(…) En “Los biombos” y en “Los negros” esta posición cobra dimensiones descomunales. “Los biombos” es una obra claramente simbólica que acerca a Genet a Ionesco. Los personajes, por lo general hablan con parábolas; son seres abyectos y quieren seguir siéndolo, pues no tienen ninguna necesidad de realizarse, de cumplir su destino. No es difícil advertir, sobre todo en la segunda parte, cuando comienzan a aparecer soldados franceses, que el autor enjuicia la guerra de Argelia, y si bien lo literario está cabalmente logrado, la parte política y social está tratada de forma primaria. Sin embargo, los antiguos combatientes acusaron el golpe, y no hace mucho los actores me contaban que habían tenido que suprimir las representaciones de esta obra porque infaliblemente terminaba en medio de un público que gritaba, silbaba o aplaudía, policías en la puerta del teatro y veinte o treinta presos en los carros celulares. Esto no hace al valor de la obra pero si a su repercusión.
El lenguaje empleado en “Los biombos” es netamente escatológico, pese a la aclaración del traductor, que debió suavizarlo para evitar la inútil grosería. Los símbolos son infinitos y se necesitaría un largo estudio para descifrarlos, prolijamente, uno por uno. Admitir como una vocación sagrada la de ladrón, traidor, prostituta, la de ser la mujer más fea y maloliente del pueblo, solo tiene sentido en un lenguaje simbólico y como actitud desesperada contra la injusticia del destino: oponer a la injusticia la caricatura de la injusticia es la única manera de vencerla.
“Los negros” es una pieza corta basada sobe el mismo horror que le inspira a Genet el orden constituído, por lo general injusto e inclemente. Uno de esos castigos incomprensibles de la naturaleza es la de ser calificado por el color de la piel. Ya que son negros exteriormente, quieren serlo interiormente; los creen antropófagos, lo serán. El autor clama por boca de un personaje: “Los colores me agotan… ¿Estáis allí, África de muslos arqueados, de cadera oblonga? África burlona, África trabajadora en hierro, en fuego, África de los millones de esclavos reales, África deportada, continente a la deriva”… pero el anticonformismo se convierte en un conformismo al revés, y a menudo esta defensa sarcástica se convierte en una nueva forma de racismo, pues no hay porqué defender negros atroces para defender a los negros. Ya nadie es seriamente racista aunque emplee el racismo como argumento, si motivos políticos le dictan esa actitud, así como siempre habrá quien se burle del feminismo si le conviene la sujeción de la mujer, o humille al pobre, al anciano, al enfermo, al proletario, y siempre habrá también quien nos odie porque no somos proletario o nuestra piel es blanca. Pero creo que desde cualquier bando que se alcen esas banderas de odio solo pueden perjudicar una causa. Tampoco en esta pieza el ingenio y el estilo de Genet encuentran su mejor expresión, es una poco feliz copia de Ionesco, mucho menos feliz que “Los biombos” y menos poética. De todos modos, se trata de un escritor valedero. “Al fin de cuentas como dijo Moravia – , un libro no es un libro, sino un hombre que habla a través de un libro.”
Silvina Bullrich – 13 de agosto de 1967
Nota: Sospecho que el estudio crítico sobre el teatro de Jean Genet fue publicado por el diario La Nación. De la fecha estoy seguro, fue el 13 de agosto de 1967, y lo firmó la escritora argentina Silvina Bullrich.
La foto en la que están José Bianco y Silvina Bullrich fue extraída del suplemento Radar de Página 12.
Estefanía Landesmann aportó el artículo de Silvina Bullrich, el cual apareció en el interior de la primera versión en Argentina de Las Criadas, traducida por José Bianco y editado por Sur en 1959.
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Miguel Zeballos