La primera impresión coincide en cada libro. La interpelación con autoras de la misma generación es inmediata, porque existe un universo de referencias en común. Todas expresan su desapego con la narrativa boomer y exponen la hipocresía de las normas de la adultez en la que se adentran.
Con los talleres de escritura como manufacturas de su prosa, estas autoras inscriben sus nombres en el universo editorial con la madurez que provoca escribir para tolerar el cotidiano, combinando los matices del glosario urbano y el ritmo de los relatos digitales. En todas estas historias quedan destruidos los tabúes: la prioridad y el ojo está puesto en lo que quedaba oculto tras el velo de la intimidad, terreno donde los secretos motorizan el devenir de todas las familias.
La espera, de Paulina Bonino
Malisia Editorial
Exaltar el acto de la espera implica observar cómo una teatralidad impostada nos guía a través de las ceremonias de nuestras rutinas. Eso es lo que escoge narrar Paulina Bonino, una autora quilmeña de 26 años que nos resulta cercana por su mirada sensible, sarcástica y contemporánea sobre la banalidad de la performance que hay que asumir para sortear lo cotidiano. En su primer libro publicado, se cobija en lo insólito para tolerar -y volver más bello- el frenesí de decepciones que configuran el paso a la adultez.
El sello platense Malisia editó esta antología de once cuentos que transcurren en presentes urbanos, en espacios que se reducen por la pandemia o la soledad, en el que los hábitos obligan a sus protagonistas a romper los límites. En el desborde insostenible de las costumbres que supimos construir es donde se nutre la voz narradora que propone la autora, que recurre al humor resignada por el desgaste que provocan nuestras propias normas.
La contemplación de los detalles es una de las potencialidades de La espera, que construye un mapa de emociones en las que es posible diferenciar el estallido traumático de las separaciones de la inercia que decanta en el divorcio. Estos cuentos revelan lo absurdo de la institución familiar en la persistencia de renovar las tradiciones heredadas, para abrazar lo surreal que, muchas veces, puede ser un refugio ante la hostilidad de la rutina. Así, Bonino concreta una antología que se puede leer en un día pero con escenas que se sostienen en el tiempo, sin otra pretensión que alcanzar algún estadío de serenidad. O como piensa uno de sus personajes a la hora de soplar las velas de la torta su cumpleaños: “Mis deseos son siempre los mismos, empapados de ficción: ser feliz, que todos estén bien, enamorarme”.
Cerca de la savia, de Marina Do Pico
Marciana
Escribir una historia de adolescentes para adultos es un riesgo. Se puede recaer en el relato personal, en la conmiseración o en la construcción de jóvenes sabios y descontextualizados. Pero Marina Do Pico no evita la contingencia y logra superarla porque deja fluir la experimentación narrativa para que Cerca de la savia -publicado por la editorial Marciana- sea un relato tan incómodo como sostener ese quilombo de hormonas a los 16 años.
La personaje principal es Maya, que intenta construir su identidad entre el desinterés escolar, la búsqueda de límites y los desencuentros sexuales. Sin embargo, es complejo dilucidar si es ella la que está protagonizando la trama de la novela: dentro de su cuerpo con poca resistencia se disputan las voces que no la dejan dormir y vuelven su quietud desesperante. Eso se expresa en los diarios íntimos presentes al final de cada capítulo, donde Maya -¿o cuál de todas sus versiones?- encuentra la libertad para permitir que sus delirios tomen cuerpo sin perturbarla.
Además de enfrentarse a incluir temáticas de salud mental o la hostilidad de la noche para una mujer menor de edad, hay una potencialidad escénica en la narración. La autora logra convertir un almuerzo en un cóctel de ansiedades a través de la puntuación; configura las dimensiones de una amistad iluminando gestos; amontona voces para recrear el verosímil de un diálogo esquizo. Las contusiones de la protagonista se nos vuelven piel. Los flashes borrosos pero vívidos que expresa una psiquis alteradas se nos manifiestan como recuerdos de nuestras propias adolescencias, que solo se atemperan cuando se deconstruyen los parámetros de éxito impuestos. O como escribe Maya en su diario, sobre el chico que le gusta: “No dice que va a estar todo bien, ni que mire para delante ni nada de eso. Él solo me dice que igual podemos hacer una fiesta, con todo lo que está pasando”.
Patadas en la boca, de M. Conur
Odelia Editora
Esta novela inicia con citas a Dillom, José Sbarra y Loorie Moore. Nunca fueron más pertinentes estas referencias para comprender la composición del universo narrativo de M. Conur, una autora que se presenta con un pseudónimo que le da una identidad digital y una territorialidad, que más que geográfica es de hábitos y sentimientos. Sus historias no dejan de lado un discurso ya conocido de los suburbios metropolitanos, donde los consumos y el delito atraviesan el cotidiano, pero ella decide exhibir cómo desde ese deterioro urbano se sedimentan los sueños terrenales de los que viven pensando en el fin de mes.
Patadas en la boca está protagonizada por dos compañeros del Secundario, que oscilan entre la amistad y la calentura para terminar unidos detrás de la adrenalina que les inyecta la entradera y el hurto. Impulsados por la desinhibición, alcanzan el ideal de todo adolescente: romper todas las reglas que no comprenden o no acuerdan. Esta novela publicada por Odelia Editora desafía el apañamiento a los errores juveniles con la crudeza de su capacidad de lastimar y dañarse a sí mismos, en los universos paralelos que construyen al margen de los adultos.
M. Conur explora todas las dimensiones de las que es capaz la inconsciencia adolescente, pero la osadía de su escritura trasciende el relato juvenil para enfrentar al lector con los secretos que conservó en el olvido. Abusos, psicopateos, desorden alimenticios, bullying: todos deben enfrentarse a su pasado. Nadie es capaz de tirar la primera piedra. Son los personajes de Patadas en la boca los que las reciben en el pecho.
Subrogar, de Natalia Peroni
La Flor Azul
Una mujer remarca los días en su agenda. Destaca una semana: la de mayor fertilidad. Otra mujer abre la heladera y al verla vacía decide encender un cigarrillo y servirse un whisky. Ellas no comparten gustos ni intereses. Pero será la necesidad, los alcances del cuerpo y las construcciones de deseo lo que unirá sus vidas para siempre.
Natalia Peroni -formada en Bioética clínica en la FLACSO y codirectora de la librería digital Salvaje Federal– apuesta en su primer libro a romper las paredes del ámbito doméstico y confrontarnos con el vínculo inseparable de los mandatos de maternidad y las necesidades económicas. Mientras los varones conservan una vida paralela oscilando entre la despreocupación y el negocio redituable que les representa manipular las ilusiones, las mujeres conviven con el recetario de pastillas, los tratamientos invasivos, los intentos forzados y las decepciones en soledad.
¿Cómo discutir públicamente sobre la soberanía de los cuerpos y el deseo de criar un hijo propio? Aunque es la única de esta selección que nació antes de los noventas, Peroni se inserta en la tradición de literatura política y feminista, generando que Subrogar nos provoque ternura y desconsuelo, habilitando preguntas sobre nuestra propia infancia, las imágenes que conforman el anhelo de una familia y las emociones que se ponen en juego al gestar un hijo al que nunca verán crecer.