¿Qué es un duelo? ¿Qué es el amor? ¿Qué son los vínculos? ¿Qué sucede luego de una pérdida amorosa? Laura Litvinoff en Las primeras veces (Milena Caserola, 2021) recupera su propio archivo vincular y emotivo, y lo hace de una forma creativa que, lejos de la melancolía, nos sirve para arrojar luz sobre algo tan complejo y a la vez mundano como es estar en una relación.
Hay algo en la voz de Las primeras veces que parece componerse de imágenes propias del cine. ¿Qué relación encontrás entre tu oficio de guionista cinematográfica y este, tu primer paso por el mundo de la poesía?
Creo que todas las áreas de la escritura están interconectadas entre sí, pero particularmente cuando una escritura se vuelve poética, enriquece a todas las demás escrituras. Un guion puede (y debe, creo yo) tener sus momentos poéticos. Lo mismo con una crónica periodística, con una novela, etc. En mi caso puntual es un poco a la inversa, o al menos una cuestión de retroalimentación: lo primero que empecé a escribir intentaba parecerse a la poesía, y después vino lo demás; y yo también me fui inclinando hacia otras áreas de la escritura, como el guion de cine o el periodismo. Pero mis primeros escritos, de cuando tenía 12 o 13 años, fueron intentos poéticos. Si alguien me gustaba, si algo me angustiaba, aparecía ese tipo de escritura. Analizándolo ahora, tal vez esos primeros textos hayan tenido que ver con que esa forma de escribir siempre me pareció la más libre de todas, en el sentido de que para mí la poesía no tiene una estructura tan marcada como sí pueden tener a veces otras escrituras, y más allá de que después una pueda respetar eso o no, que no sea tan marcada te da más libertad porque te permite jugar, salirte de las reglas, formar dibujos con las palabras, como hacía Girondo, o darle varios significados a un poema según cómo ordenes las palabras, como hacía Cumming. Y eso también incluye poder tomar recursos de la escritura propia del guion, que siempre tiende más a lo visual, a narrar mostrando y no contando, porque las imágenes no necesitan de una voz que las narre, sino que se narran por sí solas. Entonces recursos como las descripciones, de acciones, de imágenes, de sonidos, y también los diálogos, son fundamentales.
¿Podríamos considerar Las primeras veces como una crónica poética de la obsesión amorosa? ¿Por qué tocaste esta temática en particular?
Me gusta esa idea de que este poemario es como una crónica, porque es cierto que hay algo de recorrido, de viaje por los hechos que se narran, y a la vez también hay algo de orden cronológico, o al menos un tipo de orden que se fue armando y que no fue para nada casual, sino que tiene un sentido, sobre todo por la idea de crecimiento, de cierta “maduración”, que se va dando desde el primero hasta el último de los poemas en la voz que narra. Creo que por eso yo no diría que el libro trata exclusivamente de la obsesión amorosa, porque para mí la obsesión no tiene nada que ver con el amor. Sí creo que la obsesión puede ser parte de un momento del amor, o del enamoramiento, pero si hay solo obsesión, o si la obsesión se vuelve algo extremo, ahí ya no hay amor sino dependencia. Entonces yo creo que la obsesión puede ser más bien parte de un todo, como lo es al ser parte de los desbordes propios del apasionamiento, pero no el tema central ni del amor ni de este poemario. Sí me parece que el libro trata de varios estados del amor y ahí, como te decía antes, puede que aparezca algo de la obsesión, de la pasión, pero también del enamoramiento, del amor verdadero, del duelo amoroso… así como también de las diferencias que existen entre todos esos y otros momentos de cuando nos disponemos a vivir un vínculo amoroso. También hay algunos poemas que hablan sobre la amistad y sobre la sociedad, entonces el libro tampoco habla solamente del amor de pareja.
¿Cuál sería entonces para vos el tema central del poemario?
Creo que un tema central podría ser el de poder aprender a amar; con todas las fallas, todas las subjetividades, y todos los errores propios que tiene cualquier aprendizaje. Por ejemplo, hay varios poemas que hablan de la idealización que suele existir siempre en ese primer momento del amor, del enamoramiento. Y si bien eso es algo bastante inevitable, también cuenta lo peligroso que puede ser por los problemas o dificultades que puede producir, porque cuando idealizamos no estamos viendo a la otra persona como es, sino que vemos una idea nuestra, y eso es algo peligroso no solo porque la caída después es enorme, sino porque también es un acto narcisista, y el narcisismo justamente es una de las imposibilidades para poder entregarse a vivir un vínculo amoroso. Por eso yo pienso que uno de los grandes desafíos en el amor -y de eso creo que también trata un poco el poemario- es poder realmente aceptar a la otra persona como es, sin mentiras ni engaños. Eso es realmente amar, para mí. Eso y también poder “dar”, pero dar sin esperar nada a cambio. Como dice esa frase tan conocida de Lacan: “Amar es dar lo que no se tiene a quien no es”. Creo que cuando se logra algo de eso, recién ahí estamos empezando a amar de verdad, y que todo lo demás es parte de la neurosis propia que, en mayor o menor medida, todxs tenemos.
Viéndolo de ese modo, amar no parece ser algo tan sencillo como a veces parece, ¿no?
Claro, yo creo que poder amar de verdad y poder entregarse a recibir amor en realidad es algo complejo. O al menos no tan sencillo como nos quieren hacer creer en toda esta especie de “cultura del amor” que vivimos a diario, en donde pareciera que amar tiene que ser un negocio, o el amor algo que se puede comprar, usar y descartar, y que ahora encima también pareciera que hay que creer que tampoco tiene que generarnos ningún tipo de sufrimiento, como reflexiona Liliana Viola en la contratapa del libro. Esas cosas, que son propias del capitalismo, de la inmediatez y del mundo cada vez más individualista que vivimos se están filtrando mucho en el amor, y me parece que tenemos que tener cuidado con eso, porque ahí es donde aparece el negocio, el consumo, cuestiones que justamente son lo contrario del amor porque cuando amás no hay ningún negocio, no hay ninguna transacción, sino que estás dando hasta incluso lo que no tenés sin esperar nada a cambio. Te estás entregando, dejando todos tus temores atrás, y si esa experiencia es verdadera no hay manera de salir ilesx, de no sentirse incómodo y de no salir modificadx. Por eso creo que poder amar y permitirse ser amadx es un aprendizaje constante que incluso puede llegar a tomarnos toda la vida.
Hay algo en la espacialidad, en el juego con los espacios que es muy creativo y que da cuenta de una especie de no-tiempo en la escritura. En este sentido, ¿cómo afectó la pandemia la escritura de Las primeras veces?
El poemario fue un proceso de trabajo realizado con poemas de cuando era más chica, de otros años, y algunos también de esta última época. Ese proceso lo hice en un taller que tomé con la poeta Anna Pinotti, y si bien esa experiencia terminó antes de la pandemia, lo que sí se hizo en cuarentena fue todo el diseño del libro, incluso el boceto de algunos poemas que lo integran y que tienen un formato un tanto diferente al que muchas veces suele tener una poesía. Entonces sí, desde ya que hubo algo del encierro a nivel estimulación, tanto creativa como productivamente, para trabajarlo, editarlo y publicarlo. Como sucedió con la tapa del libro y esos poemas que se bocetaron en pandemia. Sin duda esas partes del trabajo estuvieron influenciadas por el encierro porque lo social siempre nos marca, tanto a lo que somos como a todo lo que hacemos.
Existe en Las primeras veces una presencia bastante fuerte del recuerdo…
Sí, concuerdo. Parte del poemario habla de un duelo amoroso, una pérdida bastante grande que al final se resignifica también con el indicio de una madre ausente. Y yo creo que si hay mucho recuerdo es porque hay pérdida, y en los duelos existe una evocación del recuerdo que se vuelve presente, pero no en el sentido melancólico, o al menos esto no fue con esa idea, sino más bien de la posibilidad de volverlo al presente y que esa ausencia se pueda transformar en presencia en la imaginación, en la fantasía, en donde el tiempo tal como lo conocemos no existe, porque en esos otros mundos aparece un tiempo y un espacio que es más parecido al del inconsciente y al de los sueños, y entonces el presente, el pasado y el futuro pueden mezclarse y fluir de una manera tan natural como también diferente a la manera que estamos acostumbradxs que suceda.
En la voz poética de Las primeras veces aparecen versos que remiten al amor romántico más puro. ¿Qué significa este tipo de amor para la voz poética? ¿Qué función cumplen estos versos en un mundo donde el amor se diluye?
Sí, la voz poética de Las primeras veces remite a un tipo de amor romántico, pero no en el sentido que ahora se le quiere dar a eso, cuando se lo relaciona con un tipo de amor que tiene más que ver con la dependencia, con la heteronorma y con el patriarcado. Entiendo el concepto y coincido en el contenido, pero me parece que llamarlo así es un error, una confusión. Como la idea del amor sin sufrimiento. Para mí lo romántico es una parte fundamental de la pasión y del enamoramiento.
Te referís a lo romántico relacionado a la posibilidad de vivir una experiencia profunda en la vida y en el amor…
Claro, el término romántico en realidad viene del Romanticismo, que fue un movimiento cultural muy importante y muy interesante. Stendhal es un gran autor de toda esa época por ejemplo. Tiene que ver con una forma de vivir el amor, con los ideales, con la audacia, con la entrega. El Che Guevara era otro romántico. Se entregó a una causa por amor a su gente, a su pueblo ¿Y quién le puede cuestionar eso? Ojalá hubiera más gente así hoy, creo que el mundo sería otro. Pasa que después ese concepto se fue perdiendo y se empezó a relacionar más a lo romántico con lo cursi o a lo cliché. San Valentín y todo eso viene de otro tipo de cultura que lamentablemente se impregnó bastante. Pero sería bueno volver a los orígenes de algunas cosas. Por eso yo creo que mientras más podamos enamorarnos, no solo de alguien sino de lo que hacemos, menos vacío y menos soledad vamos a sentir, sobre todo en un mundo en donde, como decís vos, el amor se diluye. Entonces me parece que sería bueno asumir más esa estética (en el sentido ético de la palabra) del romanticismo, porque es una manera de sentir la vida y el amor que no habría que perder frente a un sistema que cada vez es más cruel, que cada vez descuida más, destruye más, y en donde se va perdiendo también, cada vez de manera más evidente, los valores más esenciales, como la solidaridad, el cuidado, la empatía. Entonces recuperar lo romántico, recuperar el cuidado hacia lxs otrxs y hacia todo lo que nos rodea, creo que hoy es hasta una decisión ideológica, una manera de plantarse y de hacerle frente a tantas injusticias. Y también de seguir dando batalla, porque mientras haya algo de amor, va a seguir habiendo una vida digna de ser vivida.
¿Pensás que el amor puede ser una clave para salir de la crisis en la que el mundo está inmerso?
Bueno, esa es una idea romántica, y hermosa además, pero de todas maneras también soy consciente de que hoy se necesitan cosas muy concretas, es decir, una transformación radical para poder hacerle frente a esta gran crisis civilizatoria que estamos viviendo. Pero también me parece que de alguna forma tenemos que recuperar esos valores que el amor representa para poder empezar a cambiar el rumbo. Y creo que de ese tipo de cosas en realidad siempre saben mucho más las personas que en términos económicos menos tienen, porque siempre suelen ser quienes terminan teniendo los gestos más solidarios, más generosos, quienes más se preocupan por si a la persona que tienen al lado le pasa algo, o necesita algo, como suele suceder por ejemplo en los barrios populares, en donde si vas y te vinculás, si estás ahí compartiendo un rato, te das cuenta que hay una militancia enorme, una solidaridad innata que les nace desde muy adentro, tal vez desde la carencia, desde realmente saber lo que significa no tener o no saber qué vas a comer mañana. Mientras que, por el contrario, los que más tienen generalmente están mucho más preocupados por sacarse la pelusa del ombligo. Entonces creo que hay mucho que aprender de todas esas cosas, y que en el cariño, en el afecto, en el dar, en el cuidar al otrx, hay una clave para combatir el terrible individualismo y a las enormes desigualdades que estamos viviendo.
La poesía también parece tener algo de cierta rebeldía o desacuerdo ante los grandes intereses que mueven al mundo…
Sin duda, la poesía suele volver bastante sobre esos temas. Hay una frase de un poeta argentino que dice “la poesía no se vende, porque la poesía no se vende”, y claro que juega con ese doble sentido de que la poesía no se vende porque es fiel a sí misma y también porque un poema no se vende porque no tiene precio, y además porque hoy la gente suele inclinarse más por leer un best seller o una novela comercial. Pero la poesía siempre va a andar bordeando los márgenes, por eso creo que lo poético siempre va a ir un poco a contramano del capital, del dinero y de las relaciones de poder que hoy día mueven cada vez más al mundo y que tanto daño le siguen haciendo. Creo que los poemas, la poesía, cuando se hace con pasión y es genuina, siempre tiene algo de cierta insurrección, de cierto sentido indómito y emancipador, que tal vez sea justamente algo de todo eso que hoy tanto estamos necesitando.