En noviembre de cada año, la mayoría de las editoriales ya tienen programados sus lanzamientos del año siguiente. Esas anotaciones y bocetos de tapa alcanzan la materialidad en este primer semestre, que llevarán a las vidrieras de librerías y stands de ferias desde novelas experimentales hasta ensayos que destruyen con sarcasmo nuestros hábitos cotidianos.
Entre el impulso de los gestores culturales que enriquecen el mapa de editoriales independientes y el descubrimiento de rarezas inéditas, los primeros meses del 2023 expresan todo el vigor del universo editorial argentino, que supera el permanente obstáculo del sobreprecio y el oligopolio del papel, su principal variante de costo.
En Indie Hoy, elegimos cinco novedades del año de editoriales o autores argentinos.
Presa suelta de Romina Doval
La parte maldita
Gatos y dictadores: la portada de Presa suelta nos introduce directamente a la trama de una novela que, mediada por la búsqueda y cría de mininos, aborda la modalidad delictiva más trágica de la última dictadura: el secuestro de bebés. El sello La parte maldita -responsable de un catálogo en el que predominan la reedición de inhallables y el descubrimiento de autores extranjeros-, publicó la historia de la escritora porteña Romina Doval, que se ubica en la narración de memoria y desarrolla el rol de los cómplices civiles en la dictadura. En este caso, el de un respetado médico obstetra, que encontraba valor únicamente cuando ordenaba maniatar a las detenidas embarazadas.
Pero esta novela, que cuenta con escenas que empalidecen la piel, no se cierne exclusivamente en lo cruento de la tortura y la frialdad de sus perpetradores. La autora introduce elementos del conflicto cotidiano, el chusmerío vecinal y el culebrón amoroso para configurar el universo de protagonistas que terminan de armar la estructura coral de la obra. Allí radica uno de los fuertes narrativos de la historia: cada personaje tiene un pasado oculto; todos son un poco malos, pero hasta sus errores tienen alguna explicación.
En ese panóptico narrativo en donde todos los personajes se vigilan mutuamente, mucho más aún cuando un escrache revela que un genocida vive en su mismo edificio, Presa suelta logra expresar una suerte del devenir histórico de nuestro país al recuperar la democracia. Tachando los días, entre la búsqueda de vivir a pesar de lo trágico, sin perder la memoria y en el vértigo de las pasiones con las que los argentinos piden justicia y defienden su ideología, construimos una identidad nacional tan marcada por el fervor como por la contradicción.
Bibliotecas de varios autores
Godot
Bibliotecas incipientes, como orgullo tótem de las lecturas primerizas. Bibliotecas sin desembalar, como el momento más trágico y esforzado de las mudanzas. Bibliotecas heredadas, como exclusivo legado de una convivencia o un pariente que ya no está. Bibliotecas públicas, como el único acceso a la lectura posible. Bibliotecas compartidas, como expresión de las coincidencias de concubinos. El desprendimiento de parte de nuestra biblioteca: un amor que ya no sobrevive, algo que en algún momento se valoró y ya no se prioriza conservar.
Cada biblioteca tiene historias para contar; muchas más de las que se narran en las páginas. Por eso Godot reunió a un grupo de escritores latinoamericanos para que nos abran paso a sus bibliotecas y lo que ellas significan. Algunos con libros sueltos, otros con grandes depósitos; cada autor responde qué títulos suele guardar pero también qué hay detrás de la selección, acumulación y organización de ese fetiche de papel: todo lo que expresa de una persona la convivencia con los textos que nos vieron crecer y que, al abrirnos, conservan marcas de lo que en algún momentos nos pareció importante subrayar.
Bibliotecas no solo es un homenaje a ese espejo espiritual, revelador de intereses y de identidades, sino también de la sincronía de escrituras y lecturas de autores consagrados que, a pesar de tener un vínculo muy distinto cada uno con su propia colección de libros, todos están mediados por el cariño a lo que se eligió preservar. Para volver a leer, para recuperar citas, para reencontrarse con uno mismo y con las marcas que dejó en el texto: no importa con qué criterio las armamos. Sino que sigan allí, con su solidez simbólica y su plenitud material, para recordarnos que también somos lo que leemos.
Sobre lo natural de Mónica Müller
Vinilo Editora
Entre tendencias alimenticias y verdades de pasillo, lo establecido como saludable se impone más por sentido común que por conocimiento. La industria aprovecha la superstición y pone en términos de marketing los valores nutricionales que la naturaleza ya provee, mientras juega a ser un dios creando pollos súper poderosos y frutas enormes y brillantes. Al panorama desolador, Mónica Müller lo condimenta con análisis, historia y una ración de sarcasmo, para poder comprender que lo orgánico puede ser sinónimo de salud, pero también de bacterias o herbicidas.
“Son la prensa y la publicidad quienes no enseñan a comer”, escribe en Sobre lo natural y nos lleva a pensar en cuántos hábitos alimentarios incorporamos por la insistencia de un compañero de trabajo o una publicidad. Desde Popeye el Marino -aparentemente, la espinaca no te hace tan fuerte- hasta los shampoos libres de gluten, la autora -que ejerce como médica- nos enfrenta a las mentiras instaladas que imponen y quitan modas alimenticias y, sin importar el siglo, construyen la asociación entre el buen comer y la privación.
Aunque es breve, el lanzamiento de Vinilo Editora no es ligero. Todos han caído alguna vez en la expectativa de consumo saludable que, en ciudades donde los alimentos se consiguen en cadenas de supermercados, es imposible sostener. Aunque no elude tratar sobre el maltrato animal, Müller se concentra en despojar del aura de deidad a todo lo natural, que indefectiblemente siempre aplicará su voluntad. Que la búsqueda de lo orgánico no se convierta en paranoia: ese podría ser un punto de partida para dejar de apropiarse de todos los discursos new age que circulan y, simplemente, desearle a las personas que tengan buen provecho.
Hybris de Alberto Laiseca
Random House
Delirante e impúdico. Marginal y fantasioso. Guarro y jocoso. Es complejo definir en el idioma castellano lo que se encuentra en Hybris, aunque lo seguro es que nadie puede salir indiferente de su lectura. Los escritores Sebastián Pandolfelli y Selva Almada -esta última, la prologuista de la edición- encontraron tres novelas cortas inéditas del mítico Alberto Laiseca cuyo único punto en común es la convicción de destruir cualquier tipo de respeto a las formas y a la conducencia narrativa.
En su contratapa, Random House da en la clave al definir que este libro “amenaza esa ilusión llamada Literatura argentina”. Y aunque los manuscritos no envejecieron bien, porque la retórica misógina de muchos fragmentos incomodan hasta olvidar que el narrador también es una voz de la ficción, el valor de la publicación trasciende el apellido de su autor por la apuesta de de acercarnos a la pulsión de lo sobrenatural desde el más insensato humor. El absurdo llega hasta la incorrección y es así que se encuentra el subterráneo de las almas: allí es donde Laiseca puede al fin ser.
El primero de los textos, “Camilo Aldao”, construye una fantasía vernácula que crean, mediante fotogramas delirantes, una sociedad paralela de seres pequeños con pretensiones imperialistas. “La puerta del viento” es la historia con mayor rigor narrativo, acompañando la enajenación de las personas que se convierten en espíritus al combatir en la Guerra de Vietnam, donde les entregan su vida a los explosivos, la comida enlatada y los misterios de la selva. Finalmente, “Sindicalia” es una fuerte dosis de lisergia nihilista y de paranoia nocturna, que fluye por la cadencia de una narración sarcástica entre debates sobre la moral y la organización política.
Como en aquellos relatos televisivos de cuentos de terror, Laiseca se da gustos: escribe como quien necesita respirar. Sin sentido, sin explicación, autómata. Proyecta sus obsesiones en cada anotación y el libro, así, obtiene una connotación intimista. Ahora es el lector el que puede darse el gusto. Y tiene todo para ganar, tanto si elige leer este hallazgo o si prefiere dejarlo pasar.
Peregrino transparente de Juan Cárdenas
Sigilo
¿Qué tiene que ver un pintor en las selvas de la Colombia postcolonial con un narcotraficante en la puerta de un ciber? Ingresar en ese universo de determinaciones históricas lleva a Juan Cárdenas a entender que entre la contratación de mano de obra esclava, la producción de tabaco o el comercio de la cocaína no hay tantas diferencias. Esas condiciones mercantiles y sus correlatos para configurar una identidad son los ejes de Peregrino transparente, una obra que oscila entre el ensayo, la poesía y la literatura con un resultado envolvente.
El libro parte del análisis de los pintores de aldeas y paisajes contratados por la incipiente nación, para permitirle el juego al autor de construirles, en la delgada frontera entre la posibilidad y la realidad, un universo de aventuras y pasiones. Así fluye el diálogo intergeneracional con los viajeros del siglo XIX, cuyas crónicas y pinturas pretendían inventar las bases de un país, donde la piel blanca era sinónimo de progreso pero los pueblos originarios aún gozaban de cierta simetría por conocer todo sobre la selva y sus seres.
Esta, la tercera novela de Cárdenas en el sello Sigilo, también está ilustrado por el artista Alejandro Pasquale, cuya tapa profesa los simbolismos y la estética naturista de la historia en la que nos sumergiremos, convirtiéndolos en una serie de libros-objetos. Más aún Peregrino transparente, ya que con los textos que el autor recupera, con una evidente dosis de admiración, terminan por realizar una doble operación metatextual: admiten que él mismo fue determinado por el relato de la Colombia pretendida, mientras que intenta cimentar la Nación -una que se adapte a las pistas sintomáticas del futuro- por construir.