Mudas son las palabras o las mujeres. Mudas son las transformaciones, las metamorfosis, las alteraciones. Que también son mudas, pero de mudanza.
Y mudas de sin voz, son también la evolución y la renovación. Que son mujer y son palabras.
Mudas son todas y cada una de las palabras que, al decirse, tienden a enmudecer.
La identidad también es muda, como los fantasmas, los trenes, los hombres, los besos, los cuerpos, el sexo y la sangre. Todos éstos, habitantes y vecinos de este precioso y delicado poemario de Flor Codagnone, que con una musicalidad que es seducción pura, impone una lectura corporal, lo que lo convierte en una experiencia francamente emocional.
Lo que no se puede nombrar, Flor lo desmigaja de taquito, con la soltura de quien sabe exactamente lo que está diciendo. Con una identidad tan femenina que asusta, pero no ahuyenta. Todo lo contrario: hipnotiza. Se lee, sí o sí, de un tirón. Probablemente dos veces seguidas.
Las caricias que no pueden mirarse;
idiomas-melodía inventadas para que tengan voz;
el cuerpo ajeno que es propio;
el propio que es ajeno.
Pero la más muda de las mudezas o mudanzas que habita este libro es la ausencia.
Cómo nombrar las ausencias y, sobre todo, la más grande de las ausencias, que es el pasado.
Solo es posible con poemas que se ponen en crisis a sí mismos y a su belleza.
Palabras que aparecen solas entre los cuerpos que se evocan, que se tocan, que se miden, que se asumen, se repelen y se ausentan.
Que aparecen con los gestos innombrables que son voz callada por no saber cómo decirse.
Que aparecen con la música de las bocas cerradas y los besos no dados. La música, ese lenguaje que puede describir lo que no se puede nombrar.
Para que lo que no se ve, por fin, sea poesía.
***
Algunos poemas del libro:
¿Me decís el nombre de lo que nos une?
O si hay nombre
si los fantasmas se hacen cuerpo
o si el daño es hoy
“Mentime” digo. Y caés
a centellear: No-puedo-mudar-de-piel.
***
En la imagen rota de los labios
asoma la desnudez cuando no hay más
y cerramos los ojos y nos vemos
vestidos, uno al lado del otro, azules,
escapando de un fantasma
que nunca terminó de nacer.
***
después del cruce de palabras
el tren acerca sus luces
y entiendo
que no soy linda,
que ningún hombre va a quererme
aunque me quiera
o me desee
o me construya
con su mirada
o me escriba una canción
que reboque el modo
en que nos decimos y nos vemos.
***
Se están borrando las cicatrices
que me recuerdan que falta algo, mejor,
que hay algo enlazado, anudado
en el interior de mi.
***
No sé si lo soñé.
Hablabas dormido,
decías
cosas que apenas escuchaba,
pero entendía.
Era la noche del día
en que me desnudé
por primera vez.
¿Te acordás?
Bajaste el cierre falso
de la primavera
y quedé frente a vos
con un cuerpo
que todavía no era mío.
***
Flor Codagnone nació en Buenos Aires en 1982. Es licenciada en Periodismo. Brinda servicios editoriales, clínicas literarias y coordina talleres. Creó la materia Rock y Comunicación Social en la Universidad del Salvador. Escribió con Nicolás Cerruti Literatura ? Psicoanálisis: El signo de lo irrepetible (Letra Viva, 2013). Tradujo Los Beatles y Lacan: Un réquiem para la Edad Moderna (Galerna, 2013). Mudas (Pánico el Pánico, 2013) es su primer libro de poemas. En 2014 publicará su segundo poemario.
Mudas
Flor Codagnone
48 pp.
Editorial Pánico el Pánico