El camino de vida de Rivers Cuomo lo dictó Ace Frehley, el guitarrista fundador de Kiss. A los 7 años de edad, Cuomo escucha por primera vez el álbum Rock and Roll Over a través de una niña que visitó el ashram donde se crió. Cautivado por la guitarra flameante de Frehley, el joven Rivers creció con el propósito de tocar igual de rápido que su ídolo y en su adolescencia formó un par de bandas de heavy metal inspiradas en Kiss. A los 18 años, se mudó junto a una de estas bandas a Los Ángeles, determinado a ser igual de famoso que los cuatro maquillados. Pero eso no pasó: la banda se disolvió y Cuomo se encontró en un cambio de gustos personales y culturales. Trabajando en una tienda de discos descubrió la música de Pixies, Sonic Youth y Nirvana.
Descubrir el rock alternativo fue un pilar fundamental para la creación de Weezer, según contaría años más tarde el cantante y guitarrista de la banda. Cuomo estudiaba obsesivamente la visceralidad de Cobain, presintiendo que toda la música que escuchaba llegaba a un momento de explosión. Y empezó rutinariamente a hacer canciones así, armando un repertorio extenso para después elegir lo más fuerte. Varias canciones del disco debut homónimo de Weezer -como “Undone (The Sweater Song)“, “My Name Is Jonas“, “The World Has Turned And Left Me Here” y “Only In Dreams“- fueron hechas bajo ese proceso, antes de que Cuomo formara la banda en el 1992 junto al guitarrista Jason Cropper, el bajista Matt Sharp y el baterista Patrick Wilson.
Pero la escena musical de Los Ángeles no los acogió de ninguna manera, con un primer año marcado por shows sin gente. Aunque los ánimos eran bajos entre el cuarteto, un demo logró llegar a Todd Sullivan, representante de la disquera mainstream DGC en el verano de 1993. En agosto, la banda firmó con DGC y empezaron a grabar con Ric Ocasek, frontman de The Cars. Cropper fue despedido de la banda en medio de la grabación y Cuomo grabó todas sus guitarras en un día. El álbum salió en mayo de 1994, un mes después de la muerte de Cobain, a una recepción crítica y comercial completamente indiferente. En un mar de bandas que definían el éxito del rock alternativo con estéticas llamativas y distorsiones sucias, el encanto de Weezer era difícil de saber dónde ubicar.
Entre estribillos pegadizos y referencias sentidas, el álbum homónimo de Weezer ocasionalmente es un trabajo cándido. Detrás de las guitarras pesadas, referentes inesperados como los Beach Boys emergen en las armonías e historias de algunas de estas canciones. La levedad sesentosa se encuentra en “Surf Wax America” y “Holiday“, canciones sobre surfear y el idilio de vacacionar, al igual que en la declaración de amor inocente y procaz que es “Buddy Holly“. O “In The Garage“, canción que rinde un tributo sincero al mundo interno del Cuomo adolescente, entre referencias a un espacio lleno de posters de Kiss, cómics y horas gastadas felizmente haciendo canciones para uno.
Sin embargo, detrás de la ingravidez entrañable y algo ñoña, una oscuridad antitética de exploraciones incómodas y tóxicas también marca el disco. Un narrador inseguro y controlador hacia su pareja aparece en “No One Else“. Entre un riff efervescente, el estribillo declara “I want a girl who’ll laugh for no one else”. En el tema siguiente, “The World Has Turned And Left Me Here”, los arpegios acústicos compuestos por Jason Cropper adornan la melancolía distorsionada del narrador desolado al contemplar su separación; sus peripecias mentales frente a lo sucedido generan efectivamente una mezcla fascinante de simpatía y lástima a través de la canción.
La fragilidad de los narradores de Cuomo y sus deconstrucciones prosigue en “Say It Ain’t So“. Guitarras limpias suenan mientras el cantautor canta sobre la paranoia y ansiedad verídica que sintió en su adolescencia al encontrar una cerveza en la heladera y fantasear que su padrastro iba por el mismo camino de alcoholismo que su padre. La canción contrasta acordes relajados durante sus versos con estribillos punzantes y cargados de distorsión, culminando todo en un solo catártico y exorcizante frente a los sentimientos que carga.
Sentimientos musicales similares son conjurados en el opus de ocho minutos, “Only In Dreams”, el último tema del álbum. La línea de bajo repetitiva de Matt Sharp guía la historia adolescente de un narrador que no puede hablar con su interés romántico, viendo que la única manera para algo cercano es a través de sus sueños. El tipo de ensoñación lírica que hay a través del álbum llega a su máximo equivalente musical en la segunda parte del tema. Guitarras, bajo y batería crecen progresivamente en su intensidad dinámica durante tres minutos hasta explotar. Su explosión la marcan los crashes impetuosos de Patrick Wilson entre las líneas de guitarra eufóricas que toca Cuomo.
“Undone (The Sweater Song)” es el intento, según el frontman de Weezer, de hacer una canción experimental a la Velvet Underground. Un estribillo innegable se entremezcla con grabaciones de conversaciones de fondo de la banda y sus amigos en los versos. Al poco tiempo del lanzamiento del álbum, “Undone” empezó a ser pasada frecuentemente en estaciones de radios universitarias y posteriormente en estaciones de radio masivas a través de todo Estados Unidos.
Un video dirigido por Spike Jonze le siguió, en el que vemos al cuarteto tocar la canción en una sola toma con un set azul de fondo que imita la tapa icónica del álbum. A medida que progresa el video, la entrada de perros al set y muecas constantes que el cuarteto le hace a la cámara desvirtúan la actuación. El video fue pasado frecuentemente por MTV y terminó siendo un éxito inesperado. Un vídeo de “Buddy Holly” siguió, también dirigido por Spike Jonze, con la misma o mayor repercusión que “Undone”.
A finales del 1994, Cuomo y cia. se fueron de gira con la banda de rock alternativo Live. Ed Kowalczyk, guitarrista y cantante de Live, recordó esa gira como un tiempo de apogeo comercial y ebriedad rutinaria para su banda. También recordó entrar una noche al ómnibus de su banda compañera y encontrarse con una imagen insólita: un solitario Rivers estudiando francés y practicando escalas en su teclado. Kowalczyk quedó perplejo al ver al frontman de una banda al borde del estrellato rechazar los ethos gastados que vivió Live, entre incontables bandas más. El frontman de Weezer estaba igual de confundido, padeciendo la monotonía y soledad de giras incesantes y la fama masiva de su banda.
El cantautor encontró consuelo escuchando óperas italianas mientras recorría el mundo con su banda. Aunque no lo veía, la idiosincrasia de Weezer era algo valioso dentro del paisaje contemporáneo musical. Esa virtud generaría un culto devoto a la banda y las canciones de este álbum, con su sonido influyendo de cierta forma las corrientes del pop punk de los 2000, incluso posteriormente en la honestidad inédita del emo y su melodicismo. Nada mal para el adolescente de Connecticut que quería ser Ace Frehley.