La ciencia es la más peligrosa de las artes humanas. Así lo presagiaba la escritora Mary Wollstonecraft en el siglo XIX al escribir Frankenstein, considerado el primer libro de ciencia ficción. Ya entrado el siglo XX, el combate con armas químicas en las trincheras de la Primera Guerra Mundial se encargaría de confirmar que la atroz realidad podía superar ampliamente la ficción.
Pero también las historias de la ciencia se pueden convertir en literatura. Este es el efecto que genera la escritura de Benjamín Labatut, nacido en Países Bajos pero criado en Buenos Aires y residente en Santiago de Chile, quien construye su tercer libro a partir de cinco relatos por los cuales desfilan personajes históricos como el arquitecto del nazismo Albert Speer, el químico Fritz Haber, el físico Karl Schwarzschild, el matemático Shinichi Mochizuki, el padre de la mecánica cuántica Erwin Schrödinger e incluso el creador de la teoría de la relatividad Albert Einstein.
Labatut explora la ciencia a partir de sus pliegues con la ficción, develando anécdotas de lo más curiosas. Así nos lleva a través del descubrimiento del azul de Prusia (el primer pigmento sintético), que se fijó en nuestras miradas en los famosos tonos azules de los cuadros de Van Gogh o Hokusai, hasta concluir en el Zyklon B, gas derivado del cianuro y utilizado primero como pesticida pero tristemente célebre por ser el elemento con el cual asesinaron a millones de judíos en los campos de exterminio nazis. La paradoja sobre el compuesto que se cargó las vidas de ambos bandos no es literaria en este caso, sino parte de la increíble historia de la ciencia: mientras caía el régimen, los oficiales del Führer (él mismo e incluso su perra Blondi) tomaban pastillas de cianuro para morir instantáneamente y no despertar en un mundo donde el Tercer Reich no existiese. Las páginas se leen con asombro, misterio y sorpresa. Así como los libros del neurocientífico Oliver Sacks, a Labatut se lo podría sumar como otro de los autores que escriben y difunden la ficción científica, este cruce de novela, ensayo de divulgación, crónica y hasta reflexión filosófica en un mundo en pandemia donde la ciencia es la protagonista y nosotros los personajes secundarios. Nos sumerge en la lectura haciéndonos olvidar por momentos de que se trata de ciencia. Y, sin embargo, aprendemos de ella en cada página.
Hablar de los misterios insondables del universo, la complejidad de descifrar ecuaciones matemáticas, los fatídicos usos de los químicos o las discusiones cuánticas sobre agujeros negros podría parecer frío, abstracto, o tema reservado solamente para especialistas, pero el mayor logro de este libro es tal vez el hecho de recuperar las ambiciones, consagraciones, desgracias y olvidos de aquellos que fueron sometidos a los designios de la ciencia. Labatut otorga a estas historias un rostro humano, pasional, trágico, por momentos shakespereano.
A diferencia de las historias de ciencia ficción, aquí no hace falta crear mundos ficticios futuristas en épocas distantes. Si rastreamos en el pasado de la historia de la ciencia, tenemos todos los elementos para construir un relato de lo más intrigante. Luego de haber transitado un año de pandemia global, la humanidad busca respuestas y soluciones a algo que parece no terminar de descifrar. En el fondo, la pregunta continúa siendo la misma, ¿somos capaces de comprender los misterios de la ciencia? Durante siglos, muchos científicos intentaron dar respuestas, quizás con más ambición de saber que de salvar vidas, es allí donde reside el peligro de este arte.