La madre de Austin Wiggin Jr. le tomó la mano a su hijo y le leyó la palma para darle tres predicciones sobre su futuro: contraería matrimonio con una mujer rubia, ella fallecería y tras su muerte, él tendría dos hijos más; y por último, sus hijas formarían una exitosa banda femenina. Austin creció y vio las primeras dos predicciones cumplirse, por lo que se convenció de que la tercera también lo haría.
Entusiasmado por el destino de sus hijas, las sacó de la escuela cuando eran tan solo adolescentes, les compró instrumentos y las obligó a ensayar diariamente por horas en el sótano de su casa, sin ningún instructor o introducción a la teoría musical. Fue así que se fundó la banda The Shaggs.
Bajo las estrictas reglas de su padre, encerradas y en contra de su voluntad, Dorothy y Betty enfrentaban sus guitarras, así como Helen su batería, sin conocimiento alguno sobre instrumentos o música. Aunque les obligaba a tocar y componer, Austin era tan conservador que ni siquiera les permitía escuchar otros álbumes, canciones o ir a conciertos, por lo que la influencia musical de las hermanas estaba severamente limitada.
Aun así, cinco años después, Dorothy, Betty y Helen compondrían doce canciones dentro de un álbum que llamarían Philosophy of the World (1969). Convencido de la preparación de sus hijas, Austin acudió a los estudios Fleetwood y le propuso a uno de los productores grabar el álbum. Las hermanas acudieron renuentes al día de la grabación, pero la autoridad de su padre las llevó a pasar el día entero en el estudio. En 1969 se hicieron mil copias de la grabación, pero solo cien de ellas lograron repartirse.
The Shaggs dieron algunos conciertos, pero pronto se volvieron el hazmerreír de las audiencias. Las hermanas sufrieron burlas y abucheos, así como latas se les fueron aventadas a los escenarios. “Era muy vergonzoso -recuerdan en una entrevista con la BBC-, decían que nuestra música era basura. No queríamos estar ahí, pero teníamos que obedecer a nuestro papá“.
En 1975, Austin falleció repentinamente de un infarto. Liberadas de su padre, las hermanas dejaron de tocar y desintegraron el grupo. Veinte años después, uno de los cien cassettes publicados de Philosophy of the World caería en las manos del vocalista de la banda NRBQ, Terry Adams, quien fascinado por el sonido de las Shaggs, decidiría producir el disco y darle inmensa distribución. “Vi belleza y originalidad -señala Adams en una entrevista con Jon Ronson-. Y todo lo que hace a la música especial… ellas lo tenían”.
Fue entonces que las Shaggs se popularizaron y llegaron a los oídos de los más grandes artistas como Kurt Cobain, quien las eligió entre sus álbumes preferidos; Frank Zappa, quien llegó a tocar sus canciones y hablar sobre su amor por el álbum; y Bonnie Raitt quien dijo que “sonaban como náufragos en su propia isla musical desértica”.
La revista Rolling Stone nombró al álbum como el comeback del año y las hermanas lograron atraer a múltiples fans. Las canciones arrítmicas, caóticas, con acordes desafinados y voces rígidas, demostraron un nuevo acercamiento humano a la música que fascinó a miles. Jean Dubuffet, el artista francés y fundador del movimiento de “arte bruto”, comentó sobre el álbum con inmenso acierto: “Aquí somos testigos de la operación artística en su forma más prístina, algo puro, reinventado desde cero en todas las etapas por el creador que se guía únicamente de su impulso personal”.
“¿En ese momento no sintieron que estaban haciendo algo que era peculiarmente hermoso?”, pregunta Jon Ronson a las Shaggs en una entrevista de 2012. “No, para nada”, responde una de las hermanas. “¿No lo han vuelto a escuchar ahora y pensado que, en realidad, es bastante bueno?”. “A decir verdad, aun creo que es malo”, ríen.