Hablar de “The Sound of Silence” es rememorar el inicio de los cambios culturales que afectaron y modificaron las costumbres de la sociedad occidental para siempre. El clásico de Simon & Garfunkel se inscribe en un contexto marcado por el advenimiento de la literatura beatnik que forjó la filosofía del movimiento hippie y en dónde la unión del folk con el rock elevó el contenido de la música pop, creando un cambio de paradigma en el centro de la cultura joven. Como consecuencia de esto, la canción publicada en septiembre de 1965 es un emblema sonoro de los nuevos ideales que surgieron a mitad de los años 60 y que promovieron cambios radicales en el mundo de la música y el entramado social occidental.
Cuando en 2013 se ordenó el ingreso de la grabación de Paul Simon y Art Garfunkel en la Biblioteca Nacional del Congreso de los Estados Unidos por considerarse una obra cultural, histórica y estética significativa, se dispararon varios interrogantes. ¿Por qué al escuchar las primeras notas de “The Sound of Silence” inmediatamente nos transportamos a la atmósfera de los explosivos años 60? ¿Es acaso el preludio sonoro perfecto que anticipa el devenir de la batalla cultural que los jóvenes iban a librar contra las normas y costumbres regresivas del statu quo social de aquellos años anticipando incluso su futura derrota?
Para comenzar a responder ambas cuestiones es necesario analizar el proceso cultural que se fue desarrollando hasta desembocar en los revolucionarios años 60, y que influenció el ánimo y el pensamiento de Paul Simon, compositor de la canción.
La literatura beatnik que se desarrolló a comienzos de los años 50 (Jack Kerouac escribió On the Road en 1951 pero se publicó recién en 1957), creó un universo conceptual cercano a la cultura rock y sus constantes referencias a los viajes, drogas y la libertad sexual. Cuando el rock and roll explotó entre mediados y finales de los 50, los jóvenes blancos norteamericanos se influenciaron en la cultura negra para definir una nueva manera de celebrar la juventud. La transición final hacia el nuevo hombre americano se terminaría de definir con el impacto mundial que lograron The Beatles y The Rolling Stones, junto con el periodo eléctrico de Bob Dylan.
La creación de “The Sound of Silence” está influenciada por estos tres procesos culturales, con el agregado de que Simon había se egresado del Queens College en literatura inglesa. Su principal interés estaba en los escritores que retrataron en sus obras el folclore del espíritu del nuevo hombre americano, como John Keats, Walt Whitman y Mark Twain. Pero Simon también estaba inculcado en los innovadores conceptos sobre la comunicación social que venían de la Escuela de Palo Alto de San Francisco, teniendo a Gregory Bateson como principal referente de esta corriente teórica. “The Sound of Silence” fusiona estas dos influencias literarias: por un lado está el romanticismo del folclore literario clásico norteamericano, y por otro lado el problema de la alienación del individuo moderno, como hace referencia el tercer verso de la canción.
La canción fue originalmente grabada de forma acústica y publicada en el álbum debut del dúo titulado Wednesday Morning, 3 A.M. (1964). El disco no tuvo la repercusión esperada, vendió solo 3 mil copias y Simon & Garfunkel se separaron meses después. Sin embargo, el año siguiente apareció un personaje clave en el éxito de la canción: el productor Tony Wilson, quién había trabajado fructíferamente en la transición eléctrica de Dylan e, influenciado por la canción “Turn, Turn, Turn” de The Byrds, propuso sumar guitarras eléctricas, bajo y batería. El track se reeditó como single y alcanzó el número uno de las listas norteamericanas en enero de 1966.
“The Sound of Silence” penetró en todos los sectores de la sociedad norteamericana y a la vez sintetizó un clima universal de época. Pero su mérito está en convertirse en una obra que logró captar el advenimiento de una nueva moral en el hombre occidental, expresada en el hastío de las normas y costumbres que afectó a los jóvenes en su acceso a bienes materiales. Esto aparece reflejado de manera icónica por el personaje de Dustin Hoffman en El graduado (The Graduate, 1967), en donde la canción se acopló perfectamente con la temática del film.
La particularidad de la crítica de Simon hacia la maquinaria del capitalismo, y la consecuente incomunicación y soledad que genera, es que lo hace desde los valores basados en la mejor tradición de la literatura norteamericana, con lo cual su aceptación llegó incluso a los sectores más conservadores. La canción está plagada de referencias a las contradicciones que se encuentran en el corazón de la cultura estadounidense, con sus rutas abiertas para la construcción de relatos poéticos como el de Kerouac, pero también para la inauguración del primer McDonald’s de la historia sobre la mítica ruta 66.
El clásico de Simon & Garfunkel remite al fin de la inocencia que atravesaron todas las clases sociales, especialmente los sectores medios y trabajadores. Al mismo tiempo, es la postal perfecta de una etapa de la cultura occidental que se cerró para siempre. Pasados más de 55 años de su creación, “The Sound of Silence” sigue siendo un símbolo de lo que fue la apertura a una nueva consciencia en el hombre occidental cuyos paradigmas culturales y sociales (como el ambientalismo, el feminismo, los derechos civiles, y la alienación) siguen resonando en el presente.