1981 parece representar un antes y un después en la historia de la música contemporánea. El póster del “guitar hero” colgado en los cuartos de los jóvenes británicos hacía rato que había comenzado a desaparecer. Influenciada por el space disco de artistas como Giorgio Moroder y Cerrone, el krautrock alemán de Kraftwerk y Neu!, la trilogía berlinesa de David Bowie, el carisma de Gary Numan y el minimalismo del punk, la juventud musical británica dejaba de interesarse por las caras y ya anticuadas guitarras, y en su lugar comenzaba a adoptar los baratos y experimentales sintetizadores.
Esto produjo un antes y un después en la filosofía de crear y concebir música. La artificialidad y la vanguardia sonora de estos instrumentos tomó como amo y señor de su arte al groove de la pista de baile. El destinatario ya no sería el público observador y distante de los escenarios de rock, sino que el mensaje de la música iba a resaltar el hedonismo pasatista y el glamour visual de la discoteca. La movida musical de las “Northern Soul Nights”, que tenía como epicentro al mítico Club 74 de la ciudad de Wigan, despertó en los jóvenes británicos de comienzos de los setentas una suerte de fanatismo por el R&B americano.
Soft Cell se nutrió de todo este contexto, pero hay un factor clave que los diferenció de artistas contemporáneos como The Human League y Depeche Mode: la influencia de la música soul, demostrada en su fascinante y clásico disco Non-Stop Erotic Cabaret de 1981.
En su primer álbum, el dueto de Blackpool plasmó una visión futurista pero revisionista en la que convive el clasicismo vocal de Liza Minelli y The Supremes con la experimentación sonora de Suicide, la fusión del caliente soul británico con la estética del cine noir de los años cincuenta, concibiendo una obra que captó el clima de época de comienzos de los años ochenta y al mismo tiempo modificó para siempre los paradigmas creativos y estéticos de la cultura rock de aquel entonces.
Para comenzar a comprender parte del universo artístico de Non-Stop Erotic Cabaret, es clave dar cuenta del lugar donde crecieron el vocalista Marc Almond y el multi-instrumentista Dave Bell. Blackpool es una desolada ciudad costera similar a las que uno puede encontrar en el Partido de La Costa de nuestro país. De escasa actividad nocturna, a diferencia de lo que ocurre en las ciudades más populosas, las diversiones de los jóvenes se basaban en pasar el tiempo yendo al cine, jugando en el casino o paseando por las playas.
Esta postal visual que los marcó de adolescentes definió el potencial visual y el melodrama estético que aparece desde la portada misma del disco. Los carteles luminosos de los bingos, cines y casinos de su ciudad natal marcaron la adolescencia de Almond y Bell y tiempo más tarde lo utilizarían como un recurso estético a la hora de definir el aspecto visual y la performance en vivo de la banda. La pobre y ridícula diversión nocturna de Blackpool les dio esa impronta única que captaba tanto a la vanguardia como a la lengua popular.
En su desarrollo artístico, Soft Cell creó un concepto original de contracultura y llevó hacia una dimensión desconocida el imaginario que se tenía sobre la música popular de aquellos tiempos. Canciones como “Tainted Love” y “Where Did Our Love Go?” son un claro ejemplo de cómo la innovación en la música no solo implica desafiar a la estructura sonora sino también un gran conocimiento del legado cultural anterior para poder librarse de él y al mismo tiempo elevarlo.
Recordemos que “Tainted Love” era una canción originalmente escrita por Ed Cobb e interpretada por Gloria Jones (la misma que manejaba el auto el día del accidente fatal de Marc Bolan, líder de T. Rex) y “Where Did Our Love Go?” era un clásico de los sesenta interpretado por The Supremes. El dúo mantenía la estructura de canción pop de guitarra de los años sesenta pero la modernizaron a partir de sus sintetizadores y una estética innovadora, refundando para siempre la representación instrumental del rock de bajo, guitarra, batería y cantante.
La voz de Marc Almond tiene mucho que ver con la emoción de la música soul y se diferenciaba de lo que eran las voces de Human League y Gary Numan, más emparentadas con la frialdad vocal alemana. A través de sus grandes armonías vocales, Almond humanizó los sonidos de los sintetizadores y Dave Bell, con su conocimiento sofisticado de teclados como el Korg y el Synclavier o la caja de ritmos Linn (con la cual realizó las texturas de percusión en el disco que imitan los sonidos de bombos, platillos y redoblantes) llevaba las canciones a una dimensión de euforia por el futuro y la nueva tecnología. De la síntesis de estas dos formas de sentir la música, Soft Cell definió un innovador código musical donde el synth pop convivía con parte del mejor legado de la cultura rock.
Luego de perder más de un millón de libras en regalías por los derechos de intérpretes del single “Tainted Love”, donde sus arreglos musicales no fueron reconocidos, el dúo viajó a Estados Unidos para continuar grabando su disco. La ciudad de Nueva York a comienzos de los ochenta iba a tener un fuerte impacto en la evolución creativa de la banda. Así como el Motown de Chicago y Detroit habían influenciado a los jóvenes ingleses de los años sesenta y setenta, a inicios de aquella década la cultura gay de los clubes de Nueva York se había expandido gracias al incipiente género musical denominado “Hi-NRG” (o “high energy”). Esta sería la primera subcultura urbana que izó la bandera del uso recreativo del éxtasis, que tiempo después terminaría dejando una marca indeleble en el desarrollo musical de la juventud del Reino Unido.
Lugares como el Dancetería y el Paradise Garage, que ya habían generado un fuerte impacto en los integrantes de New Order durante su primera gira norteamericana, fueron claves para elevar la creatividad de Soft Cell. Canciones como “So”, “Chips On My Shoulder” y “Sex Dwarf” son ejemplos de cómo Nueva York y el éxtasis potenciaron la teatralidad original de la banda (en un comienzo influenciada por artistas del glam como Bowie y Roxy Music) y la llevaron hacia una nueva dirección en donde los sonidos avant garde de los años setenta de bandas como Kraftwerk y Suicide finalmente lograron ser aceptados por la cultura popular.
Soft Cell describió en su música y letras los primeros síntomas de desolación que produjo la sociedad postindustrial, y desde un concepto influenciado por el futurismo y la nostalgia, crearon una narrativa musical que forjó un nuevo mundo sonoro que terminaba con los viejos iconos y moldes de la cultura rock. Al mismo tiempo, propuso romantizar al mundo de una manera original y nueva, luego de la crudeza del punk. Quizás una de las canciones que mejor demuestran esto es la épica “Say Hello, Wave Goodbye”: un mensaje generacional que mira hacia el futuro (desde los sonidos y la producción), pero que a la vez revisiona lo mejor del pasado (desde las melodías y armonías que recuerdan la épica de las baladas de los años sesenta y setenta).
Producido por Mike Thorne, quien contó con los consejos en la producción de Daniel Miller (padrino del synth pop inglés), Non-Stop Erotic Cabaret es una carta abierta al romanticismo épico y venenoso que estaba destinado a conmover a toda la juventud de aquellos tiempos y que promovió un profundo cambio de percepción sonora y estética dentro de la música contemporánea. Su legado a cuarenta años de su edición es de tal inusitada potencia artística que influenció a importantes y disímiles artistas de la música como Nine Inch Nails y Daft Punk. Al mismo tiempo, constituyó un ejemplo de cómo la vanguardia puede crearse y posicionarse dentro del circuito comercial, cuando logra leer de manera correcta la potencia de los cambios sociales y culturales sin necesidad de aceptar las pautas, imposiciones y símbolos que promueve la industria de la música.