En 2010, con su primer libro, Una idea genial, Inés Acevedo sorprendió al mundillo literario porteño; hoy, con apenas treinta y tres años, sube la apuesta. Acaba de fundar y codirige un sello propio, La Colección, una editorial de ebooks de literatura contemporánea argentina, y lo hizo publicando una nueva novela suya, Panadera, junto con una serie en dos volúmenes de trabajos pertenecientes a autores noveles. Indie Hoy tuvo oportunidad de conversar con ella.
A.M.: Recuerdo que con la aparición de tu primera novela, Una idea genial, cuando entonces te entrevisté, allá en La Internacional, librería del poeta y editor Francisco Garamona, comentaste que con ese libro te despedías de la adolescencia. Desde entonces han ocurrido cataratas de cosas… Cerraste un ciclo. Y entonces, aprendiste karate -lo cual no es poca cosa- nació Gregorio, tu primer hijo, fundaste La Colección… y continuás escribiendo y publicando. ¿Cómo confluyen todos esos acontecimientos?
I.A.: Es cierto que todo confluye. En dos días cumplo 33 años y hace poco me enteré de que los 33 son especiales porque al cumplir 33 años finaliza un ciclo solar, es decir que el Sol se encuentra en el mismo lugar que en el momento de tu nacimiento. Siempre quise tener 33 años, desde chica, no sé por qué, me pareció que eran la mejor edad. Así que, antes de cumplir treinta y tres, se fueron dando todas estas cosas buenas. A lo largo de los años uno va sembrando cosas, la escritura es una más de ellas, sin importar que se publique o no. Pero tal vez tener un hijo sea lo que genera los mejores cambios. Te coloca en coordenadas concretas y resulta más fácil hacer lo que uno quiera para la vida.
-Comencemos por tu sello ¿Cómo y porqué surgió una editorial como La Colección que codirigís junto a Martín Llambí?
-Antes, varios amigos me habían dicho de hacer una editorial, pero nunca tuve ganas, me parecía mucho trabajo. Pero hace un tiempo, Martín y yo teníamos varios textos de amigos dando vueltas, y entonces dijimos publiquémoslos, hagamos ebooks. Creo que lo de ser ebooks fue definitorio, porque a mí hacer un libro de papel me parece un trabajo de artesanía muy complejo y de mucha responsabilidad. Sería inaguantable que un libro de papel quede mal hecho, a nivel material. Es mejor que lo haga el que sabe. Así que fuimos preparando los textos, trabajando junto a los autores, y en un tiempo, ya teníamos los tres primeros libros que salieron en el Volumen 1. Dudamos bastante acerca del precio; otras editoriales digitales tienen la modalidad de descarga libre y donación, pero a al final, nos pareció que el trabajo de los autores y editores se debía pagar, y decidimos ponerle un precio y darle el 50% al autor.
-¿Qué significan para vos los ebooks?, ¿pensás que en un futuro leer libros en papel será un acto anacrónico?
-No… En un futuro lejano tal vez haya menos libros de papel, pero en un futuro cercano, no, para nada. Los libros de papel existirán siempre, pero son algo orgánico, y como todo lo orgánico, el algodón, los cereales, cada vez serán más caros, al mismo tiempo que las tecnologías se irán expandiendo y cada vez más personas podrán acceder a ellas. No importa los porcentajes, no importa qué porcentaje de ebooks y libros de papel se leen, lo que importa es que una vez que existe una nueva tecnología, solo es cuestión de tiempo.
-Hablame del catálogo que estás construyendo y el tipo de lectores que te gustaría formar con él.
-Con respecto a los autores, creo que hay muchos autores y textos valiosos dando vueltas por todas partes, lo que falta es que los autores se animen a publicar, y que un editor pueda ayudarlos a darle un cierre. Sin un editor, no puede haber un texto terminado. Muchas personas se quejan de que quieren publicar sus libros y no lo logran, pero la verdad es que cuando llega el momento de mostrar su manuscrito no lo mandan, o lo mandan pero no aceptan que hay que hacer cambios, o tal vez pretenden publicar en editoriales donde su texto no corresponde. Nosotros proponemos soluciones a todo eso. Lo primero es tratar bien a los autores. Porcentajes importantes para ellos, invitarlos a tomar un café, trabajar juntos, y por supuesto promover su libro. Por supuesto que no cualquier libro. Tiene que ser un buen texto. Pero podemos ayudar mucho a que eso suceda. Estamos convencidos de que hay muchos buenos textos. Con respecto al lector, hace poco Tamara Tenembaum hizo una reseña del Volumen 1 y comenzó hablando de la experiencia de leer a un autor desconocido, la experiencia de salirse de lo más comercial. Creo que buscamos ese tipo de lector, alguien que quiere leer cosas nuevas de verdad, actuales, lo cual es bastante arriesgado. Pero es verdad que ese lector existe, al menos en nuestro entorno. Hay varias librerías que venden libros “que no se consiguen” o “libros de editoriales independientes” y hay muchas personas a las que les gusta leer las novedades de literatura argentina y latinoamericana. Esos son nuestros lectores.
-¿Qué es lo que más disfrutás en tu rol de editora?
-Charlar con el autor, tener una relación con él o ella. Trabajar juntos sobre su libro.
-¿Por qué?
-Es una relación única, de confianza y respeto mutuo. El autor entrega una obra que es parte de él, de su trabajo, de su tiempo, y para mí trabajar con ese tan algo humano es muy valioso. Trabajamos como detectives con un texto. Vamos a buscar algo que el autor casi siempre no ve, y lo señalamos: mirá esto. Esto hay que sacarlo a la luz. Esto hay que potenciarlo. No se trata tanto de corregir un texto sino de buscar las cosas buenas que queremos vender de él.
-Cada volumen incluye varios ebooks.
-Los tres primeros textos que queríamos publicar eran novelas breves (Cabo Verde, Montevideo, 2013 y Panadera), y además tenían muchas cosas en común, por eso decidimos juntarlas.
-¿Cómo se les ocurrió la idea?
-Pensamos que era bueno que si una persona compraba un libro por un autor, tuviera la oportunidad de conocer a dos autores nuevos por el mismo precio.
-Además de ser noveles, ¿qué nos podrías adelantar sobre los autores de estas dos primeras entregas de la colección?
-Los autores son Leandro Uría, Melina Dorfman, y yo, para el Volumen I, y Delfina Korn y Lucas Videla para el Volumen 2. Si bien Leandro Uría y yo habíamos publicado narrativa antes, la verdad es que todos tenemos en común el hecho de no ser autores conocidos, y/o haber publicado pocos o ningún libro. Además, lo interesante de todos los autores es que no tienen un perfil de “escritor”: son personas que se dedican a otros trabajos, a otras actividades, y además escriben. Leandro Uría y Delfina Korn son periodistas, Lucas Videla es abogado y viene de la poesía; Melina Dorfman viene del mundo de los fanzines. Entonces todo eso es muy rico. La literatura se hace con la vida o con los libros. En el caso de estos autores, que no son grandes eruditos sino personas comunes, tienen mucha vida y la quieren contar.
–Panadera narra un micromundo que se da en el trasfondo de una panadería, entre medialunas, pan de chocolate y baguettes. Me gustaría saber los motivos que te llevaron a lanzarte a escribir una historia de esas características. Siempre tengo la sensación cuando te leo, que en tus textos hay mucho autobiográfico, sin ir más lejos, la protagonista, se llama igual que vos…. Sos vos…
-Claro (sonríe), soy yo. Trabajé dos años en una panadería, y al pasar un tiempo, me encargaron un ebook que iba a salir en Estados Unidos, pero al final nunca se publicó. Me parecía aburrido escribir de nuevo algo autobiográfico, pero como era para afuera, decidí hacerlo, y escribí una historia sobre mi experiencia en la panadería. Pasaron un par de años y el texto seguía dando vueltas. Así que salió. Con respecto a la autobiografía, siempre digo lo mismo, la escritura autobiográfica es la manera en que escribimos en este nuevo milenio, es la forma dominante, no tiene nada de raro que nos salga escribir así. Siento que esta es la manera que tenemos de dar testimonio de haber sobrevivido al siglo XX y al tenebroso comienzo del siglo XXI, tan lleno de riesgos de vida.
-Por momentos se trata de una narración coral. Malco, el pobre drogadicto de Sindi, Chicken… ¿cómo controlás a los personajes para que convivan sin atentar contra la funcionalidad de la historia?
-Al escribir, uno quisiera que el lector se creyera ese mundo que uno está contando. En Panadera, la protagonista entra y sale del mundo de la panadería y del Karate, cada uno de ellos tiene sus reglas… Los personajes son fundamentales para que ese mundo sea creíble. En el mundo de la panadería, que es un mundo sin computadoras, todos miran y son mirados. Las miradas que se cruzan tal vez sea la mejor manera de construir un personaje, más allá de la mera descripción y enumeración de acciones.
-¿Qué temas pensás existen en común entre Panadera, Trilogía canina y Una idea genial?
-No sé… Tal vez sea algo muy general, como la vida y la muerte. Los protagonistas suelen hablar mucho de eso. Panadera comienza con un árbol muerto y termina con el deseo de tener un hijo. En Una idea genial, la protagonista se pregunta cuándo se va a morir. También en Trilogía canina se cuentan historias de perros muy queridos que han muerto. Luego, están los que sobreviven. Tal vez por eso hay mucha risa en los relatos. Estar vivo, sea como sea, es lo mejor que te puede pasar.
-¿Podrías describir brevemente tu estilo narrativo?
-Me gustaría decir que en cada cuento la prosa es diferente, pero no lo sé. Creo que en general es una prosa fluida, aunque algunos juegos sintácticos le dan un relieve.
-¿Pensás que la literatura puede ofrecer algún tipo de sinceridad al lector?, ¿por qué?
-Claro. Debe hacerlo. Es lo que un lector busca, leer algo verdadero, no impostado. Creo que la escritura es una forma de pensar. Por eso, cualquier pensamiento previo, léase plan, intención o motivo, contaminan un texto, y lo hacen menos sincero. Con esto no quiero decir que un texto deba ser espontáneo, y no labrado con gran dificultad, lo que quiero decir es que cada uno debe ser fiel a su forma, incluso si su forma es copiar un estilo. Pero no debe haber una intención previa (un mirar por sobre el hombro a la sociedad; ¿para qué? La sociedad está siempre sobre nuestro hombro). Primero, como dice Stephen King, escribimos, luego, podemos buscar significados, metáforas, en los textos, pero eso es algo posterior, eso es algo que no hace el que escribe, lo hace el que lee. La sinceridad es algo que toca, que mueve. En esto tiene que haber mucha valentía y desapego, mucha entrega sin pedir nada a cambio. Si empezás a pedir algo a cambio, a escribir pensando en tal cosa o en tal otra, se termina esa sinceridad y se opaca… Cuando uno empieza a pensar, se termina la sinceridad. Pensar no tiene nada que ver con escribir… Escribir es una forma de pensar en sí. En ese punto, el lector busca intensamente la sinceridad, porque allí es donde se da el encuentro con la materia de la escritura.
-¿Qué autores leídos a lo largo de tu vida, pensás, han influido en tu prosa?
-En general, siempre que me gusta un autor que estoy leyendo, trato de copiarle algo. En realidad, cuando me gusta un libro, pienso, ay, quisiera escribir algo así. Por eso, hay infinidad de autores que han influido. Por ejemplo, para escribir Una idea genial me inspiré en Memorias póstumas de Bras Cubas, de Machado de Assís. Era un texto con mucha plasticidad, con mucho humor y movimiento. Hace poco escribí una novela de aventuras de unos niños, y para eso me inspiré en It, Carrie y El cuerpo, de Stephen King. Luego, en general me gusta mucho Nabokov. Lo admiro. Creo que hay mucho de descriptivo en su prosa, y a pesar de ser tan densa, logra un relato fluido. De todas maneras, el libro que me impactó en la adolescencia fue El beso de la mujer araña. Ese libro fue un antes y un después. Puig me pareció un genio.
-Últimamente tengo la sensación que en la Argentina existe una cantidad importante de escritoras, que por algún motivo u otro, han sido un poco olvidadas y que, tal vez, serán pronto recuperadas… Syria Poletti, Alicia Steimberg, Libertad Demitrópulos, Estela Dos Santos… ¿Tenés una autora argentina favorita a la que recomendarías leer?
-Qué bueno que menciones tantas autoras. Ojalá cada vez más mujeres publiquen libros. Mi autora favorita hoy es Hebe Uhart. También Selva Almada, Pía Bouzas, Fernanda Laguna (Dalia Rosetti), Gabriela Bejerman y Cecilia Pavón. También me gustó lo que leí de Samantha Scheweblin.
-¿Existe la “nueva narrativa argentina”, o es una superstición?
-No sé bien qué sería eso. Pero si la “nueva narrativa argentina” es una construcción que se refiere a que hay vida después de Borges, la respuesta es sí. Borges nació hace dos siglos ya. Lo seguimos nombrando, lo admiramos, por supuesto, pero es algo que se aleja. Borges es un hueso duro de roer. Pero para nosotros ya es más como un abuelo, con el que no tenemos conflictos intensos, como con los padres. Menciono a Borges porque creo que cuando una literatura tiene una figura estelar como la suya, de lo que más se trata es de posicionarse con respecto a él, sin importar cuán conscientes seamos de ese trauma.
-Inés, conociendo tu perfil inquieto, ¿ya estás escribiendo alguna nueva novela?
-Terminé este año una nueva novela de aventuras y ahora estoy escribiendo una serie de cuentos titulada Ja ja ja. Son cuentos que reelaboran de un modo más ortodoxo los temas de mi blog granpatocriollo.blogspot.com.
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Sobre el entrevistador: Augusto Munaro es escritor. Su página web es augustomunaro.com.