Las luces del escenario están totalmente apagadas. Salvo una: la que pega directamente sobre su cabello, en un ángulo cenital que pronuncia sus mejillas y oculta los ojos. Como una pálida gárgola diabólica, con movimientos de manos e inflexiones de voz, Mariana Enríquez domina la atención del público que colmó el porteño Teatro Cervantes para verla performar masivamente, por primera vez, una curaduría de su oscuridad narrativa, la más disruptiva que dieron las letras argentinas en el género de terror en décadas.
Ya sea en la ficción o en el periodismo, en la escritura de Enríquez se concentran el vértigo de sus consumos culturales -cine y música, además de literatura- y las geografías que frecuentó. Esas experiencias se materializan en No traigan flores, la obra donde sus lecturas son acompañadas por el trabajo de auxiliares de sonido y un despliegue escénico que revaloriza el relato oral y al objeto-libro.
El alcance de su obra en la escena narrativa local repercutió en reediciones, interés juvenil y venta de derechos internacionales. Aun así, es imposible dimensionar las recepciones de una literatura que introduce debates sobre la vida en los márgenes y genera una oleada de fanfictions en redes sociales. Sin embargo, existe un acercamiento a los efectos del fenómeno que provoca la autora en sus presentaciones teatrales, con los lectores respirando la tensión que propone la narración oral en vivo.
“Voy a elegir textos diferentes respecto al Teatro Coliseo. Algunos, sobre todo para no aburrirme yo”, dice la escritora sobre la segunda edición del ciclo No traigan flores que esta vez se realizará en la Sala de las Américas en la Universidad Nacional de Córdoba el miércoles 17 de mayo.
Entrevistas, presentaciones, clases, podcast y ahora el teatro: los textos de Mariana Enríquez circulan a través de su voz en distintos formatos. ”Yo no creo mucho en la literatura como algo íntimo. Sí como algo solitario, pero eso es otra cosa, y es durante la creación de lo que estás haciendo. Después, ya cuando se comparte y se difunde, yo no creo que sea algo tan íntimo y la cuestión de la oralidad me interesa. O sea, decir los textos y contarlos en voz alta para un montón de gente es algo que me interesa”, analiza.
Con expectativas de publicar próximamente una antología, y entre viajes que le permiten continuar difundiendo las traducciones de su obra y absorber inspiración en cementerios y museos internacionales, Mariana Enríquez conversó con Indie Hoy sobre las posibilidades del género de terror y las influencias musicales que la constituyen.
El posible adelanto de tu próximo libro -un cuento titulado “Metamorfosis” publicado en Página/12– habilita a pensar cómo se está regresando a los cuerpos intervenidos -quirúrgicamente o por filtros de Instagram- como pretensión de belleza. ¿Entendés que el hedonismo puede representar un terror celebrado?
No me parece un terror celebrado. Para mí, todo lo que sea como una intervención corporal voluntaria me parece un tema complejo y en general un tema bastante positivo, no me parece perturbador. De hecho, en ese cuento para mí lo perturbador es más el discurso médico y la cuestión de todo lo que tiene que ver con ciertas zonas de silencio en cuanto a la experiencia de las mujeres, sobre todo en el climaterio, y cómo es una metamorfosis, esa etapa de la vida muy brutal y de la que se habla muy poco. Pero la intervención del cuerpo en el relato es como una especie de liberación o de reapropiación, o de hacer algo con su cuerpo que lo hace ella, que no está impuesto en manos de los demás o de la naturaleza. No tengo rollo con eso para nada. Ni siquiera tengo rollo con el tema de los filtros de Instagram, me parece que es una artificialidad que viene con la época, pero estar rezongando permanentemente acerca de eso y pensándolo solamente como algo negativo no complejiza toda la situación.
En el desafío a los límites de los cuerpos, ¿ves oportunidad u horror?
Yo creo que el terror siempre tuvo que ver con el cuerpo y con los límites del cuerpo en todo sentido, no es algo de ahora en particular. Si vos pensás el terror clásico o si pensás Frankenstein, es algo sobre el límite del cuerpo, en el sentido de poder hacer un cuerpo con restos de cuerpos para vencer a la muerte. Lo mismo un vampiro, que es un cuerpo que se alimenta de otra manera y que se modificó para poder vivir para siempre. Así que más bien el límite de resistencia al cuerpo es algo que siempre estuvo ahí. Hay algo ahí que siempre estuvo porque el cuerpo es la vulnerabilidad máxima.
No sé si tenés esa pretensión, pero es algo que interpela de tus historias. ¿Qué potencialidades le ves a narrar el terror con el que convivimos?
Mi pretensión siempre es escribir sobre el terror con el que convivimos. Eso lo aprendí de Stephen King: el terror, cuando más cerca está, es más terrorífico. No es que no te pueda dar miedo un relato ubicado en algún lugar remoto o en una realidad paralela, por supuesto; eso es Lovecraft por ejemplo, y funciona muy bien, sobre todo funciona muy bien como mitología. Yo prefiero el terror de lo cotidiano.
Las influencias musicales de Mariana Enriquez
¿Qué artistas o álbumes te ayudan a crear universos de terror?
Mucha música me ayuda a crear un universo, pero a escribir en general, no solo a escribir un universo de terror. Y a veces no es lo esperable. Quiero decir: me puede ayudar Roy Orbison y me puede ayudar Mayhem, que es una cosa más black metal y más obvia. Me ayuda mucho Led Zeppelin en general, pero me pueden ayudar los Rolling Stones, Suede, Florence Welch, Lana Del Rey y Einstürzende Neubauten. Estoy usando Neubauten y siempre Nick Cave, ahora Will Oldham mucho y David Bowie también. Pero también tiene que ver con una sensibilidad. A mí, hay ciertas cosas como la música country muy oscura que me da bastante miedo. Son a lo que siempre recurro, pero también son parte de mis artistas favoritos, así que todo es muy orgánico.
¿Qué artistas estuviste escuchando últimamente?
Últimamente estoy escuchando mucho a Lana Del Rey. Me hice muy fan de ella. También volví a escuchar Ryan Adams, que es un artista que lo tenía del country, lo tenía como medio de costado y volví bastante a él. Estoy escuchando bastante música muy oscura: primeros discos de Darkthrone y de Mayhem, o sea toda música escandinava muy oscura. Siempre escucho rock and roll, me gusta mucho un chico que se llama Kyle Craft y otra banda texana que se llama Old 97’s. Ando por ahí. D’Angelo estoy escuchando también, con Frank Ocean. Sí, eso es lo que estoy buscando últimamente. Sobre todo, Lana.
¿Qué fuiste a escuchar en vivo últimamente?
Lo último que fui a ver en vivo justamente es Ryan Adams. Lo vi hace unas semanas en Mánchester y me volvió loca. Me pareció un show extraordinario.
¿Algún artista que hayas descubierto en alguno de tus últimos viajes?
Witch Club Satan de Noruega es lo último que descubrí. No descubro tanto porque sobre todo voy a ver lo que me gusta, desde Simone Felice hasta Suede o Big Thief.
¿Alguna banda de la adolescencia que extrañes mucho ver en vivo?
The Cult, pero los de esa época, no los de ahora que no me gustan los discos. Y Cadáveres en Argentina.
Mariana Enríquez presenta No traigan flores el miércoles 17 de mayo a las 20 h en Sala de las Américas (Av. Haya de la Torre 350, Córdoba), entradas disponibles a través de AlPogo.