Palabra – Desorden, el arte al servicio del caos, nunca al revés nunca viceversa, los nervios distendiéndose, luego tensándose, las tripas comulgando su cantar:
“Pensamiento viene de afuera/ y piensa que viene de adentro, / pensamiento que expectora/ lo que en mi pecho pienso”
Palabra – Desorden, el desdén de la naturaleza camina en silencio. La lluvia arrasa la lógica, y el viento también, si el viento habla todo se calma:
“El puente es donde llueve el río debajo”
Todo se detiene en el desbarajuste de la mirada.
La palabra muere a la intemperie: en ese acto nacen los signos, los espasmos de un dibujo insinúan la desesperación por decir, pero ese decir no es vano, ni en vano, es un gesto libre y arbitrario sacudiendo la hoja en blanco.
Palabra – Desorden, para restituir la poesía a su lugar de origen, un mundo
primitivo donde el lenguaje niega, practica, esboza, dibuja, interfiere, afirma, reafirma y vuelve a negar:
“¿Hubo ese tiempo? ¿Cuando no había poesía porque la poesía estaba en todo lo que se decía? ¿Cuando el nombre de la cosa era parte de ella, así como su color, su tamaño, su peso?”
Palabra – Desorden – Abismo:
Bajo ese tríptico la poesía juega su última carta; la esperanza de abolir los sentidos y las referencias para crear nuevos sentidos y para sustituir las referencias por otras operatorias que desconocemos (una búsqueda que de alguna manera habla del estancamiento del lenguaje), o, para no sustituirlo por nada y dejar ese terreno vacío incendiándose.
Palabra – Desorden, radiación electromagnética, meteorito que se enlaza con la prehistoria y el futuro en el mismo instante en que todo desbarranca.
Palabra Desorden – Antología Bilingüe
Arnaldo Antunes
Primera edición – Caja Negra, Buenos Aires 2014