La mayor protesta es el amor, el debut literario de Norberto Alfaro, es una ventana al under de los noventa, años de Menemismo, donde el gobierno justificaba el achicamiento del Estado y el crecimiento de la pobreza en nombre del libremercado. Tamaña transformación social tuvo una banda de sonido que, entre otras, incluyó a Fun People, quienes con una propuesta única y combativa fueron pioneros en la difusión de temas en ese entonces poco conocidos: aborto legal, identidad de género, derechos de los animales, autogestión cultural y veganismo.
Con Nekro al frente como voz principal, Fun People se metió en las cabezas y corazones adolescentes, chicos y chicas que buscaban en la música un reflejo de lo que sentían, de sus inquietudes, una certeza en medio de un océano de descreimiento político. La juventud de los noventa estaba huérfana de propuestas superadoras e imaginativas. Desde el gobierno se los ninguneaba, en casa vivían diariamente la crisis económica y en el barrio se contagiaban de la apatía general. La única ilusión de cambio y libertad estaba en la música. “Mi viejo perdió el laburo en esa década -dice Alfaro en conversación con Indie Hoy– Fue una época nefasta en todo sentido, donde la cultura mainstream no aportó casi nada, por eso el hardcore punk fue una suerte de refugio“.
Fun People no era punk ni hardcore, sino una mezcla fantástica de ambos, lejos del encasillamiento mediático. Su bandera era el hardcore gay antifascista, afirmación que enojó a algunos puristas del género, a quienes la banda no tuvo problemas en enfrentar. Nekro cantaba en inglés y castellano, alternando idiomas incluso en una misma canción. Su abordaje al lenguaje era sincero y así también se presentaban en vivo, sin poses ni pretensiones estrelladas. Fun People no vendía una fantasía, sino que encarnaba la lucha colectiva y el “hazlo tú mismo”. Era una banda que no se subía a ningún viaje trasnochado y prefería tocar sin escenario, disfrutando a la par del público.
“Lo que hacíamos era rock, no punk. Fuimos la banda más grosa de los noventa en el Cono Sur“, sentencia Lucas Sequeira, guitarrista original del grupo, quien actualmente se encuentra celebrando los 25 años del debut de Fun People, Anesthesia, con presentaciones en vivo junto a La Lovely Band. Con respecto al aborto legal, una cuestión que siempre estuvo en la agenda funpeapolera, Lucas es claro: “Creo que se tiene que legislar, pero no con la ley que impone el hemisferio norte genocida. Yo tengo un proyecto de ley de aborto superior”. Al hablar sobre el uso del lenguaje inclusivo -ya presente en fanzines que se vendían en los recitales de aquel entonces- no tiene dudas en afirmar haber sido el primero en usar el arrob@: “Lo inventé hace mas de veinte años -asegura-. El progresismo te impone hablar con la e, pero a mí me gusta más con la i, es mas cálido. La e es bien amarga, ja ja ja”.
Tiene sentido que el legado de Fun People se atesore en un libro, ya que ellos abrieron las puertas grandes de la literatura fanzine a un público ávido de información, de contenido auténtico, sin artilugios publicitarios. “Primero pensé en hacer un documental, pero poco a poco la idea fue transformándose naturalmente en un libro”, explica Alfaro. Para producirlo, entrevistó a varias de las personas que rodeaban la banda -el “clan” People- y otras que fueron notablemente influenciadas por la misma. No entrevistó a nadie del grupo en sí, lo que resulta aún más objetivo, ya que su trabajo no es biográfico sino que retrata el contexto social en el cual surgió la banda, dándole voz a los pibes y pibas sensibles de esa generación. Los testimonios recrean un tiempo donde se vivía la tensión que existía entre los proyectos y la falta de recursos para realizarlos. ¿Giras? ¿Fanzines? ¿Manifestaciones? Todo había que concretarlo a pulmón. Para ellos, Fun People fue una gran inspiración, ese combustible que propulsa a la juventud hacia sus sueños.
“En aquella época cantábamos eso porque lo sentíamos de corazón, siempre impulsados por Nekro, que era el letrista“, rememora Gori, guitarrista de la última fase de la banda a partir de 1998. “Me pone muy contento que esas canciones hayan sido un granito de arena que sirvió para abrirle la cabeza a un par de personas… y esto lo digo sin querer sacar ninguna chapa de nada. Otra idea era la independencia dentro de la industria discográfica, de no prostituir la música ni estar pendiente de lo que la industria quiera vender”, reflexiona hoy el frontman de Fantasmagoria, también integrante de Boconas y Bombas de Amor.
Curiosamente, es posible trazar un paralelo con otro libro de reciente edición: Días distintos de Walter Lezcano. Se trata de una obra que también retrata el contexto social de fines de los noventa, cuando Andrés Calamaro publicó sus discos más conocidos. Aunque ahondan en propuestas musicales diametralmente diferentes -una independiente y under, otra mainstream y avalada por una gran discográfica- ambos autores exploran la realidad de esos tiempos y lo hacen con herramientas similares, entrevistando a todos excepto al protagonista principal. Este diálogo no buscado entre libros, que pone a dos escritores de la misma generación frente a frente, es un hecho para celebrar, ya que indica que la apatía generacional de antaño ha dado lugar a planteos político-sociales en los cuales hoy la juventud juega un rol preponderante.
En conversación con Indie Hoy, el artista antes conocido como Nekro, hoy Boom Boom Kid, dice: “Todavía no lo leí, pero imagino que fue hecho con amor, como todo lo que di y aun tengo para dar”. BB Kid es una fuerza inclaudicable en una gira global sin fin, donde continúa surfeando la ola musical y difundiendo un mensaje de libertad, inclusión, diversión y conciencia.
La mayor protesta es el amor es una reivindicación del under, quizás el lugar más interesante de la cultura, el que muchas veces anuncia lo que vendrá. En el caso de Fun People, sus batallas de antaño se ven reflejadas en conquistas sociales recientes, como las leyes de identidad de género y aborto legal. También el veganismo, los derechos de los animales y el hecho que hoy muchos artistas puedan prescindir de las discográficas gracias a internet, hacen que la concientización que en ese entonces impulsó la banda se lea como una profecía materializada. El libro de Alfaro es la crónica de una época, con Fun People como vehículo para recorrer el desolador paisaje menemista de fin de siglo, donde una parte de la juventud aprendió a confiar en sí misma yendo a recitales, mirando fanzines y enamorándose de una canción.