Hablar del amor, explicarlo, teorizar sobre él no es lo mismo que mostrarlo.
Tomás Berjan dijo:
Cuando alguien me pide un consejo yo le cuento una historia.
Juan Terranova sabe esto, lo cita en las entrevistas y lo lleva a la práctica en El Amor Cruel, su segundo libro de cuentos, esta vez publicado por el sello Editorial El Cuervo, 2016. Y para hablar del amor, Terranova no solo cuenta una historia, cuenta doce historias.
Estos cuentos, son todos diferentes. Varían entre las historias de comic y las exploraciones por YouTube.
Antes que nada hay que notar la precisión del lenguaje y el estilo inconfundible de su justeza. Inventa personajes e inventa narradores, con una naturalidad que puede parecer autobiográfica. Sin embargo, si leemos algunos nada más de sus libros, de sus numerosas publicaciones narrativas, sabremos que no es así, que en estos relatos no hay autobiografía completa. Lo que hay es naturalidad en el lenguaje y en la creación literaria.
“¿Alguna vez vieron lo que queda cuando se vacía una pileta pública? En el paisaje del cemento seco hay restos vegetales, matas de pelo, pedazos de goma, vidrio, un limo pegajoso lo cubre todo… Puede ser asqueroso.”
La telépata celosa.
Al amor lo encontramos en todos lados, y todos esos lugares no siempre son agradables. Es más, muy pocos lo son. Por eso Terranova nos mete en historias nada convencionales: desde una mujer que solo puede llegar al orgasmo cuando le hablan sobre lagartos mientras es penetrada, hasta una novia telépata que golpea a su novio —guarda vidas en una pileta— porque sabe que estuvo mirando mujeres semidesnudas; desde el hijo de Sue Storm, de Los 4 Fantásticos hasta la progresión aleatoria y nada casual de las historias que pueden encontrarse en YouTube mientras uno va nadando en sus videos.
Todos son lugares en donde podemos ver al amor, o mejor dicho, algunos tipos y formas del amor.
La particular visión de Terranova no parece tener prejuicios y detenerse ante la polémica: La violencia de género hacia el hombre, la homosexualidad, los fetiches sexuales.
Por supuesto que llega a los momentos de mayor lucidez y precisión literaria cuando no podemos encontrarlo entre sus narradores. Cuando los narradores se alejan del vicio de internet y el sexo panfletario, ahí Juan Terranova encuentra su mejor literatura.
“Miro la televisión. Estoy en un refugio. La gente que me rodea tiene miedo. Yo no. Soy el diseñador de videojuegos Hito Moshiri y ya imaginé todo esto que ahora está ocurriendo. Comparto el hacinamiento y el techo con mis compañeros de desastre pero no las mismas preguntas. Ellos quieren saber cómo prepararse para la réplica del tsunami, o si alguno de los reactores finalmente se abrirá como un huevo para dejar escapar sus vapores a la atmósfera. Yo, por mi parte, me pregunto: ¿Se acabó el cine de terror japonés? ¿Saldrán caminando del agua los cuerpos fosforescentes de nuestros zombies? ¿Mis futuros hijos sufrirán lesiones genéticas y por las noches podrán ver en la oscuridad gracias a los rayos gamma de sus ojos?”
Mi Fin del Mundo Nuclear
Si buscamos una genealogía de su voz narradora podríamos recordar al Capote de Música para Camaleones, por esta insistencia en la primera persona narrativa y por la sutileza de las observaciones.
“Antes de irme a dormir miro el noticiero de medianoche. Lo miro sin ganas, como un ritual de cierre. Son cosas que uno necesita para ponerle orden a la vida. El primer lunes de febrero del 2013, entre las noticias banales –el abucheo a un funcionario, las vacaciones de otro funcionario, un choque en el centro de la ciudad–, escuché las denuncias contra el jardín de infantes Tribilín de San Isidro”.
El tigre y el payaso
Con una edición muy cuidada por parte de Ediciones El Cuervo, estos cuentos se disfrutan y se piensan. En la sugerente tapa vemos el Retrato de Familia de Cornelis de Vos (1631) pasado por el filtro de Facebook que busca etiquetar todo rostro. Una familia del siglo XVII pasada por un filtro posmoderno. Todo un mensaje sobre lo constante y lo cambiante que puede tener la idea del amor.
Terranova publica ficción y ensayos críticos. Sabe leer y sabe escribir. No es pretencioso al punto de querer lograr “la gran obra” sino que escribe lo justo que quiere decir, o sobre lo que prefiere reflexionar. Como todo artista que también ejerce la crítica del arte que practica, Juan Terranova en cada ficción pone en juego sus criterios estéticos y conceptuales, estemos o no de acuerdo con ello. Pero lo hace con tanta naturalidad que logra eso que nos resuelve la vida: para explicar algo difícil, lo mejor es contar una historia.