberante de glam y rock and roll, en donde lo importante es pasárselo bien, incluso si la vida no para de darte trabajos mal pagos. Se respira una exuberancia por vivir la vida a tope, sin esperar ningún llamado, sino yendo a tomar el toro por las astas.
La tríada final del disco, “Digsy’s Dinner”, ”Slide Away” y “Married with Children” parece contar los avatares de la vida en pareja de la clase obrera británica, desde la sensación de envidia clasista por poder comer una lasaña, pasando por la desesperación por encontrar el amor, hasta llegar a la resignación y la huida a casa como refugio final. Lo cotidiano es tomado por Oasis como un lugar de paradojas y ridículos que los nutre como fuentes de inspiración. Es de destacar también el trabajo de las guitarras eléctricas en “Digsy’s Dinner”, la potencia de “Slide Away” y la simpleza acústica de la despedida que es “Married With Children”.
Había surgido una nueva banda estrella en la historia del rock, en un viaje sónico y realista de apenas 52 minutos que iba conmover al mundo entero y marcar a fuego la segunda mitad de los años 90.
Herencias, homenajes y legados
Definitely Maybe marcó el final del reinado global que Gran Bretaña tuvo desde la década de los 60 sobre la cultura pop y rock de Occidente. Su legado sirve como una fotografía perfecta de los diferentes estilos que marcaron a fuego al mundo del rock a través de los años. No por nada, la guitarra Les Paul con la cual Noel grabó gran parte de las canciones era propiedad de Johnny Marr de The Smiths, quien a su vez la había comprado de Pete Townshend de The Who. Hay homenaje, pero también ganas de reinventar el presente a partir de una herencia musical inmortal.
Es también una pequeña revancha para la cultura de Mánchester que en los años 80 no había alcanzado niveles de popularidad más allá de su país, pero de la mano de los hermanos Gallagher se transformó en el último gran suceso global que tuvo la cultura rock. Además de coronar los rankings en Gran Bretaña, Definitely Maybe invadió Estados Unidos y vendió en solo un mes más de un millón y medio de copias.
De ahí en adelante, Oasis volvería global el futurismo retro del britpop que había comenzado un año atrás con bandas como Blur y Suede. Su estética se puso de moda en países tan distintos y lejanos como Japón y Argentina. De suma importancia para que esto suceda fue que las multinacionales se interesen en sellos independientes como Creation, dirigido por Alan McGee, manager de Oasis, que hizo que los artistas británicos de los 90 accedan a altos niveles de difusión y rotación radial.
En nuestro país, Definitely Maybe ayudó a posicionar el rock alternativo de artistas como Juana La Loca y Demonios de Tasmania, que utilizaban fonéticamente una suerte de slang inglés adaptado al castellano y cobraron popularidad durante el impulso global del britpop. Oasis realizaría en 1998 sus dos primeros shows en el país en el Luna Park, relación que se mantendría hasta el espectacular River de 2009 durante su última gira antes de separarse.
30 años después, podemos afirmar que Definitely Maybe vive para siempre en el legado de su febril música, que refleja el deseo de salir al mundo y conquistarlo formando una banda de rock and roll, rindiéndole homenaje al mismo y renovándolo a partir de la sensualidad y destreza pop que quedó impregnada en las doce canciones que componen el disco. Definitely Maybe contiene una suerte de metáfora indeleble: la idea de que Paul McCartney y John Lennon se encierren en un fuerte abrazo con Johnny Rotten y Steve Jones de Sex Pistols; un abrazo que encapsula más de 30 años de rock británico.