Periodista, escritora y filósofa de formación de grado, Tamara Tenenbaum (1989) se convirtió en una referente del feminismo desde la publicación de su libro El fin del amor. Querer y coger, a principios del 2019 por el sello Ariel de la Editorial Paidós. En un cafecito de Villa Crespo nos hicimos lugar para hablar de transformaciones y continuidades que se han ido gestando en las parejas heterosexuales, como la idea de la infidelidad, el feminismo liberal, el feminismo para los oprimidos, y la problematización de la maternidad como derecho.
¿Creés que hay cosas de la pareja concebida en su forma más conservadora o tradicional que todavía pueden sostenerse políticamente?
Me parece que quizás lo que se complica un poco es la hipertrofia de la pareja. La idea de que la pareja se convierte en el último bastión de quien te banca. Y eso no es una idea antigua, es una idea muy reciente que tiene que ver también con el desarme de las familias ampliadas, de los barrios, de las redes comunitarias. No es algo que tenga que ver incluso con la pareja tradicional, porque la pareja tradicional, si pensamos en algo así como el siglo XV, era mucho menos importante de lo que es ahora. Descentrar a la pareja es lo que permite tener parejas donde haya más libertad, en el sentido de que, bueno, te podés separar porque hay otros vínculos en tu vida. Si no, estás en una situación de dependencia total. Si no, vos realmente no tenés otros vínculos a los que les des espacio porque no hay un reconocimiento social de esos otros vínculos. Hoy se supone que vas a comer afuera o al cine y vas con tu pareja; y nadie piensa que sos un fracasado si no tenés amigos. Aparece algo ahí del éxito o del fracaso que está más ligado a la pareja. Para mí lo que es más complicado hoy es eso: la hipertrofia de la pareja, que tiene que ver con que se han desarmado ciertas redes que estaría bueno reorganizar. No exactamente como eran, porque también tenían mucho de opresivo, sino reorganizarlas de forma que hoy nos resulten menos opresivas. Pensando no solamente en la pareja sino también en la familia. Hoy las parejas están muy solas criando hijos, están solas criando hijos siendo personas asalariadas. Yo charlaba el otro día con una amiga, y le decía que en mi barrio y mi familia si alguien tiene un hijo lo cuida todo el mundo, las tías, las vecinas, las amigas. Y yo mil veces cuando veo que mis amigas están superadas les he dicho “che mirá, yo trabajo en casa, si me decís me lo traes y ya está.” Y capaz no lo hacen.
Yendo a la cuestión del poliamor, en el libro tomás una pareja de referencia y hablás, sobre todo, de lo que es la honestidad en una relación de este tipo. Me preguntaba cuán transparente es el deseo siempre, y en qué medida uno puede ser honesto con el otro en una cuestión que no siempre es transparente para uno mismo.
No, es imposible. Por eso me parece que también la cuestión con la honestidad es una cosa complicada. Me parece que hay que tratar de no lastimar mientras una pueda y ser buena gente mientras una pueda. Después, como decís, es muy difícil. El deseo es una cosa opaca, una no sabe lo que quiere siempre. Las cosas se hacen como se pueden. Yo lo que creo que está cambiando es quizás la idea, incluso en una pareja que no es abierta, de que la infidelidad es el pecado máximo. Que es algo que duramente mucho tiempo -en el último tiempo en verdad, porque nuestras abuelas toleraban la infidelidad masculina- se pensó como la peor traición. Creo que eso está cada vez más gris, en el sentido de que muchos pensamos que efectivamente no es algo tan grave. Grave es la violencia, la falta de respeto, que no te cuiden cuando te tienen que cuidar; grave es que una persona no esté cuando vos necesitás que esté. No es tan grave que mientras vos estás en la facultad, esté haciendo otra cosa con otra chica. Me parece que eso está un poco más en crisis. Por eso me parece que a veces aparece un fetichismo de la honestidad, y la verdad, todos sabemos que eso es imposible. La verdad total, decirle todo al otro… uno no puede decir todo sobre sí mismo porque uno no sabe todo sobre sí mismo. Me parece que son cosas muy difíciles de navegar, pero creo que lo que cada vez aparece más es el cuidado del otro y la tolerancia al fracaso, tolerancia a la equivocación. Somos personas, nos vamos a equivocar para varios lugares también. Yo tampoco pienso que haya que sacarle violencia al que alguien levante la voz en una discusión, pero todos nos equivocamos, todos estamos aprendiendo, me parece que es eso todo el tiempo. No pensar en la pareja como algo completo, perfecto. De hecho para mí las mejores parejas, las que a mí me interesan, las que yo pienso que quiero construir, son parejas que resisten a todo lo que va pasando en la vida, y lo difícil que es todo. Lo resisten como pueden: desarmadas, rearmadas, separadas, pero para mí los vínculos más valiosos son esos. Igual cada uno vive como puede. El formato hoy no me parece tan importante, no creo en un fetichismo de eso: pareja abierta o trieja, esa es la mejor o la peor, me parece que son todos momentos y son todos justos. No tiene que ver tanto con el formato, tiene que ver con una ética y hay que trabajar esa ética. Y eso también depende de lo que le cierra a cada uno, de la libido de cada uno. Digo, yo no tengo una libido para estar con cinco personas por semana, no me convoca. Que también es un ideal de esta época, una especie de vida sexualizada. Me parece que no es el modelo para mí, estar en el poliamor total. Me parece que está buenísimo también para pensar que hay gente que no puede estar en pareja, no puede hacer una pareja tradicional, no lo soporta. Y está bien eso, porque eso también esta patologizado, no puede madurar, no puede establecerse, no puede sentar cabeza. ¿Qué significa sentar cabeza?
Quería preguntarte sobre el feminismo liberal. ¿Cómo ves este movimiento dentro del feminismo?
Bueno, yo tampoco veo un gran sector de este feminismo liberal. No es un sector representativo en la militancia. Creo que es un sector muy minoritario y se volvió cada vez más minoritario a medida que las políticas del gobierno [NdR: se refiere al gobierno de Mauricio Macri] se volvieron cada vez más indefendibles. Tenemos que aceptar que lógicamente, en términos lógicos y conceptuales, puede existir un feminismo liberal, un feminismo de más mujeres Ceo. Y de hecho es lo que está pasando en muchos lugares. En el primer mundo el feminismo se entiende como eso: mujeres en las universidades, en distintos espacios pero sin alterar radicalmente esos espacios. Me parece que tenemos que aceptar que conceptualmente puede pasar, las mujeres pueden avanzar en el capitalismo. La pregunta es ¿qué mujeres? Bueno, las mismas mujeres que los hombres: las blancas de clase media educadas. Lo que pasa es que esas mujeres son… ¿el 10%? Entonces, si vos querés defender a todas las demás mujeres hay un punto en donde se vuelve conceptualmente complicado. Me parece que se hace cada vez más indefendible un feminismo con crisis y ajuste. Por eso no vemos muchas figuras, ¿quién defendió el feminismo en nombre del macrismo? Entonces creo que es por lo insostenible del discurso, y también creo que es porque la militancia argentina ha cerrado filas en ese sentido. Por supuesto que hay debates, hay mucho debate entre el campo nacional y popular y la izquierda más clásica, veo también debates entre abolicionistas y putas, pero el consenso en las marchas y las asambleas es antimacrista, eso sí es algo sobre lo que se ha cerrado filas. Me parece que el único feminismo posible hoy, en este siglo, es el feminismo que esta con los oprimidos y los pobres. Porque si no, estás con el 10% por ciento de las mujeres. Y todo bien, pero ese 10% de las mujeres tenemos vidas bastante buenas. Si las mujeres tuvieran la vida que tengo yo, ya estaría resuelta la cuestión del feminismo y estoy de acuerdo, pasemos a la siguiente página. Pero no es así. Y los varones pobres tampoco tienen la vida que tengo yo, entonces me parece que hoy el feminismo es estar con los oprimidos.
Dentro de lo que es el imperativo de la felicidad, por ejemplo el eslogan de empoderate y querete tal cual sos, se piensa al feminismo desde la autonomía individual de las mujeres. ¿Cuál creés que es el peligro de entender al feminismo de esa manera?
Creo que, por empezar, un problema es negar las causas colectivas de esa opresión. A mí me sorprende mucho que todavía haya mujeres que pueden decir “me hago botox para mí”, me parece rarísimo eso. ¿Vos pensás que a vos sola se te ocurrió el ideal de belleza de una frente sin arrugas? No se te ocurrió a vos sola, salió de un lugar, estás reproduciendo eso. Después, no moralizo sobre lo que cada una hace, porque yo me pongo cremas, no como todo lo que quiero, entonces no moralizo de quién tiene que ser un buen modelo. Me parece que hay un error muy grande cuando se les pide mucho a las mujeres públicas. Se les pide todo el tiempo que sean ejemplos morales, se lo piden a Malena Pichot, se lo piden a Jimena Barón. Son mujeres como vos y como yo, que tienen la suerte o la desgracia de ser famosas y vivir sus vidas expuestas. Me parece que no hay que ser con ellas más crueles de lo que el mundo, todo el mundo del espectáculo, es. No me quiero sumar nunca al coro de exitoina que se dedica a pasar horas y horas hablando de los culos de esas mujeres, no me interesa. Sí me parece que hay responsabilidades éticas que vienen de tener ciertos espacios. Yo no soy tan famosa, pero sé que hay gente que me lee y conoce, y hay cosas que no haría o que no hago, pavadas. Pero por ejemplo, ya no hablo de dietas, trato de no hacerlo porque creo que es una cultura muy tóxica, podría llegar a hablarlo por privado pero jamás lo haría públicamente. Me parece que es alimentar una cultura muy nociva. Ni hablar de decir estoy gorda cuando no soy una persona gorda. Pero es obvio que hay una contradicción grande entre sostener algo así como una idea de mujeres independientes y empoderadas, y pensar que tenés que dedicarle el 80% de tu vida y tu dinero (que capaz no tenés) a ser bella. Honestamente yo soy de clase media alta y no gano la plata que tendría que ganar para hacerme la radiofrecuencia, el botox. Si yo no la tengo mucho menos la tiene el 90% de las mujeres del país. Con lo cual venderle a esas mujeres ese cuerpo que no pueden pagar y que sostiene una industria que vive de nuestras inseguridades y es cruel; la realidad es que te termina despotenciando para hacer otro montón de cosas: escribir, pintar, construir casas, enseñar. Mil cosas que podría estar haciendo.
Me gustó mucho el capítulo en donde hablas de la maternidad mediocre. Y pensaba en un tema polémico que es el tema del vientre subrogado. Si bien habilita que muchas mujeres puedan ser madres, también tiene la contracara de las mujeres en situación de vulnerabilidad que son las que mayormente prestan sus vientres.
Esa idea de habilitar a otras personas a ser madres no me interesa en lo más mínimo. No me parece un derecho legítimo. Sale de la idea de que la maternidad es algo bueno de por sí. La maternidad es un fenómeno del mundo, puede ser bueno como puede ser malo, no es algo que tenga moral. Entonces no me parece que sea inherentemente bueno querer ser madre, ni que sea bueno o celebrable querer ser madre a toda costa. Tampoco me parece que es un derecho, porque no lo es. ¿En qué sentido? Es como tener pareja: ¿es un derecho? No. No le pedimos al Estado que nos proporcione pareja, tampoco le podemos pedir que nos proporcione hijos. Derechos tienen los chicos a tener un hogar, por eso tenemos el sistema de adopción, que es otra cosa. No tengo una posición sobre si hay que legalizar la maternidad subrogada, intuyo que no. No me animo a decirlo porque no conozco bien los números del tema, no conozco qué tanto funciona el sistema clandestino, entonces no me queda claro hasta qué punto si la legalizamos venimos a proteger a un grupo de mujeres que están siendo vulneradas. No me animo a decir si la decisión de legalizarla es necesaria. Sí creo en la despenalización y legalización de la prostitución, primero porque lo piden las trabajadoras. Pero en el tema de la subrogación no veo un colectivo pidiéndolo, más que las madres y los padres que quieren tener hijos. Entonces es como si los clientes pidieran la legalización de la prostitución, cosa que no pasa porque a los clientes les chupa un huevo la legalización. Entonces yo creo que hay que legalizar la prostitución para mejorar las condiciones de las trabajadoras, porque ellas lo exigen y porque ellas tienen derecho a decidir cómo ganar su dinero. Si hubiera un argumento para legalizar la subrogación sería ese, no el derecho de las personas que acuden a eso. Las personas que acuden a eso, me parece bastante cuestionable éticamente. Son bebés que después la idea es que tengan tu carga genética, hay como un fetichismo ahí de tu carga genética y la maternidad biológica que me parece muy raro. Y además ha habido tantos casos complicados, países que lo han legalizado. Y hay problemas para los que nadie encuentra solución. Por ejemplo, parejas que en la mitad se arrepienten, o parejas que cuando se enteran que el chico viene con alguna malformación no lo quieren, y entonces la mujer pobre que había alquilado su vientre tiene que tener un hijo que no quiso tener. No vi que ningún país le haya encontrado la vuelta. No sé, me parece que es muy perniciosa la idea de que ser madre a toda costa es algo bueno.
Tamara Tenenbaum recomienda “Fuck it I Love You” de Lana del Rey.