Académicos del arte. Militantes de la música. Gestores culturales. Artistas. O todo eso junto: la música es un lenguaje que no permite indiferencia, que obliga a ocupar cada rol para convertir la ciencia del sonido en experiencia estética. Es por eso que los autores de libros de música tienen una trayectoria que los encuentra en distintos espacios de la producción artística, mucho más allá de su circunstancia de escritores.
Durante el 2023, las editoriales que publican sobre música en la Argentina continúan cuidando una buena costumbre: la experimentación gráfica. Así como la actualidad sonora nacional está permeada por la combinación de géneros, los sellos editoriales se despojan de las convenciones de las imprentas para explorar el origen del rock nacional o la vitalidad del rap bonaerense; el vínculo entre los artistas plásticos y las canciones o los puntos de encuentro del sexo y el sonido. Porque detrás de cada músico hay una historia y en cada decisión artística hay un sentimiento en disputa.
Esta selección de Indie Hoy contiene cuatro libros pero abre un universo de artistas, bandas y sensaciones a explorar que no hallarán silencio en el punto final.
Rompan todo de Billy Bond
Planeta
La transición de dejar de imitar a Elvis para copiar a The Beatles. Los primeros meneos, el traje, el playback. La radio y la tele como los representantes del mainstream. Los naufragios de los sin techo que inspiraron composiciones emblemáticas. Los beatniks, los hippies, los rockeros. Los raids policiales, la clausura de bares, los artistas cagados a palo. El ácido o la lucha armada: los dos caminos posibles. Billy Bond retrata una época mítica y disruptiva de la música argentina, que supo corromper estéticamente las imposiciones de todo status quo, incluso el artístico.
El “¡Rompan todo!” de Billy Bond en el Luna Park, eternizado como un ícono del espíritu de rock nacional, se trasladó al papel: la edición de Planeta quiebra el paradigma de lectura y propone una experiencia gráfica que ordena el anecdotario con decisiones de diseño que se alternan página a página y vuelven a esta biografía en un objeto-libro que trasciende su valor escrito. Cada hoja puede ser un póster, solo mejorado por la frescura rockstar del relato de su autor, que relativiza las exageraciones épicas para mostrar cuántas horas de desvelo en los estudios de grabación existían detrás de cada hit.
Aún con excesiva autorreferencialidad, el relato de Billy Bond se configura como una voz potente que conserva el espíritu de la transgresión de nuestro primer rock, el que habita en todas las canciones y que no podemos dejar de escuchar. Por eso, y mientras se acerca a los 80 años, continúa siendo vanguardista: porque propone aceptar a todos para corromper lo establecido y comulgar con una rebeldía que pueda privilegiar el instinto por sobre los mandatos. Si eso no es el rock, ¿entonces qué es?
Haciendo rap juntxs de Martín Biaggini y Josefina Heine
Leviatán
“Yo no vivo del rap, pero el rap sí vive en mí”, retumba una de las letras que integra Haciendo rap juntxs, un proyecto académico y artístico que recoge rimas escritas y cantadas en el conurbano por artistas que desde el comienzo del siglo le ponen el cuerpo a la contracultura. En su propia composición multiautoral, esta iniciativa de la Universidad Nacional Arturo Jauretche expresa una de las esencias de este género: su potencia colectiva que siente naturalmente el pulso de la calle porque crece desde allí.
Un cancionero de rimas callejeras, una antología de biografías de raperos, un ensayo sociológico del conurbano, pero finalmente un posicionamiento político: la universidad tiene que estar cerca del sentimiento de los barrios, que reverbera a través del rap su orgullo por el ritmo que tienen sus ritos, luchas y pasiones. Un modo de vivir el género que no reniega de la necesidad del dinero pero no lo convierte en su principal anhelo, porque continúa privilegiando la estética de barrio que los configuró como una comunidad con identidad.
Revitalizando la idea del rap conciencia, los artistas seleccionados sostienen una tradición contestataria que mantiene su llama encendida detrás de los millones de reproducciones y los estadios llenos que logran las rimas del glamour. Son de zona norte, oeste y sur, allí donde la cultura hip hop sobrevivió cuando se los desplazó hasta del under y siguió fluyendo entre vías del tren y el apremio de la madrugada. Son del conurbano, allí donde la poesía de la calle es un fin en sí mismo porque celebra la expresión y la escucha, pero principalmente el encuentro.
Otras formas de Florencia Ciliberti
Gourmet Musical
¿Hay puntos en común entre el dadaísta Federico Peralta Ramos y la obra queer de Dani Umpi? ¿Cómo es que siempre cantamos letras de Roberto Jacoby y no lo sabíamos? ¿Fue Xul Solar un músico visual? Algunas de esas preguntas se abren en Otras formas, que detalla cómo los artistas plásticos se movieron entre las fronteras para crear sonoridades que les permitan explorar en subjetividades artísticas desde la indefinición.
En su especificidad, Florencia Ciliberti logró algo inédito, original, inhallable y necesario. Después de concretar el álbum homónimo al libro, fue un paso más allá para concretar una obra que puede acompañar a las canciones -como los textos que se incluyen en los CDs- pero también le otorga más profundidad, al revelar la filosofía artística que impulsó a cada artista en grabar sus canciones.
El diseño que escogió Gourmet Musical para publicar Otras formas acentúa el carácter performático en su materialidad: un libro que, como Artaud de Pescado Rabioso, es incómodo para los estantes pero garantiza un primer impacto deconstructor de las convenciones del arte. En simultáneo, la autora se desborda en su obsesión de visibilizar la expresividad de sus colegas: artistas ensamblados que piensan al sonido como concepto, a la puesta en escena como instalación, a los álbumes como una fase de los sentidos. Ese es el camino que más la acerca a una desposesión de los cánones. Esa es la manera en donde cree que el artista encuentra, por fin, su libertad.
Playlist: Música y sexualidad de Esteban Buch
Fondo de Cultura Económica
La frase canonizada sostiene que todo se trata sobre sexo, salvo el sexo que se trata del poder. ¿Por qué estaría exenta la música, entonces? Esa es la premisa que inspira Playlist: Música y sexualidad, una obra pangenérica que diseñó en cada capítulo un soundtrack y un debate sobre el vínculo entre los sonidos y los coitos. Una vez más, Esteban Buch manifiesta su erudición melómana para combinar estudios académicos, desarchivar discografías (con una heterogeneidad que cruza pop del 2020 con el dramatismo de la música clásica del siglo XIX) y tejer una cronología de cómo la circulación musical ya se vinculaba con el erotismo en las comunidades antes de Cristo.
El autor abre una disputa: el sonido marida mejor con el tacto que la imagen. Sin embargo, lejos de proponer una certeza sobre la potencia de un orgasmo musicalizado, problematiza sobre las premisas sociales que determinan la experiencia sexual y como la música -o bien, una playlist- puede predisponer las emociones y configurar el ritmo de nuestros propios encuentros. Si el sexo siempre se entendió como un mercado valioso, ¿por qué la industria musical no querría introducirse allí?
Entre los debates de los modelos sonoros que proponen un modo de ensamblar los cuerpos hasta los efectos químicos del sonido en las hormonas, existe un abordaje tan exhaustivo como lúdico de una discusión que pertenece al living pero también al laboratorio. ¿Se coge con canciones intensas o suaves, con letra o instrumentales? ¿Existen músicas mejores que un orgasmo? ¿Se puede disfrutar la misma playlist más de una vez o con distintas personas? ¿Qué experiencia ofrece la sonoridad de la naturaleza? Buch no predica verdades, sino que abre preguntas y ofrece la placentera experiencia de pensar. El efecto performático es inmediato: la líbido crece, esta vez leyendo un ensayo.