Nacido oficialmente en el caluroso verano de 1973 luego de que en una fiesta barrial en el Bronx el legendario DJ Kool Herc extendiese una de sus mezclas y para rapear sobre ella, ese movimiento cultural llamado hip-hop llegó para revolucionar (y hacer temblar) por completo los cimientos de la escena musical mainstream. Voz absoluta y autorizada de los sectores marginados, discriminados y perseguidos de una Norteamérica blanca, racista y desigual, el hip-hop pasó por una gran cantidad de etapas hasta llegar a su explosiva y mutante actualidad.
Etapas muy diferentes entre sí que estuvieron marcadas por la lucha, el dolor, el baile, el sudor, la sangre, muchas contradicciones y la más genuina y honesta pasión por la música. Etapas que recorreremos en 20 discos esenciales para comprender una muy rica historia que continúa escribiéndose día a día.
N.W.A – Straight Outta Compton
Ruthless Records, 1988
Directo de las entrañas de Los Ángeles, el disco debut de N.W.A -el grupo conformado por Arabian Prince, Dr. Dre, Eazy-E, Ice Cube, DJ Yella y MC Ren- es un paseo real por cada uno de los rincones abandonados y destruidos de un Estado que hace ya mucho tiempo le había declarado la guerra frontal a los marginados del sistema. La única opción ante el intento de exterminio llevado adelante por la administración nacional de Ronald Reagan era una sobredosis de realidad. El nacimiento oficial del gangsta rap llegó con una lírica cargada como una AK-47 que describió a la perfección la oscuridad y las contradicciones de las calles, disparando sin miedo ni piedad contra la falsa moral blanca.
Una esencia anti-sistema que con una sensacional conciencia gonzo y una buena cantidad de humor negro abarcó el panorama político y social completo: la persecución y tortura policial (la previa del estallido del 92), el uso de los suburbios como lugar de segregación y muerte mediante el ingreso intencional de armas de guerra y drogas para las pandillas, los padecimientos de la esclavitud moderna y la certeza de que para poder siquiera pensar en el futuro, primero había que abrirse el camino bajo la ley de la selva.
Public Enemy – It Takes A Nation Of Millions To Hold Us Back
Def Jam, Columbia, 1988
Con el inquietante sonido de las sirenas anunciando la llegada del apocalipsis como trasfondo, el segundo disco de estudio de Public Enemy es un brutal y aguerrido llamado a la resistencia en el quiebre de una década llena de dolor, persecución y muerte para la comunidad negra en los Estados Unidos. Una atmósfera llena de incertidumbre, (re)creada a la perfección por The Bomb Squad: la densidad de las capas sonoras es 100% palpable, así como la innovadora combinación entre el free jazz, el funk clásico y el rap O.G. sobre una estructura muy cruda que le permitió a Chuck D potenciar al máximo una prédica centrada en la reivindicación del nacionalismo negro, los padecimientos socioeconómicos crónicos de los afroamericanos y en la crítica sin piedad a un sistema manejado por la supremacía blanca.
Ice Cube – AmeriKKKa’s Most Wanted
Priority Records, 1990
Casi como una respuesta gris y desesperanzada al interrogante planteado por Public Enemy en el final de los turbulentos años ochenta, el debut solista de Ice Cube -así como su sucesor, el ya directamente funerario Death Certificate– fue la confirmación de que el apocalipsis ya había llegado a los Estados Unidos. Producido en Nueva York por The Bomb Squad, AmeriKKKa’s Most Wanted se inclina por completo hacia el hardcore rap más pesado con algunos retazos de funk, anticipando el sonido que, paradójicamente, terminaría representando el renacer de la Costa Este. Haciendo un showcase de su habilidad absoluta como liricista y como vocalista, Ice Cube ataca a toda velocidad y sin miramientos al racismo institucional imperante, sin olvidarse de los traidores dentro de la comunidad, buscando que quien escuche pueda entender la realidad y sacar sus propias conclusiones entre tanto dolor y sufrimiento.
A Tribe Called Quest – The Low End Theory
Jive Records, 1991
Buscando un lugar alejado de los conflictos que empezaban a surgir en el universo del hip-hop a inicios de los años noventa, A Tribe Called Quest se abrazó a la incertidumbre con un disco que terminaría siendo uno de los pioneros del sonido más alternativo dentro del movimiento: bajo una producción minimalista a cargo de Q-Tip, The Low End Theory establece un puente entre el hip-hop y el jazz, poniendo el eje sonoro en las voces, la batería y los bajos. Un interesante cruce entre lo analógico y lo digital en un momento en el que esa temática todavía no era un debate tan fuerte. Un cruce que permitió entender las alturas a las que podía llegar el rap si se valía de instrumentos tradicionales sobre un escenario, algo que hace bastante tiempo está completamente normalizado. Desde la lírica, la visión equilibrada entre el comentario político-social y las canciones más comerciales despojadas de un mensaje profundo, vuelve a relucir aun mostrando los primeros (lógicos) signos de desgaste.
Dr. Dre – The Chronic
Death Row, Interscope, Priority, 1992
El otro gran estallido que generó el conflicto interno en N.W.A fue el de Dr. Dre, quien estableció con The Chronic los niveles de producción a los que cualquier artista debería aspirar para poder sentarse en la mesa grande del hip-hop. Beats voluminosos llenos de funk originario, un flow cadencioso y dinámico, mucho soul en los coros, el uso acotado de los samples, la fuerte presencia de instrumentales en los beats y los sintetizadores con máxima estridencia. Apoyándose en la realidad de los ghettos de Los Ángeles y haciendo cuerpo y canción la narrativa contradictoria y rica de la vida como pandillero, Dre (con el aporte magistral de un joven Snoop Dogg) creó el G-Funk y rompió de forma definitiva la dicotomía reinante en el hip-hop entre un sonido más festivo y liviano, y otro más oscuro y político. La imagen del paseo por los rincones abandonados de California se hace presente de nuevo como un conflicto permanente, pero esta vez dentro de una atmósfera (un poco) más soleada desde el punto de vista sonoro gracias al respeto absoluto por los géneros clásicos de la música afroamericana.
Snoop Dogg – Doggystyle
Interscope, 1993
Casi como una escisión de The Chronic, Doggystyle llegó para cambiar las reglas del juego y asentar el dominio de la Costa Oeste a lo largo y ancho del país. La ópera prima de Snoop Dogg fue la continuación del realismo que recorre el disco de Dr. Dre, así como el primer paso fuerte de un rapero con destino de leyenda y dueño de un tempo y un flow (este último, equivalente a una melodía clásica) mucho más que excepcionales. Punta de lanza de la consolidación del G-Funk como mutación reinante del hip-hop en ese momento, el disco continúa la línea social y política desde la lírica, siendo el objetivo de su protagonista el contar las cosas tal y cual sucedían en Compton. Desde la producción, Doggystyle mantiene el estilo de multicapas de sonidos y beats soleados, y genera momentos en los que la fusión con las voces reinventa el esquema musical tradicional del hip-hop. Sí, el gangsta rap también podía ser melódico.
Wu-Tang Clan – Enter The Wu-Tang: 36 Chambers
Loud Records, 1993
Dejando a la Costa Este sumida por completo en un clima tan gris como honesto, el Wu-Tang Clan tomó las calles por asalto con otro de esos pocos discos que poseen estatus de leyenda. Bajo la producción de RZA, el colectivo de Staten Island revolucionó por completo un ambiente que le escapaba a la realidad y que ya se abrazaba en exceso a la era dorada del hip-hop, buscando tapar a quienes buscasen abrir mentes dentro de la comunidad afroamericana. La mezcla fue tan directa como cada palabra que emergió de sus bocas: beats muy densos, cuasi apocalípticos, dosis elevadas de soul en los sampleos y un concepto estético y espiritual ligado a las películas clásicas de artes marciales. Líricamente, el nivel de fineza, precisión e inteligencia sentó bases y parámetros que se extienden hasta la actualidad, algo que tiene que listarse a la par del hecho de haber plantado el embrión del hardcore hip-hop para así poner (en un solo movimiento, como si fuesen ninjas) a la Costa Este una vez más en un lugar de relevancia artística y cultural a nivel nacional.
Nas – Illmatic
Columbia Records, 1994
Directo desde los calabozos del rap, lugar de donde los falsos y traidores nunca regresan, Nas convirtió a su muy esperado disco debut en uno de los retratos más descarnados, dolorosos y precisos de la verdadera Nueva York. Visceral y directo como pocos trabajos hasta ese momento, Illmatic es un reflejo de las dificultades, conflictos y contradicciones por las que Nasir bin Olu Dara Jones pasó a lo largo de su crecimiento en los monoblocks de Queensbridge, Long Island.
La manera en la que Nas y DJ Premier desgarran aún más la carne ya lastimada es magistral. El disco es un sinuoso viaje por un sinfín de emociones, una invitación a conocer la realidad de las profundidades de una ciudad que, una vez más, estaba demasiado concentrada en las luces del centro. Alternando entre la sensación de estar atrapado para siempre y las esporádicas luces que aparecen a lo largo del recorrido –y con un estilo caracterizado por su versatilidad total y la gran cantidad de capas y texturas rítmicas– Nas se convierte en una cruza entre poeta y cronista, describiendo cada situación y personaje en detalle para hacer de la violencia metafórica un eje hacia el que la Costa Este comenzaría a moverse.
The Notorious B.I.G. – Ready to Die
Bad Boy Records, Arista Records, 1994
Con un título y un concepto premonitorios, Ready to Die marcó el ingreso de The Notorious B.I.G. a las grandes ligas del hip-hop. Estructurado como una ópera, el recorrido comienza en los bajos de Brooklyn y termina en la reflexión desde las alturas acerca de si seguir o no adelante luego de todos los cambios que trajo la fama.
OutKast – Southernplayalisticadillacmuzik
Arista, LaFace, 1994
Desde Atlanta, lejos de los flashes que se llevaba la pelea entre las dos principales costas de los Estados Unidos, OutKast ejecutó uno de los golpes más significativos y contraculturales en la historia del hip-hop con el lanzamiento del innovador y audaz Southernplayalisticadillacmuzik en 1994. Estableciendo una conexión directa, mayoritariamente instrumental, con el funk, el soul y el R&B y combinándolos con beats mecánicos y ruidosos, Andre 3000 y Big Boi consiguieron un sonido mucho más cercano y representativo de un lugar que pasaría a ser punto nodal del hip-hop. Virtuosa y compleja reflexión acerca de lo que es crecer como afroamericano en un entorno brutalmente hostil, el debut de OutKast dejó en claro que el sur tenía mucho para decir y se instaló para siempre en el centro de la escena, mostrando que del choque entre lo clásico y lo moderno sí podía emerger un game changer.
Mobb Deep – The Infamous
Loud Records, 1995
Salidos de las mismas profundidades que Nas, Prodigy y Havoc se encargaron de crear uno de los álbumes más intensos y oscuros de la historia del hip-hop. No es descabellado decir que Mobb Deep fue el impulso final -terminando lo iniciado por Wu-Tang Clan y Nas- para que la escena de Nueva York renazca de forma definitiva, rompiendo y rehaciendo los límites sonoros de una fórmula que ya estaba gastada y lavada. De esta manera, The Infamous completó la renovación del hardcore rap con sus texturas más lúgubres, agresivas y tenebrosas, y con un nivel de realismo equivalente a un gancho cruzado de Mike Tyson por su hambre, potencia, precisión y fatalismo.
2Pac – All Eyez On Me
Interscope Records, 1996
En el año 1996, ya bastante lejos del quiebre de época, pero sabiendo que el futuro era cada vez más oscuro, Tupac Amaru Shakur lanzó el que sería su último disco en vida. El brillante All Eyez On Me fue el primer álbum doble mainstream de la historia del hip-hop y un inolvidable testamento político e ideológico de uno de los máximos revolucionarios del siglo XX. Más allá de un leve viraje temático respecto de sus discos previos –decir que su lírica “no tiene contenido político” sería incorrecto–, el foco sigue puesto en su experiencia y supervivencia en las profundidades del ghetto, estableciendo un fuerte contraste con la vida de lujo y la comodidad material que conoció gracias a su trabajo y talento.
Recién salido de una larga estadía en prisión, abrazando el lema “Thug Life” y mirando de reojo a sus enemigos, Tupac también pone mucho énfasis el tópico del operativo de vigilancia al que fue siempre sometido por parte de las autoridades. En términos de producción, hablamos de un trabajo difícil de igualar: el sonido característico de la Costa Oeste -uno que él representa como nadie- brilla por completo y su rapeo -lleno de pasión y hambre de gloria- vuelve a ser por completo letal.
Lauryn Hill – The Miseducation Of Lauryn Hill
Ruffhouse Records, Columbia Records, 1998
Es imposible no abrir el pasillo de honor del hip-hop cada vez que se menciona a Miss Lauryn Hill: si las barreras para las mujeres dentro del movimiento se rompieron, fue gracias a su trabajo tanto como líder de The Fugees como durante su misteriosa carrera solista. Su primer paso en solitario es al día de hoy uno de los discos más vendidos y más influyentes de la historia del hip-hop: The Miseducation Of Lauryn Hill ataca sin piedad cada uno de los cimientos de una industria musical misógina, repetitiva y ventajera, además de volver a poner al frente una de las voces más genuinas y bellas que se hayan conocido. Navegando entre el rap clásico, el soul, el reggae roots, el góspel, el jazz y el R&B, este fino y calculado trabajo define sin vueltas lo que es el neo soul antes de que el quiebre de siglo lo convierta en otra categoría radial excesivamente amplia y genérica.
Eminem – The Marshall Mathers LP
Aftermath Entertainment, Interscope Records, 2000
A mediados del 2000, el tercer disco de Eminem generó un impacto muy profundo en la escena por su esencia transgresora y por la capacidad de su creador para introducir (sin anestesia) a quien quisiese escuchar dentro de cada uno de los complejos y oscuros laberintos de su cabeza. The Marshall Mathers LP es trabajo innovador que puede describirse como una catarsis brutal, frontal y muy honesta. Como un tour de forcé asfixiante y por momentos intolerable. Un inquietante recorrido por una vida marcada por dolor y la pérdida, así como por una enorme capacidad para resistir y sobrevivir en un entorno doblemente hostil. La potencia asesina del hardcore rap y el horrorcore –con el sello distintivo de Dr. Dre– funcionan como las cuchilladas de Michael Myers o los machetazos de Jason: desgarran la piel, amplificando el dolor que transmite Eminem desde la lírica y desde la manera de ejecutar cada palabra.
Jay-Z – The Blueprint
Roc-A-Fella Records, 2001
Con el atentado a las Torres Gemelas todavía muy fresco, el lanzamiento de The Blueprint fue el gran salto hacia delante en la carrera de un muy joven Jay-Z. Trece canciones con una producción deluxe (hablamos del breakout de Kanye West y de Blaze) que están atravesadas por el clima de época y que mantienen un muy inteligente péndulo entre el hardcore rap neoyorquino y el sonido más comercial, cercano al pop, que ya asomaba como el poco sorpresivo ganador de la batalla por el mainstream. Si lo que siguió adelante en el rap mainstream fue un viraje hacia el soul y el reinado del sampleo en los beats, fue gracias a un trabajo tan prolijo como polémico. Dos palabras que definen a la perfección la legendaria carrera de Jay-Z.
Madvillain – Madvillainy
Stones Throw Records, 2002
Fue tal el impacto del único disco de estudio del dúo entre MF Doom y Madlib, que sería imposible dejarlo afuera de esta lista. Hecho sin ningún tipo de apuro, dejando que los beats y las líricas mariden y encuentren su punto justo, Madvillainy es una gema absoluta dentro de una escena a la que todavía le costaba abrazarse a la experimentación más radical. Producido con una seria obsesión por los detalles y la superposición de capas sonoras, el álbum se apoya en beats muy densos, todos ellos plagados de sampleos oscuros que no se quedan solamente en la cultura norteamericana. Casi como si dirigiesen un ejercicio de brainstorming avant garde, MF Doom y Madlib ejecutan una sucesión de brillantes y cortas ideas –un caos perfectamente orquestado– que no dejan demasiado tiempo a la reflexión y que obligan al procesamiento y complemento veloz. Desde el micrófono, el misterioso hombre de la máscara se convierte en una máquina capaz de adaptar una gran cantidad de recursos poéticos y literarios, creando una nube sónica solo plausible de ser comprendida si se la escucha con la máxima atención posible.
Kanye West – The College Dropout
Roc-A-Fella Records, 2004
Recogiendo el guante dejado por MF Doom y Madlib, Kanye West dio el paso necesario para consolidarse como mucho más que uno de los mejores productores de su época. Claro que esto no es poco, pero con The College Dropout, el oriundo de Chicago consiguió el reconocimiento mainstream como artista integral que tanto se le negaba por estar detrás de la pecera. Y la barrera la quebró con una revolución: usando como base un estilo orquestal de producción y apoyando cada canción en sampleos del soul y del R&B con un pitcheo más elevado que lo habitual, Kanye West sentó las bases iniciales del sonido que dominaría los primeros planos durante lo que restaba de la primera década del siglo XXI. También generó un viraje muy importante -tanto desde la lírica como desde la performance- al alejarse del concepto gangsta para consolidar un estilo más bien reflexivo, introspectivo e intelectual que trataba en profundidad temáticas como la relación entre el racismo y el capitalismo, la injusticia social, las contradicciones de la religión y la opresión que significan en sí mismas las instituciones. Este es el Kanye West que amamos extrañar.
Kanye West – My Beautiful Dark Twisted Fantasy
Roc-A-Fella Records, 2010
¿Hay dos discos de Kanye West en esta lista? Hay dos discos de Kanye West en esta lista. Los hechos son irrefutables: My Beautiful Dark Twisted Fantasy es una de las más grandes obras maestras de nuestra era y uno de los comebacks más impresionantes que jamás se hayan visto. Concebido como una ópera rap creada en el máximo hermetismo posible bajo una lógica de trabajo cuasi militar, el quinto disco de Ye deforma, derrite y licúa todo lo hecho en sus trabajos previos para crear una amalgama oscura e intrigante en la que se pueden distinguir las texturas grises del hip-hop de la Costa Este, la épica de estadios del rock clásico, la suavidad del R&B, los flashes enceguecedores del neo soul, la flexibilidad de la EDM y la intensidad aeroespacial del rock progresivo. Un regreso a sus comienzos pero potenciado por completo y con muchísima rabia, esta gema es una nave voluminosa en la que Kanye explora los rincones de la fama, el romance, la decadencia post-éxito, el escapismo hacia el que a veces el artista es empujado y los límites y exceso del poder, del sexo y de las drogas. Sí, una vez más, el Kanye que al día de hoy seguimos extrañando.
Kendrick Lamar – To Pimp A Butterfly
Top Dawg Entertainment y Aftermath Entertainment, 2015
¿Qué decir de To Pimp A Butterfly que ya no se haya dicho? ¿Cómo resumir en algunas líneas todas las significaciones que encierra en sus quince canciones? Primero, que es un preciso e innovador recorrido por la historia completa de la música afroamericana, logrando niveles y dinámicas de diálogo entre el funk, el soul, el góspel, el jazz y el hip-hop nunca antes vistas. Segundo, que el nivel de escritura de Kendrick Lamar es digno de un análisis literario además de musical, estableciendo un viaje muy sentido y plagado de dolor, luchas y reflexiones respecto de la historia de la comunidad negra en los Estados Unidos. Lejos de simplificar toda esa historia plagada de sangre y lucha, Lamar complejiza y profundiza cada una de las temáticas presentes en su relato (racismo, cultura, supervivencia, autosuperación, religión, instituciones, mandato social, pobreza, miseria), poniéndole el cuerpo a cada una de sus palabras, haciéndose estas carne en un nuevo mesías dispuesto a guiar y representar.
Kendrick Lamar – Damn.
Top Dawg Entertainment, 2017
¿Kendrick Lamar también aparece dos veces? Sí, y tranquilamente podría aparecer una o dos veces más en la lista. No hay mejor cierre para este recorrido que hablando de Damn., primer álbum no de jazz o clásico en alzarse con el Premio Pulitzer para la música debido a la impactante complejidad y versatilidad presente tanto en la composición como en la ejecución. Si bien se puede considerar al disco como un clásico del hip-hop, lo cierto es que su equilibrio entre lo clásico y lo moderno (hay trazos firmes de rap 3.0 y trap) termina siendo la plataforma para la creación de la partitura definitiva de los sonidos del futuro. Ritmos que son desnudados hasta su esencia, con Kendrick cargando todo el peso de la corona sobre su espalda: su voz es el lugar del que sin parar emergen una riquísima variedad de personajes, texturas, emociones y tonalidades. Paranoia, locura, reflexión y celebración, cuatro conceptos que definen a la perfección uno de los más titánicos trabajos de toda la historia musical y cultural.