I – Primer intento de escribir una crítica: Me veo en la obligación moral de decirle que si nunca asistió a un espectáculo de García Wehbi usted es un imbécil. Primero eso, y segundo pero no menos importante, entender que Botella en un mensaje es la continuación de la herida.
La herida que vi abrirse en las puestas de García Wehbi, hoy la veo ensancharse al leer sus textos, puedo contemplar el momento de la cuchillada, puedo ser la víctima y el victimario, o como decía Baudelaire; “Ser la herida y el cuchillo”.
II – Segundo intento
No me sorprende que el caretaje teatral no perdone el riesgo, y que incluso margine a espacios y presupuestos reducidos de su canon oficial, a las obras que su grotesco estomago burocrático no puede digerir.
No me sorprende que la ciudad que supo llevar el under a un estado ferviente de ebullición productiva se haya convertido en el templo de la comodidad.
III – Tercero
No puedo ser objetivo ni me interesa serlo. No juzgo a las obras comparándola con otras obras ni con la historia del teatro ni con Shakespeare, no digo a la salida del teatro en voz baja: “muy pretenciosa”, no soy crítico, ni me interesa serlo, ser el personaje crítico es un insulto, ¿qué es un crítico? ¿Una larva que ve obras de garrón? El crítico ve pero no mira, oye pero no escucha, el crítico tiene una opinión antes de ver la obra. El crítico es un mal innecesario.
IV
Las obras de García Wehbi trascienden la escena, y trascienden el teatro mismo para convertirse en otra cosa, en varias, más que nunca se siente en vivo cierta multiplicidad de sentidos atacando al espectador sin pausa.
Y en este ataque puede encontrarse el rechazo que genera sobre algunos de sus colegas del (in) mundo teatral; un terreno fértil que sus hacedores han convertido en un desierto del aburrimiento (la repetición de la repetición de la repetición)
V – La poética del disenso. Manifiesto para mí mismo.
Un monologo que combina ideas propias y ajenas, más que ideas, breves hachazos que tienen como destino arrancarte la cabeza. Un manifiesto sí, pero también una obra en sí misma.
“(…) el arte no es político por su temática sino por su modo o procedimiento formal de acción. Deviene político cuando propone una interrupción poética en las reglas de la cultura y de la ley. Deviene político cuando se transforma en potencia para cuestionar y desestabilizar al espectador en la construcción de su identidad y realidad, extendiéndose más allá del mimético y aristotélico sistema de representación y reproducción de ideologías existentes y prevalecientes (…)”
Y lo mejor de todo, la frase con la que logro un mayor y mejor grado de identificación:
“Poner en entredicho todo el teatro hecho hasta ahora (incluso el propio) cada vez que se acomete un nuevo montaje.”
VI – El público es el enemigo
La balsa de la medusa:
“Ustedes nos fuerzan a ser el objeto de nuestro interés.
Y nos van a oír: ¡Pedazo de cagones!
Farsantes, atrofiados. Nadadores de la abundancia, pesimistas, bribones, miopes, abúlicos, escorias de la sociedad, vómitos.
Necios, groseros, misántropos, payasos, amnésicos, cerdos, críticos de teatro, lugares comunes, horda salvaje, destilación emponzoñada, leche cortada.
¿Ustedes no piensan?
¿Ustedes no reaccionan?
(…) consumistas, cacareantes, (….) hamlets de entrecasa, bulímicos, miembros de la SS, fanfarrones, constipados. (…) bufones capitalistas, fracasados lacayos, inútiles ladillas, autómatas obtusos, confusos meritorios.
(…) clasemedieros indignos, les decimos: La esperanza es frágil. (…) Si pudieran lamer nuestro corazón, caerían envenenados.”
VII – El (A)parecido y Hécuba el gineceo canino son para mí el súmmum bonum.
VIII – Fritzl agonista
Josef Fritzl, algunos lo recordarán.
“He aquí mi regla: confusión de besos
pellizcos
arañazos
Mordiscos
mirarte antes
de tocarte
tratarte con dureza
sin dulzura
pintarte los labios
de sangre roja y de moretones (…)”
IX – Volver a Hécuba
Hécuba y el monologo sobre los locos en la voz y el cuerpo de Maricel Álvarez se vuelve un Aullido:
“(…) locos como faquires famélicos que se clavan clavos para saciar su hambre de dolor, locos muertos con los ojos despiertos bien abiertos, locos que se arrancan los parpados porque entre un parpadeo y otro se destruye el mundo, o locos que se arrancan los ojos para ver el secreto de las cosas; locos que todos dicen reclamar pero nadie busca; locos que imitan como loros y cuya imitación es inimitable; locos de mirada triste que usan palabras como cuchillos y cuchillos como palabras; locos que le dedican un buen rato a la rabia; locos que viven en una casa de carne cruda, en pellejo vivo; locos que regresan a sí mismos, empobrecidos, al contemplar el gran teatro del mundo (…)”
X – “En el futuro me aseguraré de despertarme un minuto antes que Pluto y juro que haré arder Hollywood”
XI – Final
Chocarse contra el espejo que nos devuelve una imagen idiota ya no como espectadores sino como sociedad, y en ese puente, nos encontramos con la sangre en el ojo, y también con una utopía.
En estos días García Wehbi está poniendo en escena los textos de Rodrigo García; “Prefiero que me quite el sueño Goya a que lo haga cualquier hijo de puta” y “Agamenón, volví del supermercado y le di una paliza a mi hijo”.
El jueves 15 de noviembre en el Teatro Beckett de la ciudad de Buenos Aires, se presentará por única vez “Cuando el bufón se canse de reír”.
Botella en un mensaje
Emilio García Wehbi
2012 – Alción Editora y Ediciones Documenta/ Escénicas 2012
Córdoba, Argentina