Hagan la prueba: ingresen en su buscador “situación editorial argentina”. Ni siquiera hace falta que abran ninguna noticia. Si sus algoritmos no difieren tanto, encontrarán que los principales portales web del país -de forma inédita- coinciden en algunos términos: “caída”, “crisis” y “costos” son los términos que se reiteran. Si añadimos el incremento del precio del papel y el eterno vaticinio de que los libros son objetos en desuso, emprender en la industria editorial parece ser una enajenación. Pero Sergio Criscolo, director de Híbrida Editora, encaró este escenario con osadía y calidad, las únicas herramientas que toleran cualquier apocalipsis.
“Los sellos independientes no nacen con el fin primordial de hacer dinero, buscan ser uno más de los actores en la circulación de bienes culturales“, respondió Criscolo en una entrevista al ser consultado por la génesis de Híbrida Editora, que anuncia en las solapas de sus libros: “Somos Híbrida porque las etiquetas nos parecen un sinsentido”. El placer de abandonar de Schoë Blintsjia y Elis Regina, una biografía musical de Arthur de Faria, ya son parte del catálogo que circula en librerías junto a su primera novedad: El corazón adelante. Sonidos, imágenes y sabores de una educación sentimental de Humphrey Inzillo.
Para abordar sus 184 páginas solo se necesita una jornada furibunda de lectura, pero se precisan al menos siete vidas para disfrutar la obra de todos los artistas que el autor recomienda. Solo una trayectoria dedicada a la cultura permiten alinear fútbol, arquitectura, arte plástico, gastronomía y decenas de expresiones artísticas, sin perderse en la bruma de la pretensión. Inzillo sale airoso porque narra con la cadencia de los apasionados por los que están relatando y la sensibilidad de quien quiere revivir esas experiencias con su hija.
En esta compilación de sus artículos periodísticos publicados en La Nación, las anécdotas de personalidades de la cultura (desde Caetano Veloso hasta Jackson Pollock, pasando por Carlitos Balá y Charles Bukowski) se enumeran como las anécdotas de una cena familiar, pero con el vigor de contenido que obliga a tomar apuntes. Como los textos de Juan Forn, las buenas columnas de radio o los profesores de facultad que recordamos, El corazón adelante se construye en cada página como un manual de referencias a la cual regresar, consultar y añorar.
Por suerte, un código QR en el final del libro linkea con una playlist de Spotify que ayuda a emprender la misión de escuchar las referencias, a la vez que habilita a la experiencia multiplataforma de añadirle sonoridad a las historias relatadas. Historias que, a la vez que se suceden, se graban como recuerdos cercanos. El corazón adelante fija la mirada en cómo el azar puede hacernos coincidir con estrellas de la cultura y cambiarle el rumbo al destino. Por eso es importante que editoriales nuevas apuesten por estos libros que, además de ser escuela, evidencian que todavía -junto con todo lo que describe Inzillo- el periodismo es arte.