Mariano Buscaglia (1976) es un caso fuera de serie. Desde pequeño, confió que la imaginación podría depararle admirables prodigios. Ya siendo adolescente se crió en el taller de su abuelo, el historietista Alberto Breccia, para muchos, uno de los iconos de la historieta mundial por antonomasia. Fue él, en gran medida, quien lo orientó y lo llevó a descubrir los mundos extraordinarios de autores imprescindibles, y desde entonces, se ha forjado un camino, que merece ser recorrido. Guionista, dibujante y autor de numerosos cuentos que ha publicado bajo diferentes seudónimos, se ha lanzado, ahora, a escribir novelas híbridas con resultados inesperados. Su novela Trasnoche vudú (Interzona) además de estar bien escrita, constituye una historia todo terreno. Una maquinaria narrativa imparable que se reinventa a medida que las páginas se suceden, con el fin de lo imposible, atrapar la acción en su estado puro.
Como si esto fuera poco, Buscaglia acaba de fundar una editorial de culto, Ediciones Ignotas, sello que se encarga de exhumar joyas de la literatura argentina de los siglos XIX y XX, con el fin de recuperar y volver a poner en circulación obras de autores injustamente desdeñados. Vicente Rossi, Enrique E. Rivarola, Pedro Angelici; una ambiciosa operación que deriva en una reelaboración de la tradición de la literatura fantástica.
A.M: Mariano, has publicado cuentos bajo seudónimos, y en este caso, la novela Trasnoche vudú bajo el nombre ficticio de Joe Rough. ¿Por qué?
M.B: Creo que la identidad es un engorro para la creatividad, suele mezclarse el ego y termina empañando lo que uno quiere concebir. Utilizando un seudónimo o un heterónimo, se consigue establecer cierta distancia y además ser más crítico con lo que se escribe, porque, después de todo, eso que escribimos deja de ser de nuestra autoría. Además, jugué un poco con esa idea del autor sumiso a los caprichos editoriales de años pasados, donde los nombres castizos debían camuflarse con sonoridades anglosajonas.
-También está Pepe Sánchez, el pseudo traductor, que tradujo la novela a un castellano castizo (como las ediciones españolas que llegaban a estas latitudes, durante el esplendor del género. Pienso en los sellos Toray y Rollán, por ejemplo). ¿Esa decisión se trató simplemente de un acto de verosimilización?, ¿por qué?
-En realidad la novela surgió como una necesidad de desarrollar el título, Trasnoche vudú. También, por aquel tiempo, me había descargado de internet cantidad de películas dobladas al español. Pensé que para resistir ese embate de españoladas era necesario hacer algo medianamente creativo, por lo que fui tomando notas de las palabras o giros y luego las utilicé en la novelita.
-En esta novelita sucede de todo. Literalmente de todo. Desde variantes del hard boiled; weird fiction, ocultismo, hasta ciertos códigos tomados del western –estilo Tarantino en la película Del crepúsculo al amanecer. Una banda de motoqueros licántropos, una virgen bicéfala que necesita un transplante de cabeza… el Dr. Sauvage, científico loco que construyen robots mecánicos…
-Es verdad lo que decís…
-¿Pensás que tu novela responde esencialmente a las características de la literatura pulp?
-Más bien es una consecuencia de la cultura pop y de sus variantes, está el pulp, pero también está el cine y la reescritura pulp de los setenta y ochenta en manos de Farmer, de Brautigan o de Joe Lansdale.
-¿Cómo definirías al género pulp?
-El género pulp para mí es un poco más comedido, más sugerente, con mucho mensaje políticamente incorrecto, mucho sexo implícito y mucho texto subliminal. No creo haber logrado demasiado de eso.
-¿Siempre fuiste lector del género?
-Sí, gracias a mi abuelo, que era un lector empedernido de estas literaturas, fui un fan temprano de Burroughs, de Norvell W. Page, de las novelitas de Doc Savage y de los relatos weird menace que salían en las viejas Narraciones Terroríficas que editaba Molino. David Goodis, como Fredric Brown, son la clase de escritores que dominaron el género y, a fuerza de talento, lo trascendieron. Abriéndoles las puertas a muchos grandes autores que luego los imitaron.
-Más allá del coleccionismo, ¿es posible ser un verdadero fan de pulp fiction viviendo en las lejanas latitudes sudamericanas?
-Se puede ser fan del género desde cualquier punto del mapa. La geografía pulp siempre se caracterizó por ser exótica…
-¿Cómo se presentó la posibilidad de formar parte de esta colección?
-Envié a la editorial Marea la Trilogía del Cuchillo, tres novelitas weird-gaucho, que luego se publicaron en Fan Ediciones, y no sé por qué dedujeron que era un escritor pulp, por lo que me convocaron, pero con la condición de que les entregara una novela policial. En ese momento, lo más aproximado que tenía era Trasnoche vudú, y se la mandé a Alejandro Soifer, director de la colección, que tuvo la generosidad de aceptarla.
-¿Existe hoy, en la Argentina, un mercado de literatura pulp?
-No sé si existe ese mercado, creo que no, aunque hay cierta avidez por los géneros marginales. Hay una tendencia snob que mama de la literatura de Aira, poco que ver con el género y otra que mama del cine tarantinesco. Son escasos los lectores pulp en estado puro.
-La novela está protagonizada por un personaje fuera de serie… Leoncio. Un excombatiente de la Guerra de Corea, que harto del periodismo berreta, se lanzó como detective privado; un tipo que sueña con resolver casos truculentos. También tiene un pasado duro. ¿Cómo fuiste construyendo ese personaje hijo de borracho y madre muerta poco después de su nacimiento?
-Es prácticamente un cliché de esos detectives que van a contracorriente de todo. Como el detective de Dreaming of Babylon de Richard Brautigan o Donald Lam, de la saga de novelas de A. A. Fair.
-Por cierto, y refiriéndonos a Leoncio, es un tipo racista. Detesta a los negros, y cuando se refiere a los mejicanos, no los trata muy bien que digamos. Sospecho que debe ser republicano hasta la médula… Sospecho, además, una critica mordaz a la sociedad yanqui de tu parte…
-No a una sociedad en sí, si no al hombre en general. Esa clase de personaje existe en todas las latitudes.
-Otro elemento suculento es la dosis picante y pícara con que abordás algunas zonas del libro. Presentás elementos eróticos que acompañan el argumento de la obra, pero los combinás con la violencia. Es decir que a las mujeres, (Mercy y Clienta) las presentás aquí como femme fatal, sí, aunque por momentos están involucradas en escenas de tortura y BDSM.
-También forma parte de un cliché que proviene de las novelitas al estilo spicy mysteries o de esas mujeres fatales, a lo Veronica Blake que, como bien decís, abundaban en los film noirs de los ’40 o ’50. En la novela se blanquea un poco lo que uno siempre quiso ver que les pasara a esas bombas de carne.
-Me gustaría que te refieras al ritmo vertiginoso de la historia, que no decae en ningún capítulo. Las aventuras están bien concatenadas, y concluyen en una historia circular: inmejorable desde el punto de vista argumental.
-La novela la concibo como un cuento largo e intento entretener en todo momento. Sobre todo a mí mismo, cuando escribo, porque de lo contrario me aburro y abandono todo.
-Estilísticamente hablando, más allá de incluir vocablos, como ya vimos, castizos, “cerilla” x “fósforo”, “chaval” x “niño”, etc…, escribiste una historia que sorprende por su nivel de profundidad. Por ejemplo: “los buenos detectives vivían del cinismo de sus sonrisas”; otra: “ese estado de molestias que llamamos vida”. Aseveraciones que confluyen en una visión del mundo nihilista, afín al personaje que las dice.
-Así es. El trabajo ideal para mí sería en un silo atómico. No dudaría en apretar el botón rojo.
-Ya que estamos conversando sobre el estilo. ¿Esas tachaduras, adiciones en el margen del libro en cursiva, fueron una decisión editorial, o tuyas?
-Es una decisión editorial, como sello característico de la colección.
-También hay una buena y sostenida dosis de ironía que atraviesa toda la novela. “Comenzaron a volar las confituras de plomo”, x balacea. Ese tipo de frases hace suponer que Trasnoche vudú está escrito en ese tono, casi en solfa…
-Sí, definitivamente está escrita en joda.
-Los títulos de los capítulos merecen ser comentados… ¿necesitás que éstos ilustren el contenido?, ¿adelantarse a las peripecias allí narradas?; ¿cuál es la importancia que le otorgás a la hora de pensar y estructurar la novela?
-Por lo general, cuando compro un libro del que no sé nada, el índice me ayuda a darme una idea del contenido. A veces veo los títulos de los capítulos como un cuento en sí mismo. Leyendo el índice, uno puede darse una idea del argumento general de la novela, del tono y de las aventuras. Y como soy un absoluto desconocido, es prudente (y generoso) que el lector no se clave a la hora de comprar el libro.
-¿Te imaginás la novela llevada al cine?
-No, es tan burda, tan evidente, que no podría sobrevivir a una adaptación al cine, y tampoco puede ser traducida. Una novelita condenada desde el vamos… Echadle la culpa a Joe Rough, mamones.
-Hasta aquí, lo referente a tu novela, pero tenés otra gran faceta que venís desarrollando a contracorriente y con gran repercusión. Me refiero a tu labor como editor. ¿Cómo y por qué nació Ediciones Ignotas, Mariano?, ¿tomaste como modelo algún sello internacional? Tengo entendido que está conformada por cuatro colecciones. ¿Podrías referirte brevemente a ellas?
-Nació por la necesidad que sentía de volver a poner en circulación textos agotados o traducciones inéditas e inhallables. En la Argentina, salvo raras excepciones, los editores no parecen mirar nunca hacia el pasado, no parecen sentir la necesidad de resucitar textos que fueron relegados al olvido. La colección que más me interesa, en este momento, es la de los Exhumados con la que intento reeditar libros argentinos de fantasía y policial, que hayan sido relegados a la desmemoria.
-Tu emprendimiento editorial me hizo recordar lo que viene haciendo Valdemar en España… Un rescate sistemático de autores tan impresionantes como relegados.
-Valdemar es una de esas raras editoriales donde todo su catálogo es perfecto. A lo largo de los años ha publicado textos que tenían poca circulación o ninguna en castellano. A eso hay que sumarle el cuidado de sus traducciones y la belleza de muchas de sus ediciones, como la colección Gótica. Yo estoy a años luz de acercarme a ese titán editorial.
-Pero, no obstante, se trata de un excelente inicio. ¿Cuáles son los objetivos que esperás concretar con EI?, ¿qué tipo de lectores pensás estarán interesados en las colecciones que venís armando?
-Mi objetivo es publicar de a poquito, a medida que se pueda, la mayor cantidad de textos argentinos de fantasía o policial que quedaron fuera del canon. Volver a reeditar autores olvidados. Es probable que los lectores de estas literaturas sean más bien escasos, pero la idea es sumar lectores a medida que los textos alcancen difusión. Poner en manos curiosas textos que, de otro modo, sería muy engorroso descubrir o encontrar.
-Crear lectores. Toda una hazaña…
-Sí, todo buen libro tiene esa particularidad la de crear su propio núcleo lector. Un libro olvidado, en alguna medida, es un libro nuevo, virgen de lecturas.
-¿Qué cualidades son las que te seducen en un autor a la hora de rescatar una novela olvidada en el tiempo?; ¿su estilo?, ¿una buena historia?
-Todo eso y cierto exotismo que puede estar en el texto, en la obra en sí, en el título o el tema que desarrolla.
-¿Es difícil tener acceso a este tipo de material?, ¿has realizado las investigaciones únicamente en la Biblioteca Nacional?
-Me manejo hurgando en bibliotecas públicas, y con textos que fui comprando a lo largo de los años o que poseen coleccionistas amigos.
-¿Cuál es la tirada y distribución de los libros?
-Las tiradas son pequeñas y se va reeditando a medida que se vende, de ese modo aletargo mi muerte anunciada como editor de rarezas. La distribución por ahora la hago yo, lo que me permite mantener un precio bajo y competitivo.
-¿Contás con un sitio web, verdad?
-Tengo un sitio web: ediciones-ignotas.blogspot.com.ar, donde pueden encontrar el e-mail o la dirección de mi página Facebook, donde se suben las novedades o los eventos donde concurrimos a vender libros.
–Tres nouvelles fantásticas reúne autores tan diferentes como originales. ¿Quedan muchos más autores argentinos del siglo XIX por descubrir?
-Por descubrir no creo, pero sí aún quedan muchos autores que merecen mayor difusión. Monsalve, Rivarola, Olivera, Gomara, etc.
-De este libro, me llamó la atención la narración de El homunculus, de Pedro Angelici. ¿Qué te atrajo de este libro en particular?
-Siempre fue una de mis novelitas argentinas preferidas, a pesar de que el autor es de origen italiano. Angelici era un personaje casi invisible en nuestra literatura, trabajaba en un diario italiano y tuvo escasas participaciones literarias, más allá de sus dos colaboraciones en La Novela Semanal. Además de esta novela tiene otra ambientada en la Roma clásica, El pozo de las murenas, donde pinta unos cuadros macabros y morbosos dignos de la mejor literatura de horror.
-Otra sorpresa es saber que has exhumado esa extrañísima historia que resulta ser El hombre de vapor de las praderas, de Edward S. Ellis. ¿Novela weird western o de ciencia ficción?; ¡Qué buena dime-novel!
-Sí, es una novela con muchos records en su haber. En EE.UU. es la primera novela de ciencia ficción, el primer weird western, y el primer antecedente del steam punk. Y además es una linda novela, escrita en plena conquista del oeste. Hay cientos de dime novels y penny dreadful aún por difundir. En la medida que se pueda, iremos publicando algunos.
-¿Tenés en carpeta alguna novedad para lo que queda del año en materia de publicación?
-Lo próximo en Ignotas es una antología de cuentos de horror y misterio de Víctor Juan Guillot, otro gran olvidado. El libro se titula: El vampiro y otros cuentos de horror y misterio.
-Un escritor archi olvidado; creo que se suicidó, ¿puede ser?
-Sí, por defender su honor que había sido empañado. Algo que hoy ningún político tiene la buena idea de imitar, seguramente porque no tienen ningún honor que defender. En el libro de Botana, Tras los dientes del perro, se detalla bien los pormenores de ese episodio trágico.
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Sobre el entrevistador: Augusto Munaro es escritor. Su página web es augustomunaro.com.