Las autoras en la presentación del libro que se hizo en la Biblioteca Nacional el sábado pasado.
La Compañía Rioplatensas es un colectivo autoral dirigido por Aldana Cal, Carla Malliandi y Bibiana Ricciardi, pero integrado también por otras artistas: ilustradoras, músicas, actrices, escritoras y dramaturgas.
Combinando estos lenguajes, se sumergen en los universos literarios de distintas escritoras y pensadoras del Río de Plata y los utilizan para generar nuevas creaciones: monólogos, ilustraciones, canciones.
Algo así como covers, o aproximaciones que dialogan y desarrollan una comunicación con aquellos mundos. Una suerte de visita guiada a las cosmovisiones que crearon otras mujeres en otros tiempos, pero en el mismo lugar.
En el primer volumen editado en marzo de este año, indagaron sobre la escritura de Silvina Ocampo, Marosa di Giorgio, Idea Vilariño, Alejandra Pizarnik y Eduarda Mansilla.
Y en este segundo volumen, el motivo elegido que las reunió fue Aurora Venturini. Una figura más que tentadora para adentrarse, abstraerse y abismarse.
Así lo hacen las tres dramaturgas, cada una a partir de un libro de la autora. Bibiana Ricciardi con “El marido de la madrastra”; Aldana Cal con “Las Primas” y Carla Malliandi con “Nosotros, los Caserta”. Y consiguen, con muy poco, abrir las puertas a una literatura repleta de familias disfuncionales, niñas abusadas, monstruos lúcidos e idiotas, anomalías y deformidades.
Además, este segundo volumen es también una muy buena excusa para descubrir algunos detalles del extraordinario personaje que es Aurora Venturini. En el prólogo, Mariana Enríquez nos cuenta por ejemplo que a Venturini no le gusta comer, ni le gusta la familia como concepto. Que dice haber sido amiga de Eva Perón y de algunos existencialistas franceses. Que tuvo hasta hace poco dos arañas como mascotas. Que le gustan los enanos y por eso le gusta Messi, al que llama “gnomo”. Y que escribe todos los días porque escribir “es algo serio, irracional y absolutamente desesperado, un asunto de vida o muerte.”.
“Aquí dejamos estas piezas sueltas a su suerte, que serán leídas o dramatizadas según cada lector prefiera”, dicen las Rioplatensas. Una vez hecho el puente, solo queda animarse a cruzarlo.