Entrevista por Miguel Zeballos y Gabo Baigorria
Con motivo de la reciente publicación de su segunda novela, “Tu última Lolita”, le acercamos unas preguntas a la autora que, rauda y amablemente, respondió.
Miguel Zeballos (M. Z.): ¿Qué cambió entre tu primera novela “La amante de Stalin” y “Tu última Lolita”?
Luz Marus (L. M.): Muchas cosas: mi vida, por ejemplo. “La amante de Stalin” tiene otra consistencia, otra mirada exterior, y está basada en una fantasía. En “Tu última Lolita” hice un experimento catártico basado en lo que yo estaba viviendo, y se me ocurrió publicarlo. Pensé que tal vez podría lograr algún tipo de identificación o repercusión. El elogio más lindo que me dijeron sobre la novela me lo hizo un profesor de Puán: “Me encantó el final. Termina mal pero termina bien.” Yo no sabía en realidad cómo terminaría para los lectores.
M. Z.: Pareciera que te gusta escribir sólo sobre tu vida. ¿Qué lugar ocupa la imaginación en tus novelas?
L. M.: Muy poco lugar por ahora. Creo que les pasa a varios escritores en sus comienzos. O nuestra vida nos parece muy interesante –parte de ella. Ciertos recortes, ciertos diálogos de la vida real a veces son impresionantes y sólo basta recordarlos bien, para escribir un diálogo atractivo.
Gabo Baigorria (G. B.): Lolita cree que los hombres la leen por curiosidad o porque no se aburren. ¿Por qué leen o deberían leer a Luz Marus?
L. M.: Por curiosidad.
G. B.: Pelotuda mosquita muerta, loca, psicótica-psicópata de libro, inmigrante ilegal, cursi, patética, forra, resentida, transgresora, Shakira en decadencia.
Estás son algunas de las cosas con las que Dolores o -como decide caprichosamente que le gusta que la llamen- Lolita, se refiere a la ex de su hombre/amante.
¿No será mucho?
L. M.: Sí, lo pensé también. Dije: me va a caer el INADI. Después decidí que era un libro, que la gente sabría hacer esa diferencia y que Dolores es esa parte impune de cada uno de nosotros cuando somos adolescentes, cuando no tenemos un censor, o cuando tenemos un padre que pueda defendernos de cualquier acusación que ignore nuestra sensibilidad.
G. B.: Una misión estéril e imposible sería intentar definir a Lolita. Puedo decir que es una mujer particular como todas, sensible, histérica, física, distante, confundida, serena, brillante, insoportable y muchas otras cosas que no sabría enumerar porque, obviamente, no entiendo a las mujeres, ni las entenderé. Lolita provoca lo que provocan todas las mujeres del mundo (“no sé si besarte o pegarte”, le dice Humbert, de hecho.) Lo seguro es que es una mujer que tiene opinión sobre todo.
¿En qué favorece a un ser humano tener opinión de todo?
L. M.: Es una niña, o al menos mentalmente lo es. Tiene esa absoluta certeza que tienen los adolescentes que creen saber sobre todo y tener la posta, pero no sabe nada. Lolita, mi Lolita, de la vida no sabe absolutamente nada.
G. B.: Vomitar es un gran placer y “Tu última Lolita” parece salida de un evento catártico. ¿Cuál de estas tres definiciones de CATARSIS sentís más cercana?
a. Efecto purificador que causa cualquier obra de arte en el espectador.
b. Expulsión espontánea o provocada de sustancias nocivas al organismo.
c. Eliminación de recuerdos que perturban el equilibrio nervioso.
L. M.: La a me parece más bonita, y por algo uno lo comparte en un formato artístico. Para la b y la c, estarían los médicos y psicólogos. La a me parecería la más acertada. De todas formas, eso lo deberían decir los lectores.
M. Z.: En un momento hablás sobre el hartazgo de las historias sobre mujeres que migran del campo a la ciudad, que necesitamos algo más “power”.
Me gustaría que desarrolles un poco esto, o sea, qué sería lo “power”…
L. M.: Animarte a decir lo que no dirías en público. Hablar sin filtro. Generar lo que sea, incluso repulsión, pero generar algo.
M. Z.: De alguna manera “La amante de Stalin” y “Tu última Lolita” las puedo leer como un díptico, o como se dice ahora, “una suerte de continuación”.
Quisiera saber ¿cómo sigue tu trabajo? ¿Vas a continuar en la misma línea? ¿O vas a ir por otro lado?
L. M.: No ya está. Espero que no. Pero no lo sé realmente.
M. Z.: De la misma manera que al leer “La amante de Stalin” se me ocurre la misma pregunta simplona y pelotuda: ¿Cuánto hay de ficción y cuanto de verdad?
L. M.: En “Tu última Lolita” hay mucha más verdad que en “La amante de Stalin” pero si tuviera que poner un porcentaje, te diría que en “La amante” es un setenta por ciento verdad y en “Tu última” un noventa. Me había propuesto que sea cien por ciento verdad pero por suerte la ficción te tienta y te lleva por otros lugares. Pero digamos que la realidad ya era suficientemente rica, mucho más que mi pobre imaginación.
G. B.: Intuyo entonces que la inclusión de las fotos en el libro tiene que ver con apoyar la verdad. ¿Para qué están las fotos en el libro? ¿Son casuales o producidas?
L. M.: Son producidas, especialmente la de la tapa, por el personaje de ficción: Humbert, que solía ser fotógrafo en sus años mozos. La inclusión de las fotos también tiene que ver con este efecto de realidad que quise darle, y de ponerle el cuerpo a la novela. Una especie de novela ilustrada, y nada menos que por uno de sus personajes. Fue muy divertido y placentero hacerlo. Algo que quedará para la historia. Al menos para mi historia.
G. B.: La pregunta “Rial”: ¿Quién es Humbert? (Si no es nadie, ¿qué es o quién debería o podría ser?)
L. M.: Humbert está recreado en un escritor argentino, más grande que yo, que yo admiré y quise apenas conocí, pero por supuesto, Humbert – como casi todos nuestros amores- sí tiene mucho de nuestra imaginación. Pero hay ciertos diálogos y ciertas frases que son geniales y que jamás se me hubiesen ocurrido a mí sola. Digamos que en ese sentido, sin quererlo, la escribió conmigo. El resto que lo aporte la curiosidad y la imaginación de los lectores, que seguramente, es más amplia que la mía.
G. B.: Para terminar, ¿qué es La Única?
L. M.: LaUnicaRevista.com, es una revista digital, de cultura urbana y entrevistas, costumbres, anécdotas y demás que suceden en Buenos Aires. Pretende contar algo distinto, diferente, sacar la faceta que no muestran los personajes en otros medios, contar lo que en otros lados no se cuenta. También digo que somos Playboy al revés porque incluímos una o dos notas de sexo por número. Esto lo saqué del creador de Playboy que se distinguió de las demás revistas sobre sexo por incluir notas sobre arte, escritores, etc, y mucha gente la leía – o decía leerla- por este tema. Se me ocurrió que podría hacer lo mismo pero al revés. ¿A quién no le interesa algo el sexo? Y a la vez, a nadie le interesa solamente el sexo, y eso haría que naveguen por otros sitios de la revista, aunque te confieso que la nota que fue más veces compartida en Facebook y Twitter, fue sobre sexo: “Sexo turista” y superó todas nuestras expectativas.