Estudiadamente informal, este texto del autor argentino Ignacio Martín, nacido en Buenos Aires en 1982, ofrece entre muchas otras la característica de no ser fácilmente clasificable dentro de las categorías literarias habituales.
Distribuido en librerías por Paradiso Ediciones en fecha reciente, Los horizontes cercanos participa de esa región incierta donde los géneros atraviesan sus límites y se interrogan mutuamente. En lo formal, el volumen a primera vista parece ser de prosa y efectivamente narra, de un modo por demás particular, pero sus juegos con el lenguaje y la condensación conceptual de muchas de sus secciones remiten a la prosa poética o al poema mismo. Hace tiempo que los géneros han dejado de tener fronteras claras y en definitiva que las posean o no es cuestión absolutamente secundaria, mas es cosa de relevar la manera en que el autor apela a estas “transgresiones” territoriales para brindarnos un discurso donde forma y sentidos se enriquecen recíprocamente, aprovechando con suma destreza los recursos de un género y otro y las intersecciones y transversalidades que surgen de su mestizaje.
Asimismo, a poco de internarnos en sus páginas, surge la comprensión de que Los horizontes cercanos apela también a la tridimensionalidad de la palabra –como grafía, sentido y también sonido- para volcar en nuestra sensibilidad la potencia de su discurso. Basta con leer en voz alta prácticamente cualquier segmento de este conjunto para que se evidencie la tercera senda ofrecida por Martín, la sonora, donde el juego rítmico está presente: una marcación precisa donde cadencias y compases se intercalan con una métrica exacta.
En cuanto al abanico de sentidos que alberga Los horizontes cercanos, tras esta somera descripción no podemos menos que señalar una polifonía de significados, pero atravesados por un factor común: el intento de aferrar y grabar en la página impresa la experiencia del instante, siempre difusa y evanescente, sea la interior, con las abundantes reflexiones que intercala en autor acerca de sí mismo y su visión más íntima de las cosas, como en lo referido a sus interacciones, conflictos y armonías en relación a los demás caracteres que lo acompañan en las dos facetas de una misma aventura, la del lenguaje y la de lo empírico. Un aspecto no secundario del volumen es la subrayada manera que tiene Martín de indicarnos cómo leerlo, cuáles son las claves de la supresión de los sistemas de puntuación, mayúsculas, tipos de letra, encomillados y otras convenciones clásicas de la escritura que contiene. Es así que Los horizontes cercanos incluye en sí mismo su propio manual de lectura, al tiempo que nos demuestra que no es un texto experimental más, un mero intento, sino el resultado concreto de un minucioso trabajo con la forma y el sentido, cuando ya sabemos que, en letras, el “cómo” hace el “qué”.