En el staff de Indie Hoy continuamos inspeccionando discos de la historia y esta vez el turno fue de la siempre polémica década del ’90, de la época en que Musimundo vendía discos, de cuando Ruth Infarinato presentaba videos en Conexión de MTV, de la convertibilidad, el antidoping del ’94, los WordArts, la preocupación por el Y2K y de cuando para conectarse a internet había que soportar un ruidito horrible. Mientras tanto, dos fuertes corrientes musicales se gestaban en las costas opuestas del Atlántico. Pero no solo de brit-pop y grunge está hecha esta lista de 50 títulos que, como siempre, deja afuera, injustamente, excelentes obras. De todas las listas que hicimos hasta el momento (’60, ’70 y ’80), la que hoy presentamos fue sin duda la más reñida, quizás por la distancia generacional de la mayoría de quienes formamos parte del staff.
50. Daft Punk – Homework
1997 – Parlophone France
Justo cuando la música electrónica había caído en desgracia y nada parecía remontarla, dos muchachos franceses reinventan el género a base de elementos disco, samples hip-hop y mucho acid. Homework es el trabajo debut de Daft Punk, proyecto de Guy-Manuel de Homem-Christo y Thomas Bangalter que desde el inicio se mostró como un proyecto para nada amateur. Aclamado tanto por la crítica como por los confundidos ravers de la época (lleva vendidas dos millones de copias), Homework fue producido por ellos mismos y guarda hits que aun hoy suenan frescos en las pistas: “Da Funk“, “High Fidelity” y el monumental “Around the World“. Todavía faltaba para los videos con dibujitos y para que sonaran en Radio Metro gracias a Pharrell, pero Homework era un debut más que promisorio de una banda que nunca bajó la vara. Rodrigo Piedra
49. Jaime Sin Tierra – El avión ya se estrelló y yo sigo volando
1998 – Ultrapop
Luego de un año y medio de tocar por el circuito porteño y de editar un demo, en diciembre de 1997 los Jaime Sin Tierra se reclutan en un campo de Chascomús para grabar, en ocho canales, este disco debut editado cinco meses después por el sello Ultrapop (existe una reedición digital de 2013 de Estamos Felices) y que sería una introducción al universo Sin Tierra: aviones, melancolía, voces sampleadas, Chascomús y una tristeza infinita con la sentida voz de Nicolás Kramer que junto a Juan Stewart, Sebastián Kramer y Lucas Cordiviola (primera formación del grupo) generaban una perfecta sinergia a base de canciones de desamor y autodestrucción. Más adelante vendría Caja Negra y el adios al lo-fi con Autochocador, su disco bisagra que seguramente veremos en próximas listas. Rodrigo Piedra
48. Suede – Suede
1993 – Nude Records
Está el brit pop que todos conocen, el de Oasis y Blur. Con sus pleitos interminables, riñas de patio escolar y la versión inglesa de chetos contra obreros. Ese que creció en los ’90 a contrapunto del grunge norteamericano. Por suerte hubo otro britpop –una corriente alternativa con otras intenciones- en el cual se pueden encontrar bandas como Pulp, Heffner o Suede. Seguía siendo britpop pero tenía otros fundamentos. Otras curiosidades. Suede fue una banda muy oscura para la época pero su primer disco fue capaz de convertirse en el álbum debut de más rápida venta. Fueron capaces de una solidez que ruborizaría a los Gallagher o a Albarn. Con influencias más shoegaze y noise pero con un claro sentido de que lo importante era la melodía. Una tapa sexualmente ambigua y una controversia que el propio Brett Anderson se encargó de descartar: “Si hubiésemos querido crear controversia tendríamos que haber nombrado al álbum I Fuck Dogs“. Ernesto Pasarisa
47. Christina Rosenvinge – Cerrado
1997 – Warner Music Spain
Cerrado es el primer disco que Christina Rosenvinge saca bajo su nombre y apellido. A pesar de que ella siempre fue la artífice detrás de la banda española Christina y Los Subterráneos, con esto quiso dar a entender que se cerraba y se abrían etapas en la carrera musical de la rubia. En el disco se puede apreciar cómo converge todo esto, hay ensoñaciones al disco Mi Pequeño Animal (1994), lugar para las más rockeras (“Solo”, “¿Qué se siente?”, “Máquinas de Fax”) pero sin pasar desapercibido lo experimental (“Lejos de casa / Amarillo“, “Lo siento”). Tanto en el sonido de la guitarra eléctrica (“Después de ti”) como la aparición de temas en inglés (“Easy Girl”, “Glue”) serían antecedentes del camino que tomaría. Hay una intimidad de por medio que resulta oscura pero atrayente (“Sábado”, el más destacable para los fans sudamericanos, y “Cerrado”). En mayor parte, se debe a que contó con la producción y guitarra de Lee Ranaldo (Sonic Youth). Es este, y con Steve Shelley, con quienes contaría para iniciar su trilogía anglosajona desde la ciudad de Nueva York. Un riesgo que tomaría para evolucionar tanto de forma personal como musical, a pesar de defraudar a algunos fans. No volvería a España y a su lengua natal hasta el disco a dúo Verano Fatal (2007), junto a Nacho Vegas. Zezé Fasshmor
46. Sparklehorse – Vivadixiesubmarinetransmissionplot
1995 – Capitol
Quienes todavía lloran la muerte de Kurt Cobain probablemente nunca conocieron a Mark Linkous. El hombre que dio vida a Sparklehorse fue víctima de su intensa sensibilidad para experimentar el mundo, de aquel desgarrador don de acercarse a lo más oscuro de la vida y canalizar desesperanza en hermosura, en fuerza y optimismo. Vivadixiesubmarinetransmissionplot es el disco que inicia el recorrido del apabullante sentir de las guitarras de Linkous, aquel que obliga a su oyente a transitar un vaivén de emociones hasta enmendar todo lo que causa dolor. Agustina Checa
45. Dinosaur Jr. – Green Mind
1991 – Sire Records
Había mucha incertidumbre alrededor de Dinosaur Jr previo al lanzamiento de éste disco. Su bajista fundador, Lou Barlow, había dejado la banda y era el primer disco con un sello discográfico importante detrás. Muchas cosas podían salir mal. Es el momento en el que una banda puede pasar al olvido como la banda que se vendió al sistema o perdió un talento irremplazable. J Mascis se encontró entre la espada y la pared. Lejos de acobardarse, Mascis tomó al toro por las aspas y produjo uno de los discos más sólidos y contundentes de la banda completamente solo. Murph, el baterista, participaría solo en tres temas del mismo. Desde el comienzo, el disco tiene una contundencia impactante, resaltando como siempre la guitarra de Mascis y su voz tan característica. Mucha gente considera a J. Mascis como uno de los mejores guitarristas de su generación. Puede que tengan razón. No es un guitarrista muy técnico, de hecho es bastante sucio, pero eso jamás –salvo en algunas ramas bastante hedonistas de la música- fue algo relevante para un gran guitarrista. Es la capacidad de encontrar su sonido. Algo que –parece- Mascis tenía demasiado claro. Ernesto Pasarisa
44. The Cure – Wish
1992 – Fiction / Elektra
Hablar sobre este disco sería como llover sobre mojado. Todo el mundo ha hablado ya maravillas de uno de los mejores trabajos pop de Robert Smith. Así que quiero proponerles un juego. Hagamos un ejercicio: Imaginate que tenés 14 años de nuevo, ¿podés? Vos, púber, inseguridades, acné, incomprensión y todas esas boludeces que atañen a la adolescencia. Bueno, trasladémonos a la época pre internet. Sé que es difícil, pero se puede. Ahora imagináte que llega a tus manos un cassette que dice Wish escrito en drypen en la tapa. Imaginemos que no conocés a The Cure y capaz que cazás algo de inglés pero no mucho. Ahora imaginate que llegás a tu casa, ponés el cassette en el radiocassettero al revés –el lado B- y empieza a sonar “Doing the Unstuck“. Loco, si eso no es felicidad habría que redefinirla. Ernesto Pasarisa
43. Blur – 13
1999 – Food / EMI
Después del suceso que significó el trabajo homónimo de Blur, publicado en 1997, las cosas parecían estar raras: en ese disco el grupo salió de los cánones del britpop para hacer un disco más rockero, quizás para cumplir con su público norteamericano. Les salió bien, pero había que seguir innovando aunque el mundo personal de Albarn se cayera a pedazos. Luego del “espectacularmente triste final” de la relación de Albarn con su novia Justine Frischmann (líder de Elastica), Albarn compuso las canciones más oscuras y melancólicas del grupo: solo basta decir que “Tender“, ese puñal directo al corazón, abre este disco que también contiene, más al final, la desoladora “No Distance Left to Run“, cuyo título llama la atención al saber que parte de este disco fue hecho en Reikiavik, la capital islandesa, el reino de la desolación geográfica. Junto a “Tender“, canciones como “Caramel” y “Battle” son las más largas de todo el catálogo de los chicos de Londres, pasando los 7 minutos, que dejan algo en claro: su relación con el pop tal como lo conocíamos, también había caducado. No desesperen que también hay lugar para lo dulce, como “Mellow Song” y el hit “Coffe and TV” que, musicalmente, parece fuera de contexto. El arte de tapa es una pintura del mismísimo Graham Coxon, quien no sería tenido en cuenta para el próximo álbum: otra relación que se terminaba (por suerte, no para siempre). Rodrigo Piedra
42. Milla Jovovich – The Divine Comedy
1994 – Capitol Records
En 1994, la actriz y modelo ucraniana de nacimiento Milla Jovovich, obtenía la ciudadanía americana y lanzaba su disco debut, y oficialmente el único, The Divine Comedy. A pesar de lo primero, el disco titulado como la obra épica de Dante Alighieri, contenía sonidos tradicionales eslavos que remarcaban su origen. Pese a no haber llegado al top de los rankings, obtuvo muy buenas críticas. Con el tiempo se iría volviendo de culto para los fans, y no tan fans, de la llamada “Reigning Queen Of Kick-Butt”. El particular acento de Milla (solo bajo su nombre apareció el disco) le da color a sus propias poesías hechas canciones cuando ella solo tenía 15 años. La placa fue grabada a sus 16 años (aunque el disco vio la luz cuando tenía 18), contando en la producción y composición a Rupert Hine, Richard Feldman y al australiano Mark Holden. Aparecen los músicos Chris Brenner (Plastic Has Memory) y Eric Bazilian (The Others). El disco está envuelto en una atmósfera folk-rock experimental, donde se deja vislumbrar a Kate Bush (su mayor influencia), This Mortal Coi, Sinéad O’Connor, Cocteau Twins y hasta Martha Davis. Esta última hace los coros del destacable “Gentleman Who Fell”, el cual tuvo un video auto-dirigido pero influenciado por el corto Meshes of The Afternoon de Maya Deren. Para no olvidar de dónde viene, al final del disco aparece, en su lengua materna, la canción tradicional ucraniana “In a Glade”. Un año antes, en 1993, Milla apareció cantando “The Alien Song” en el filme de culto Dazed and Confused de Richard Linklater. Zezé Fasshmor
41. Tori Amos – Boys for Pele
1996 – Atlantic / East West
Una colorada se mece en un pórtico, ella y un arma, con una polla muerta de un lado, una serpiente viva del otro, y una mirada tan incitante como amenazadora. Está furiosa. Tori Amos atravesaba el peor momento de su vida, pero la muerte de su relación con su alma gemela y co-productor Eric Rosse resultó en el nacimiento en 1996 de Boys for Pele, el tercer disco de estudio de la artista norteamericana. El título, más que una referencia maradónica a la virginidad de cierto futbolista brasilero, alude a una diosa volcánica hawaiiana, así que podés adivinar lo que le pasa a los muchachos que la lastimaron. El álbum es sobre cómo la pianista vivía del fuego de los hombres de su vida en lugar del suyo propio, el cual creía inexistente. Líricamente, esta colección de 18 canciones está repleta de las letras maravillosas, confesionales e intimistas por las que es famosa la oriunda de North Carolina, pero en esta ocasión están codificadas bajo un estilo críptico y poético que roza lo stream of consciousness. Boys for Pele funciona como una novela que relata el descenso de su autora hacia las tinieblas en búsqueda de su valor como mujer. En el camino hacia los rincones más ocultos de su corazón para enfrentar los fragmentos más incómodos y reclamar su femineidad, se topa con una serie de personajes pintorescos que remiten a una versión más oscura de Lewis Carroll: ella visita a Lucifer, conversa con deidades, interroga planetas y se cruza con zebras parlantes que hablan de estricnina. Es un trabajo metafórico impregnado de una atmósfera gótica sureña y un dejo de impresionismo, cuyo disfrute debe abarcarse instintivamente: que el oyente se quede en las imágenes coloridas o se compenetre con toda su sensibilidad es su elección, ya que el impacto de este mundo laberíntico será tan profundo como uno decida adentrarse en él. Como aserción de su restaurada independencia, la hija de un ministro exorcizó sus demonios nota por nota grabando el LP en una iglesia irlandesa (afrontando en el proceso tanto a la religión que la condenó durante su formación como al patriarcado en general) y produciendo el álbum por su cuenta por primera vez. Consecuentemente, se revela la versión sin adulteración de la cantautora: Boys for Pele es Tori Amos siendo más Tori Amos que nunca, con todo el delirio y la intensidad que eso implica. Lo que es indiscutible es su virtuosismo como pianista y su extraordinaria voz soprano, y aquí nos deleita con melodías sublimes. Musicalmente, es un paso adelante en ambición y experimentación. Se descarta toda estructura convencional a favor de arreglos intrincados y una instrumentación que ya no se limita sólo al Bösendorfer: se suman al arsenal una orquesta, vientos, un coro góspel y texturas de guitarra de Steve Caton. Pero el protagonismo se lo roba la abundancia del clavicordio, que suscita lo medieval en Tori Amos durante los cortes más viscerales: “Blood Roses” es como un concierto de Bach por una mujer que reclama sacrificio mientras escupe las frases más violentas de todo su repertorio, la arácnida “Professional Widow” es totalmente esquizofrénica, y el highlight “Caught a Lite Sneeze” está colmado de beats mientras Amos entra en un vaivén entre el piano y el clave. A pesar de esto, la cantante no abandona su estilo de cabecera, componiendo también algunas de sus mejores baladas: la onírica “Beauty Queen/Horses” es como estar en un trance de arpegios fluidos y progresiones inesperadas, la hermosura fúnebre de “Marianne” lidia con el suicidio de una amiga, y el centerpiece “Hey Jupiter” es una de las canciones más emotivas que hay. Boys for Pele, con sus guiños barrocos, es un clásico de culto y una de las experiencias musicales más ferales y catárticas que alguien puede atravesar. La obra maestra de Tori Amos, uno de los mejores discos de los ’90 y la evidencia de que un mal momento puede ser convertido en belleza. Bartolomé Armentano
40. Red Hot Chili Peppers – Blood Sugar Sex Magik
1991 – Warner Bros.
El quinto álbum de los Red Hot Chili Peppers empieza a combinar el funk furioso de los discos anteriores con una propuesta más alternativa. Este disco se convierte en un puñado de hits eternos de la banda: “Give It Away“, “Breaking the Girl“, “Under the Bridge“, “Power of Equality“, entre otros. El disco fue grabado en una mansión (se encuentra el documental que registra varios momentos interesantes de la grabación y creación) y producido por Rick Rubin. Esto se refleja en el ambiente íntimo que rodea al disco y lo experimental que es, tanto desde su extensión como desde aspectos musicales. Julieta Aiello
39. Blur – Leisure
1991 – Food
El primero. El relegado. El disco del cual Damon Albarn no está orgulloso de haber grabado. Pero, a su vez, la obra que contiene canciones del tamaño de “She’s So High“, “There’s No Other Way”, “Sing” (utilizado para la banda sonora de la película Trainspotting [1996])y “Bang”. Leisure es, sin dudas, la mejor carta de presentación del brit-pop. Fue editado en 1991 y diseñado especialmente para ser el precursor del nuevo sonido del Reino Unido. Es casi como una trompada a la hegemonía estadounidense y un grito de guerra que exige volver a la canción británica. La palabra “leisure” significa ocio y esconde en su acepción todo el universo adolescente de unos jóvenes Blur, que por aquel entonces soñaban con ser lo más grande de Inglaterra y, una vez consumado el hecho, salir a conquistar el mundo. Martín Sanzano
38. Juana la Loca – Vida modelo
1997 – Sony Music
Luego del simple Autoejecución (1991) y los discos Electronauta (1993) y Revolución (1995), Juana La Loca estaba en un momento crucial de su carrera. Con el apoyo de Daniel Melero, habiendo sido soporte de Soda Stereo en el Estadio Obras y de Depeche Mode en Vélez, la banda ya contaba con seguidores que traspasaban las fronteras argentinas. Fue en 1997 que presentaron lo que se convertiría en su disco despegue: La Vida Modelo, grabado en California. El primer sencillo, “La Vida Modelo”, sonó en todos los canales de música del momento, hasta convertirse en un clásico del nuevo rock argentino. También se destacan los temas “Angelical”, “Nunca Aprenderé”, “Cuando estoy Vacío” y “Me Hiciste Mal”. Santiago Scauso
37. Neutral Milk Hotel – In the Aeroplane Over the Sea
1998 – Merge / Domino
Para el segundo y último disco de Neutral Milk Hotel, Jeff Mangum se mudó de Atlanta a Colorado y se instaló en el estudio del productor Robert Schneider y juntos le terminaron de dar forma a In the Aeroplane Over the Sea. Editado el 10 de febrero de 1998 por Merge Records, el disco se convirtió en una pieza clave del sonido lo-fi con canciones cuyas melodías demuestran que hay nuevas formas de hacer pop. Canciones claves que no se pueden dejar pasar: “Communist Daughter” y “Holland, 1945“. Daniela Álvarez
36. Oasis – (What’s the Story) Morning Glory?
1995 – Creation
Oasis es una de esas bandas que, al menos en el público argentino, despierta sensaciones encontradas. “Caretas”, “chetos”, y varios epítetos más, han sido algunos de los rótulos que se les endilgaron a los jóvenes ingleses. ¡Nada más alejado de la realidad! Si observamos la vida que llevaron los hermanos Gallagher, el barrio en el que nacieron y la relación tortuosa que forjaron con diferentes figuras de la autoridad, notaremos que su música aparece como un escape de ése espeso clima social. Liam robaba cosas y las cambiaba por marihuana, y Noel era un albañil que no siempre encontraba trabajo. Liam armó una banda que era un desastre e invitó a tocar a Noel, quien le dijo que se sumaría sólo con la condición de que le dejaran componer todo a él. Noel asegura que sus canciones hablan de vivir mejor y de huir de esos mundos donde (para él) sólo hay violencia y dolor. Las canciones de Oasis expresan la inocencia de adolescentes que soñaron con vivir mejor, con “zafar”. No hay sofisticación en su trabajo; tampoco hay intenciones de experimentar o ahondar en complejidades. Son sólo ellos, sus guitarras y las ansias de huir; y esa huida o rebelión no se presenta con enojo o bronca, sino que, fiel al ideario beatlesco (y sin mirar atrás con rencor), se hace ver a través de clásicos tópicos como el amor y el erotismo, entendido este último no solamente en un sentido sexual, sino como un clima en donde la pulsión vital opaca todo intento de erigir a la muerte como materia prima del artista. Pueden no gustar las canciones de Oasis, pero es imposible negar que las mismas salieran desde lo más sensible de las experiencias de esos ruidosos hermanos. (What’s the Story) Morning Glory? es un disco que expresa, con grandes canciones, todas aquéllas ansias de transformación. Adrián Rocha
35. Radiohead – Pablo Honey
1993 – Parlophone / Capitol
Hay algo con las óperas primas. Captan esencias, exponen errores de principiante y generan expectativa a futuro. En Pablo Honey, Radiohead presenta un abanico de sonidos y estilos que, al escucharlos el día de hoy, son links directos al futuro de la banda. En la melancolía de “Creep” -el mega éxito indiscutible de los primeros años del grupo inglés- la rabia adolescente de “How Do You?” y la búsqueda de diferentes climas emocionales que hay en canciones como “Vegetable” o “Blow Out”, confluyen aquellos géneros y sonidos con los que Radiohead experimentaría a lo largo de su carrera. Pablo Honey fue editado en 1993, el mismo año que Nirvana, al otro lado del Atlántico, lanzó su celebrado In Utero. Los contextos son diferentes, claro, pero las conexiones son ineludibles. Martín Sanzano
34. Tom Waits – Bone Machine
1992 – Island
Hay –por lo menos- dos Tom Waits durante su carrera: El Tom Waits de cabaret, el del piano bar. El que empinaba la botella para olvidar algún amor pasajero y el segundo. Mucho más siniestro y experimental. Un monstruo de dos cabezas que salido del Mississippi se arrastra por las calles corroyendo todo a su paso. El Waits de la orquesta cada vez más atípica, de los ritmos cadenciosos con reminiscencias del soul y el blues primigenio siempre presente. El hijo no reconocido de Howlin’ Wolf con el mismísimo Belcebú. Cuando Tom Waits comenzó la grabación del Bone Machine ya no era ningún niño. Tenía una colección importante de discos en su espalda. Pero desde el Rain Dogs (1985), el jazz de bar de sus primeros años había comenzado a darle paso a una escalada de experimentación sonora que tendría su pináculo en éste disco. El noise no solo como la acumulación de acoples, el noise como la experimentación con los sonidos acústicos y con su propia voz. La voz desgarrada de un vagabundo que ha viajado mucho y visto demasiadas cosas del mundo como para que algo lo sorprenda. De hecho, ha llegado tan lejos, que las luces nocturnas ni siquiera lo espabilan. Uno podría creer que todo esto haría del disco algo impenetrable, críptico, demasiado denso para ser escuchado. Sin embargo su capacidad para escribir grandes canciones estaba intacta. Más allá de los arreglos estrambóticos y errantes, la emoción está ahí, a flor de piel. Basta con darle unos segundos para que te atrape y notar que lo que antes sonaba errante ahora tiene todo el sentido del mundo y la armonía previa ya no tiene sentido alguno. Ernesto Pasarisa
33. Oasis – Definitely Maybe
1994 – Creation
Dejando de lado la personalidad particular que tienen los conflictivos hermanos de la banda, el primer lanzamiento de este grupo oriundo de Manchester es algo que todos deberían escuchar alguna vez. Definitely Maybe alcanzó el puesto número 1 de los charts británicos en septiembre del ’94 y rápidamente llegó a ser uno de los álbumes más influyentes dentro del movimiento britpop y uno de los más vendidos en la historia de la música inglesa. Con todos los temas compuestos y escritos por Noel Gallagher, y hits como “Rock ‘n’ Roll Star“, “Live Forever” y “Supersonic“, este disco se convirtió en un clásico de una década marcada fundamentalmente por el grunge y las boy bands. Florencia Garrido
32. Peligrosos Gorriones – Antiflash
1997 – Sony Music
La banda platense conformada por Francisco Bochatón (bajo y voz), Guillermo Coda (guitarra), Martín “Cuervo” Karakachoff (teclados y sintetizadores) y Rodrigo Velázquez (batería y percusión) vivieron unos agitados ’90: se formaron en ’91 y quedaron enmarcados como parte de la ola del nuevo rock argentino junto a bandas como Babasónicos, Juana La Loca, Los Brujos, Martes Menta y demás compañeros de escena con los que compartirían cartel del festival homónimo al movimiento. Antiflash, publicado seis años después del nacimiento del grupo, anunciaba el final de Peligrosos Gorriones. Problemas entre los integrantes y una gran presión por ser la revelación argentina pusieron fin a la banda tal como se la conocía y si bien volvieron a tocar esporádicamente (2009, 2010 y 2014), nunca más entraron al estudio de grabación. Bochatón y los suyos publicaron tres discos, pero su despedida fue a lo grande. Canciones como “Macanas“, “Desde que te fuiste“, “Proyector de cine“, “Me extingo” dan cuenta de que algo nuevo y cargado de originalidad se estaba gestando en el país. Rodrigo Piedra
31. Elliott Smith – XO
1998 – Dreamworks
Luego de tres brillantes discos centrados en la intimidad de la guitara acústica, Elliott Smith accede a grabar para un sello grande, arriesgándose a cambiar y expandir su sonido. Con nuevos recursos puestos a su alcance, Elliott suma a su guitarra: pianos, percusión, guitarras eléctricas, vientos y cuerdas, conjugándolos en un sonido limpio y pulido. Pero no abandona su talento para crear geniales melodías, letras precisas y melancólicas canciones. Ofreciendo un repertorio sumamente variado, con XO, Smith alcanza nuevos niveles de riqueza y complejidad en sus composiciones, sin desprenderse de la belleza y tristeza que recorren toda su obra. Mariano Rosales
30. Charly García – Filosofía barata y zapatos de goma
1990 – Sony Music / Columbia
Este es el sexto álbum solista de Charly García y uno de los más distintos. Si hay algo que no se puede negar del disco es su eclecticismo: en él conviven desde una versión rocker y controversial del “Himno Nacional Argentino” hasta la paródica “No te mueras en mi casa“, un relato casi hablado de los avatares de la noche oscura. Un disco que muchos consideran que no está a la altura de su carrera, pero lo cierto es que comprende un trance hacia una nueva etapa artística, mucho más cruda e intimista y menos poética, lo que no deja de hacerlo interesante y contener grandes canciones inmortales como “De mí“. Julieta Aiello
29. The Smashing Pumpkins – Siamese Dream
1993 – Virgin
Si existiera algún tipo de sueño susceptible a ser compartido universalmente, anhelaría que ese fuera Siamese Dream, el segundo disco (de la mejor versión) de la banda de Billy Corgan. Ya sea por la urgencia de “Cherub Rock”, la imponente fuerza de “Quiet”, la desoladora alegría de “Today”, la maestría de “Hummer”, o la estridencia de “Rocket”. O por la satisfacción de rendirse al abatimiento con “Disarm”, la posibilidad de recobrar la plenitud con “Soma”, o la abrumadora puja por rebelión de “Geek U.S.A.”. Por aprender la virtud de la paciencia con “Mayoneise”, lo insostenible de la soledad con “Spaceboy”, el refugio de la insolencia con “Silverfuck” y la calidez de la agonía con “Sweet Sweet”. Por “Luna”, una de las más sinceras canciones de amor jamás escritas y, especialmente, por la difícil tarea de enseñarnos a lidiar con la conjunción de todos estos sentimientos, Siamese Dream debería ser un disco imprescindible en el paraíso onírico de todo ser humano. Agustina Checa
28. Soda Stereo – Canción animal
1990 – Sony Music
Terminan los extravagantes 80s, y durante el primer año de la siguiente década sería grabado y lanzado el que sin duda pasaría ser uno de los más memorables discos de rock hispano, y para algunos el mejor de la banda liderada por Cerati. Canción Animal se presenta como un compendio de melodías feroces, con mucha distorsión y colmado de poderosas historias poéticamente narradas; una obra bastante cuidada en cuyo proceso creativo fueron de vital importancia el aporte de músicos invitados como Daniel Melero y el visto bueno de Charly García. Por aquel momento se trató de un notable cambio de dirección de parte de la banda al tomar distancia de la influencia new wave que hasta su disco anterior (Doble Vida, publicado en 1988) era fuertemente ostensible. Gustavo se dedica a cantarle a la pasión y la angustia, ambos ingredientes cotidianos y característicos de la vida en una ciudad como Buenos Aires; y con esta producción acontece a su vez la internación de Soda Stereo en una selva de intensidad rockera, aunque paradójicamente el gran hit que llevó a la fama mundial a este álbum haya resultado ser el contagioso “De Música Ligera“. En años siguientes, el disco se consagraría como una suerte de manual del buen rock sudamericano, referente para infinidad de artistas nacionales y extranjeros. Y es que la potencia de esta obra es innegable y se encuentra perfectamente retratada en su portada original que muestra a una majestuosa pareja de leones copulando. Laura Camargo
27. Pavement – Slanted and Enchanted
1992 – Matador
Si pudiera elegirse arbitrariamente el soundtrack fundacional de una década, quisiera que los noventa empezaran con “Summer Babe (Winter Version)”. El opener del disco debut de Pavement condensa un germen de cada uno de los elementos que se añoran de la época: la crudeza, la distorsión, la irreverencia lírica, la fuerza, la disputa entre la alegría y la tristeza y el consecuente movimiento ascendente de la cabeza con los ojos cerrados. El resto de los estímulos que completan la producción sedimentan aquella apuesta, elevan su intensidad, ocasionando que hoy Slanted and Enchanted sea la forma más eficiente de viajar en el tiempo, de regresar al lugar donde siempre somos bienvenidos. Agustina Checa
26. Mazzy Star – So Tonight That I Might See
1993 – Capitol
Mazzy Star logró marcar, con solo tres discos, parte del sonido del rock alternativo de los noventa. Con éste, su segundo trabajo, alcanzan la perfección de esa amalgama de psicodelia, misterio y sensualidad que los hicieron característicos. Con elementos de folk y rock clásico, ritmos lánguidos y ensoñadores, y guiado por la hipnotizante voz de Hope Sandoval, So Tonight That I Might See se deja recorrer como un plácido paseo nocturno, en el que hay espacio para perderse entre luces y sombras, caminos sinuosos y paisajes de profunda belleza. Mazzy Star transmite especialmente una calma y un manejo del tiempo, que no confunde urgencia con apuro, y aprovecha cada momento para crear climas y sensaciones memorables. Mariano Rosales
25. Green Day – Dookie
1994 – Reprise
La banda de Billie Joe Amstrong y compañía nunca sacó un disco más redondo, pulido y fundamental que Dookie. De la mano de “Basket Case”, “She” y “When I Come Around” (sin olvidar ese arranque adrenalínico ofrece “Burnout”), Green Day logró con éste álbum un Grammy y el reconocimiento mundial de su sonido. Pero más allá de los laureles, Dookie es un gran disco de rock y una verdadera patada en la cara del punk. Desde su California natal, la banda consiguió imprimirle ese sello distintivo y pop a la clásica distorsión del género. Incluso mucho antes que sus principales imitadores. Drogas, amor y amistad, son los principales tópicos que recorre esta obra maestra del productor Rob Carvallo, el mismo que trabajó con artistas populares de la talla de Alanis Morissette, My Chemical Romance y Avril Lavigne. Martín Sanzano
24. Blur – Blur
1997 – Food
El trabajo homónimo de Blur data del año 1997 y como todos sabemos, el single que aseguró el éxito de la banda con este álbum fue “Song 2“, que logró llegar hasta los rankings norteamericanos y pudo acercar al país algo del britpop que era furor en Inglaterra. Pese a que el tema que más popularidad tuvo fue el antes mencionado, en mi opinión, este disco cuenta con varias otras canciones que vale la pena destacar como “M.O.R.“, “Chinese Bombs” y la perlita de Graham Coxon, “You’re so Great“. Distinto tanto de The Great Escape como de 13, Blur nos ofreció catorce canciones con una buena dosis de crudeza y algo de lo-fi. Florencia Garrido
23. Air – Moon Safari
1998 – Virgin / Caroline Records / Parlophone / Astralwerks
Aunque ya habían dado a conocer el EP Premiers Symptômes durante 1997, Moon Safari se trata del álbum debut oficial del dúo francés integrado por Dunckel y Godin, que de ahí en más pasaría a ser socio artístico de la cineasta Sofía Coppola, cuyos filmes musicalizarían en una incursión bastante acertada y memorable. Este disco se compone de diez canciones, algunas de ellas completamente instrumentales, y otras adornadas por voces tan sutiles que, lejos de imponer protagonismo, se deslizan con gracia entre cada compás y en últimas parecen fusionarse de una forma natural con los sonidos sintetizados que acompañan. El ambiente propuesto en la mayoría de temas oscila entre lo onírico, lo espacial y lo sensual; abordando el deseo, una intimidad idealizada. Con este álbum, Air crea atmósferas elegantes y nos entrega un sonido downtempo cautivador que marcaría una tendencia en su género, diferenciándose de lo que por aquel momento solía considerarse música electrónica. Alejados de la algarabía de los clubes de baile y en congruencia con el significado de las iniciales del grupo: Amour, Imagination, Rêve. Laura Camargo
22. Pearl Jam – Ten
1991 – Epic
Un mes anterior al lanzamiento de Nevermind en 1991, el debut de Pearl Jam llegó de Seattle de la misma manera para encapsular el zeitgeist de toda una época. Pero si bien Nirvana capturaba la esencia de la alienación y la frustración mediante himnos apáticos sobre cinismo y desinterés, la contracara encontrada en Ten fluctuaba sobre las mismas angustias existenciales abarcándolas de frente. Emocional y temáticamente denso, el líder Eddie Vedder puntualiza a lo largo de once temas sobre soledad, suicidio, introspección, abuso sexual y la búsqueda de una figura paterna. Vedder, con sus gruñidos y su timbre singularmente hermoso, provee autenticidad a letras inolvidables, entretanto abundan las guitarras de fondo gracias a la interacción retroactiva de Mike McCready y Stone Gossard. Con sus influencias Zeppelianas y una cuota de hard-rock, punteos arácnidos y riffs inolvidables, Ten es un clásico: un merecido fenómeno cultural, innegablemente influyente a la hora de moldear al grunge (y a la música alternativa en general) que definió a su década. Bartolomé Armentano
21. Radiohead – The Bends
1995 – Parlophone / Capitol
Radiohead, la banda que acuñó el término “reinvención”. Gloriosos desde el momento en que apelaron a las parias de la sociedad y le brindaron su himno. Reacios a ser reconocidos meramente por semejante logro. The Bends es el primer peldaño que escala la banda en su añorada separación de dicha aquejada etiqueta. La prueba requerida del infinito potencial que años más tarde se adueñaría de todo nuestro sentir. El paso fundamental fuera de cualquier tipo de definición con pretensiones de ser establecida. La manera más tajante de ampliar la paleta de sensaciones y complejizar todo lo anteriormente propuesto. The Bends es el reflejo de todo lo que empuja por ser inacabado, el hermoso desafío de romper cualquier tipo de ataduras. El disco que erige desde su simpleza la imposibilidad de estar saciados de aquellos singulares estímulos. Agustina Checa
20. Björk – Post
1995 – One Little Indian / Elektra
Mientras que las canciones de Debut fueron escritas antes de mudarse a Londres, Björk escribió las de Post luego de radicarse en dicha ciudad y según planteó ella misma, Post fue un mensaje a Islandia de cómo estaba yendo su nueva vida. Para este disco Björk se independiza un poco del dance que había liderado en su trabajo anterior y se sumerge en un eclecticismo musical que salta del jazz del cover de “It’s Oh So Quiet” hasta lo industrial en “Enjoy” y “Army of Me” pasando por el trip hop de “Possibly Maybe“, el ambient de “Headphones” y hasta tiene la osadía de fusionar la electrónica con ritmos latinos en “I Miss You“. Para abaratar costos, algunas de las partes vocales del disco fueron grabadas en las Bahamas y según cuenta la leyenda, a la hora de grabar las voces Björk llevó el micrófono hasta una playa y cantó frente al mar. Daniela Álvarez
19. Pulp – Different Class
1995 – Island
Different Class tiene todo lo que está bien: algunos hits, temas bailables y un par de canciones con cierto contenido emotivo. A pesar de que fue el quinto disco de estudio de Pulp, fue el más exitoso en la carrera de la banda y con el que se consagraron musicalmente en tierras inglesas para luego llegar a unos cuantos países más. Temas como “Mis-Shapes“, “Disco 2000” y “Common People” son los preferidos para animar una fiesta, mientras que “I Spy” o “Underwear” muestran la faceta más sensual de Jarvis Cocker. La parte trasera del booklet de la edición física reza “We don’t want no trouble, we just want the right to be different. That’s all.” Y sí, nadie negaría que la banda de Sheffield fue distinta y le dio una vuelta de tuerca al britpop de principio de los noventas. Florencia Garrido
18. Björk – Homogenic
1997 – One Little Indian
El lanzamiento de Homogenic en 1997 fue un gran quiebre en la carrera de Björk Guðmundsdóttir de la idiosincrasia pop y la esquizofrenia estilística de sus tempranos trabajos Debut y Post. Para su tercer disco de estudio, la bailarina en la oscuridad se armó de un equipo de productores audaces (entre ellos su subsiguiente colaborador habitual Mark Bell) y se lanzó de lleno a la electrónica, terminando de coronarse como una verdadera innovadora musical que sólo redefiniría el medio. La producción, por su parte, coquetea con el trip-hop a medida que pinta paisajes auditivos pristinos y fríos, tiñendo con un dejo de futurismo a toda la experiencia. El resultado final, aptamente titulado, es un álbum de una cohesión inmaculada, donde se yuxtaponen beats electrónicos descomunales con cuerdas bellas y épicas arregladas por la misma Björk, quien demuestra ser capaz de pasar imperceptiblemente del susurro más risueño al grito más gutural. Es que Homogenic es un disco cuya eterna tensión subyacente, siempre amenazando con erupcionar, se debe a todas las dicotomías dialécticas que lo atraviesan: su paleta sónica tan glacial como volcánica, su instrumentación tan moderna como clásica, su profundidad tan cerebral como emocional. Temáticamente, el LP detalla la ruptura de una relación mientras simultáneamente como una oda a la Islandia natal de cantante. El primer single, la hermosa “Jóga“, es un tributo tanto a la mejor amiga como al hogar de Björk, si es que esos conceptos difieren en primer lugar. Con “Hunter“, “Bachelorette” y “Pluto” llegan los momentos más confrontativos y desavergonzadamente melodramáticos, pero quizás el highlight de todo Homogenic sea “Unravel“: una balada sobre amores deshechos tan bonita y emotiva que podría ser la mejor canción de todo el repertorio de la artista. Éste es un álbum que por siempre definirá a su década, pero únicamente porque resultó nacer en ese contexto. Homogenic es una obra única, atemporal y trascendental, que no parece pertenecer a ninguna época ni tampoco siquiera a este universo: es el equivalente musical a un viaje por el espacio y un cenit tanto para Björk como para los ’90. Es un clásico absoluto y una de las mejores escuchas que uno podría tener jamás. Bartolomé Armentano
17. El Otro Yo – Abrecaminos
1999 – Besótico Records
Abrecaminos es fundamental en la carrera de El Otro Yo. El álbum no solo tuvo gran aceptación entre sus adeptos, sino que también llegó a oídos nuevos, abriendo un sendero distinto en su carrera y en las bandas de rock alternativo que vinieron posteriormente. El disco está atravesado por cierta afectación adolescente, que indudablemente marcó a más de una generación con los épicos “10.000.000”, “Filadelfia”, “No Me Importa Morir”, “La Ola”, “Melodías Vibradoras”, “El Destino”, “Mañana de Otoño”, la dulce y oscura “Violet; y el tema que se convertiría en el himno del rock alternativo: “La Música”. Santiago Scauso
16. Pavement – Crooked Rain, Crooked Rain
1994 – Matador
Es verdad, en casi todos los charts de los ’90 se suele colocar al Slanted & Enchanted de Pavement entre los mejores de la época. Su crudez, su sentido del noise, la falta de bajo y la precariedad del sonido fueron un pilar del movimiento lo-fi. Todo eso es cierto, sin embargo se olvidan de Crooked Rain, Crooked Rain, el disco que encuentra a la banda en su mejor momento. Ya completamente formados, tal vez ya no tan experimentales pero con una idea muy clara: Hacer grandes canciones. Es que en resumidas cuentas eso es lo que Crooked Rain, Crooked Rain es: Una muestra de por qué Pavement es considerada una de las bandas más influyentes de su generación en la escena alternativa. Una gran capacidad compositiva, letras crípticas –es verdad- pero increíblemente conmovedoras. Comenzando con un combo de cuatro canciones pop irresistibles como “Silence Kid“, “Elevate Me Later“, “Stop Breathin” y “Cut Your Hair” hasta la balada más bardera de la historia “Range Life” o la entrañable “Gold Soundz“. Mucha gente no entiende el culto que se le hace a Pavement desde la escena independiente. Probablemente esa gente nunca escuchó éste disco. Háganlo. Si el mundo estuvo a punto de ser de Pavement fue gracias a éste disco. Aunque a ellos –como luego mostrarían- no les interesaba en absoluto esto. Ernesto Pasarisa
15. Nine Inch Nails – The Downward Spiral
1994 – Nothing / Interscope
“No sabía lo que realmente quería respecto al sonido” aseguró Trent Reznor en referencia a The Downward Spiral. Si bien al principio el músico dudaba de cómo debía sonar el disco, sabía que iba a ser diferente a sus trabajos anteriores (Pretty Hate Machine y el EP Broken) y expresó su deseo de realizar algo más moderado y sobrio. Grabado en la casa donde Sharon Tate fue asesinada por el clan Manson en los años ’60, Spiral resultó ser un disco equilibrado por, obviamente, una cuota de corrosión industrial (“Mr. Self Destruct“), paisajes melódicos como los de “Hurt” y “A Warm Place” y otros inspirados en Low, el disco de Bowie. The Downward Spiral no sólo se convirtió en el disco más exitoso en la carrera de Reznor sino que también lo consagró como un artista complejo y sofisticado a la hora de crear música y dejó en evidencia su maestría para fusionar sonidos. Daniela Álvarez
14. Hole – Live Through This
1994 – DGC / City Slang
Para Live Through This, el álbum revelación de Hole, la banda se desprendió del sonido furioso y las raíces noise que los caracterizó desde el comienzo de su carrera y sobre todo a su primer disco, Pretty on the Inside, e intencionalmente se acercaron al pop y sacaron a relucir su lado melódico que, según Courtney Love y el guitarrista Eric Erlandson, querían pulir desde hacía tiempo.
“Softer, Softest“, “Asking for It” y los ya clásicos “Doll Parts” y “Miss World” son los ejemplos más evidentes de que se puede ser melódico y punk al mismo tiempo; de todos modos el disco tiene sus lados más pesados en canciones como “Gutless“, “Plump“, “Violet“, “She Walks on Me” y en el cover de los Young Marble Giants, “Credit in the Straight World“. La edición del disco se dio en el medio de dos sucesos trágicos en la vida de Love: la aparición del cuerpo de Kurt Cobain y la muerte por sobredosis de la bajista del grupo, Kristen Pfaff. “Quiero ser la chica con el pedazo más grande de torta” canta Courtney y en Live Through This logra serlo. Daniela Álvarez
13. Yo La Tengo – I Can Hear the Heart Beating as One
1997 – Matador
¿Existirá una canción más Hermosa que “Autumn Sweater”? ¿Seré alguna vez más feliz que escuchando “Sugarcube”? ¿Necesito algo más en la vida que “1 PM Again”? ¿Por qué no puedo dejar de reproducir este disco? Son todos cuestionamientos propios a alguien que se haya dejado llevar por I Can Hear the Heart Beating as One. Todos ellos sabrán, la veneración es algo inevitable. El octavo disco del trío de New Jersey es una fuerte síntesis de lo mejor de su repertorio, un lugar donde el contacto entre la intensa excitación y el conmovedor enternecimiento encuentra sus condiciones de realización idóneas. Su eclecticismo brinda esa devoción inescapable. La sentida satisfacción detrás de cada una de sus producciones invita a la entrega absoluta. Agustina Checa
12. The Smashing Pumpkins – Mellon Collie and the Infinite Sadness
1995 – Virgin
En el puesto 12 del ranking nos topamos con un disco largo que contiene canciones bien distintas entre sí, bellísimos arreglos de piano, guitarras rabiosas e instrumentos de cuerdas: Mellon Collie & The Infinite Sadness fue el tercer disco de estudio de los Smashing Pumpkins y (para quien les escribe) el mejor de toda la carrera de la banda. Este álbum fue lanzado el 24 de octubre de 1995 a través Virgin Records y está dividido en dos partes tituladas Dawn to Dusk y Twilight to Starlight. Con temas llenos de angustia adolescente, vacío y desesperación como “Here’s no Why“, “Bodies” o “Tales of a Scorched Earth“, Corgan y compañía crearon una obra maestra que fue una pieza fundamental para la música de la década de los 90 y que todos deberían tener la chance de escuchar. Florencia Garrido
11. The Magnetic Fields – 69 Love Songs
1999 – Merge
Entre tanta rabia adolescente, gente deprimida y chicos lindos consiguiendo chicas lindas a base de canciones bailables, ¿dónde había quedado el romance? Stephen Merritt fue el salvador de la década y compuso 69 canciones que exploran todos los estadíos de ese sentimiento tan extraño que es el amor. La idea se le vino a la mente un día cuando estaba en un piano bar gay, solo, y recordó algo que había leído más temprano, una crítica de Virgil Thompson sobre el libro de 114 canciones que hizo Charles Ives, editado en 1992. Pensó que tal vez podía hacer algo parecido, pero distinto. “¿Qué puedo hacer yo que nadie más sea capaz?”, se preguntó, y se respondió: “Bueno, sé hacer bonitas canciones de amor. Nadie está escribiendo canciones de amor modernas”. Pensó en hacer 100, sólo porque es un número grandilocuente. Pero fue con 69 porque 100, a una razón de 2 minutos cada una, sería un montón de tiempo. De todos modos, terminó siendo una obra que está repartida en 3 discos y que por unos minutos no llega a las 3 horas. La obra de Merritt es poesía pura y sus compañeros de banda lo acompañaron exquisitamente. Canciones como “Come Back From San Francisco“, “The Things We Did And Didn’t Do” o “No One Will Ever Love You” reclaman a esa persona que a uno lo completa. La urgencia de “Reno Dakota” y la impresionante “Grand Canyon” catapultaron a Merritt como uno de los letristas más importantes de la década (y quizás de los que hoy estén vivos), parte de una santístima trinidad que podría completarse con Morrissey y Stuart Murdoch. Y a 69 Love Songs como uno de los mejores discos que uno pueda escuchar alguna vez. Rodrigo Piedra
10. Red Hot Chili Peppers – Californication
1999 – Warner Bros.
Casi al final de los ‘90 aparece un disco que marcaría la historia de la banda californiana y llenaría de energía la adolescencia de muchos de nosotros. El regreso de John Frusciante a la banda con su eterna y vanguardista guitarra y sus conmovedoras voces, nuevos descubrimientos musicales y un puñado de videos inolvidables. Californication parece estar dividido en dos: contener esa energía desorbitante en las primeras siete canciones, de niños jugueteando y saltando por ahí (un poquito influenciados por las drogas y ese clima de libertad); es imposible no sentir la electricidad en el cuerpo con canciones como “Around the World” o “Get on Top“. Luego parece deslizarse hacia un clima más erótico o pornográfico, por momentos en canciones como “Savior” o “Emit Remmus“. Julieta Aiello
09. Suárez – Excursiones
1999 – FAN Discos
Hacia el final de la década, la banda argentina Suárez publicó el que sería su último disco de larga duración. El sucesor de Galope (1996) nos muestra a una banda mucho más accesible y pop, desde el primer acorde de “Río Paraná” hasta el final con “¿Alguna vez viste?“, sin olvidar la mágica “Excursiones” (¿podría olvidarse una canción así?). Las 13 canciones de Excursiones fueron producidas por Gonzalo Córdoba (guitarrista del grupo) y el álbum fue editado primero en España mediante el sello Bailanta Records (una asociación entre los creadores de la revista Zona de obras y el sello Subterfuge), lo que les aseguró las correspondientes presentaciones por la madre patria. Es curioso que las mezclas que circulan en España y en Europa sean distintas, con matrices diferentes. Sin embargo, no podemos negar que la poesía de Rosario Bléfari habla por sí sola un lenguaje universal. Luego llegaría el EP despedida, 29:09:00, del otro lado del Y2K. Rodrigo Piedra
08. Belle and Sebastian – If You’re Feeling Sinister
1996 – Matador Records
Antes de que Tumblr hiciera del culto a lo vintage algo frecuente, Belle and Sebastian era en 1996, con el lanzamiento de If You’re Feeling Sinister, un secreto atesorado por unos pocos. “Nobody writes them like they used to, so it may as well be me”, fue la misión que asumió el líder Stuart Murdoch en esa canción perfecta que tituló “Get Me Away from Here I’m Dying“. Y a lo largo de todo su catálogo, pero particularmente en esta colección de composiciones, el septeto de Escocia reivindicó desvergonzadamente el romanticismo, amamantándose de influencias tales como las propuestas independientes de los 80’s y el folk-pop de los 60’s. El segundo disco de los oriundos de Glasgow es delicado, acogedor, musicalmente maravilloso: los arreglos ornamentan temas sencillos y los hacen mutar a himnos mediante crescendos y el ingreso progresivo de una rica instrumentación. Pero por más melódicamente hermoso que sea If You’re Feeling Sinister, su magia reside en la poesía de sus palabras. Como letrista, Murdoch es tan afilado como Morrissey, Dylan o Fiona Apple; y a través de su prosa literaria, pinta retratos empáticos sobre adolescentes ansiosos, introspectivos y melancólicos que buscan refugio de su cotidianidad y sus desamores en libros. If You’re Feeling Sinister es el apogeo del twee, y el acompañamiento perfecto para tardes lluviosas de otoño. Bartolomé Armentano
07. Nirvana – In Utero
1993 – DGC
Luego del enorme éxito de Nevermind, difícil era superar semejante revolución. De todos modos, Nirvana vuelve a sorprender desde un lugar más consagrado y con el permiso que eso otorga para experimentar con diferentes aspectos musicales. Si bien sigue la línea de Nevermind, In Utero presenta innovaciones y ya no se inclinan tanto por las melodías tradicionales sino que es más ruidoso y áspero. Canciones como “Heart-Shaped Box” y “All Apologies” contienen la veta melancólica y otras como “Scentless Apprentice“, “Milk It” y “Very Ape” reavivan el poder grunge. Julieta Aiello
06. Beck – Odelay
1996 – DGC / Bong Load Custom
Ya lo decía Beck en la primera línea de “Loser“: “In the time of chimpanzees I was a Monkey”. Si bien había alcanzado popularidad con Mellow Gold (1994), por aquel momento se encontraba poco sincronizado con la creación de sus contemporáneos y era a su vez un artista inquieto, en búsqueda de la libertad y el juego con los sonidos. Poco le obsesionaba demostrar su talento en la escena norteamericana, que entonces ya empezaba a disputarse entre rockeros y reyes del rap como Tupac, que fallecería el mismo año en que Odelay sería publicado. De cualquier manera, de las propuestas con las que guardaba cierta afinidad podemos destacar a los Beastie Boys, Beck finalmente se decidió a trabajar con el mismo productor de ellos (Mario Caldato) en la producción de este álbum, logrando una heterogeneidad que permite que se incluyan samples que usan desde fragmentos de canciones de los MC5 hasta melodías de Franz Schubert. Lejos de carecer de guitarras rockeras, en este disco la distorsión es utilizada como un elemento más en aquella amalgama que nos presenta una oda a lo frenético. No obstante, tal libertad en el sonido de sus canciones, no convierte a esta en una producción anárquica y dispar, sino que, meritoriamente, encuentra en medio del caos un sonido característico, una identidad divertida y entrañable. Dicho todo lo anterior, y además de su capacidad para fabricar hits sin problemas (“Devil’s Haircut“, “Where It’s At“, y “The New Pollution“), con este álbum Beck se termina de revelar ante el mundo como un artista sensible a los cambios en la composición social de su país, retratando de cerca el legado afro y latino en Estados Unidos. De hecho -y a manera de dato curioso-, cabe mencionar que el nombre escogido para el disco era “Órale”, en honor a México, pero debió cambiarse a causa de un inconveniente en el proceso de impresión de las tapas. Unos años después, para compensar, vendría Guero. Laura Camargo
05. Sonic Youth – Dirty
1992 – DGC
Grabado en las calles de Nueva York y con Butch Vig como productor, allá por mediados de 1992 aparecía el séptimo álbum de Sonic Youth. Este disco llevó a la banda a acercarse al mainstream gracias a sus canciones más pulidas y menos experimentales a diferencia de trabajos anteriores como EVOL o Bad Moon Rising. En cuanto a las composiciones líricas, podemos encontrar desde guiños a Marilyn Monroe hasta una supuesta historia en la que un empleado de la discográfica Geffen acosa a una secretaria, pasando por una dedicatoria a una ciudad en Carolina del Norte y una pequeña despedida al fallecido Joe Cole, amigo de Gordon y Moore. Con muy buenas críticas de los medios de la época, entre los temas de Dirty es practicamente imposible elegir uno solo como preferido ya que de todos se rescata la energía, la frescura y la perfecta disonancia del grupo. Florencia Garrido
04. Blur – Parklife
1994 – Food
Con un arte de tapa protagonizado por un par de galgos que corren apurados, compitiendo entre sí por el primer lugar, tal y como lo dicta la tradición inglesa; este disco bien podría ser designado como el súmmum de la Cool Britania, incluso por encima del aclamado Definitely Maybe, con el cual debutaron ese mismo año los hermanos Gallagher. A través de sus composiciones, y luego de sus dogmas ambientalistas previamente presentados en Modern Life Is Rubbish (1993), Damon se consagra como agudo observador del acontecer diario, aventurándose no solo a criticar a la sociedad de su país sino también la estadounidense de manera bastante directa en canciones como “Magic America“. El disco se encuentra además permeado por obras literarias como London Fields, novela de Martin Amis, otro enfant terrible de la tierra regida por Isabel II. Parklife, más que un típico disco de rock, resulta ser un híbrido por instantes cercano a un pop que oscila entre lo bailable y eufórico (“Girls & Boys” y “Parklife“) y lo rebelde (“Bank Holiday“), en el cual es posible fácilmente encontrar una medida dosis de humor satírico deslizándose entre cada estrofa. De cualquier forma, no deja de tratarse de un álbum esencialmente británico, fiel retrato de aquella década, irremediablemente infeccioso y disfrutable. Laura Camargo
03. My Bloody Valentine – Loveless
1991 – Creation
Loveless impacta, todavía, siempre, sin importar cuántas veces se lo haya escuchado. Cada vez que brota de un parlante, la obra de Kevin Shields demuestra por qué es uno de los discos primordiales del rock. Todo suena nuevo cada vez, ajeno, como ninguna otra cosa, en un universo diferente al de la infinidad de bandas que intentaron replicarlos. Las innovaciones en la guitarra, el uso de la distorsión, las voces sumergidas en océanos de sonidos, todo puesto en función de canciones perfectamente (des)estructuradas, con melodías geniales e intrigantes. Lo que sucede durante esos cuarenta y ocho minutos, no se puede descifrar con solo buscar en las influencias de la banda o su contexto. No alcanza mencionar los puntos de contacto con el noise de Sonic Youth o Dinosaur Jr., o las raíces en la experimentación pop de The Jesus & Mary Chain o los ambientes sonoros de Cocteau Twins; en Loveless hay un salto cualitativo, hay otra cosa inexplicable, más cercana a lo mágico. Es un momento irreproducible, que llevó a la propia banda a pasar 22 años hasta poder atreverse a decir algo a continuación, que fuese digno de desarmar el silencio maravillado en el que uno queda sumido, luego de ser atravesado por semejante prodigio. Mariano Rosales
02. Nirvana – Nevermind
1991 – DGC
Hablar de los ’90 es hablar de Nirvana y por ende, de Nevermind: uno de los discos más vendidos y más rupturistas de la historia de la música. Luego de su primer disco Bleach, Nirvana salta a un éxito desorbitante casi sin quererlo. El disco que define el grunge y define a una generación contiene un grito de rebeldía eterno y vigente hasta el día de hoy. La gran juventud que quedó intacta en Kurt Cobain por su temprana muerte es uno de los componentes más atractivos de este disco, junto con la furia y el enojo hacia un mundo poco acogedor. “Smells Like Teen Spirit“, “Come As You Are“, “In Bloom” y “Something In The Way” son algunas de las canciones más inmortalizadas de este disco. Julieta Aiello
01. Radiohead – OK Computer
1997 – Parlophone / Capitol
No hablaré del arte de tapa. Tampoco de la fecha de edición; no me detendré en un análisis sobre el momento en el que se encontraba la banda cuando grabó OK Computer. No analizaré la compleja relación que un grupo como Radiohead pudo tener con eso que dio en llamarse “Britpop”.
Hoy suspendemos la información. Hoy viajamos a esas dimensiones que conocimos cuando escuchamos OK Computer por primera vez. Hoy nos vamos del mundo. Hoy nos importa todo muy poco, excepto aquello que este álbum siga teniendo para decirnos.
OK Computer es un disco que marcó a quienes lo vivimos. No se trata de haberlo escucharlo. A este disco es necesario vivirlo.
En el interior de OK Computer habita un limbo difícil de describir; un limbo que nos invita a hundirnos en una reflexión atemporal sobre lo que somos aquí y ahora. Un aquí y ahora reminiscente, repetitivo, que retorna como una experiencia espesa del existir cotidiano, invitándonos a prefigurar nuevos escenarios. Pero esos mundos posibles no prometen felicidad, aunque tampoco nos condenan a la desazón. En ese mundo hay que atravesar el limbo, transitar la ceremonia, cruzar el desierto, para posteriormente avenir transfigurados de tal experiencia.
OK Computer es una de las mejores pinturas que el rock contemporáneo supo dar sobre dos tópicos clásicos del arte: la melancolía y el drama. Quizá sea el mejor trabajo de la historia del rock elaborado a partir de esos elementos.
No es un disco depresivo, aunque sí melancólico. Pero en OK Computer la melancolía no se presenta como introyección del objeto amado, para destruirlo junto con la consecuente autodestrucción. Es posible que el collage entre dramaticidad, melancolía y reivindicación que a lo largo del disco se despliega, sugiera a nuestra percepción que la tristeza es un aspecto que define la naturaleza del álbum. Pero lo más sincero y al mismo tiempo brillante que opera en el limbo emocional de OK Computer, es que después de ese tránsito calamitoso, se vislumbra, a lo lejos, un horizonte trazado por nosotros mismos.
La recompensa de un viaje errabundo por los misteriosos túneles de nuestra subjetividad, es el encuentro con un universo al cual podremos regresar cuando nos lo propusiéramos, tal como un hallazgo perdido: como esa persona que vimos sólo una vez; como una barra nocturna, en la cual vivimos y morimos. En fin, como un espacio propio.
De la experiencia de OK Computer nos llevamos una paleta y un lienzo, para trazar, a partir de los imagos de nuestra experiencia, las dimensiones de aquél limbo; pero las figuras serán distintas en cada nueva experimentación que hagamos de este álbum, porque jamás lo escucharemos de la misma forma, aunque siempre retornemos a ésa sustancia: la paleta, el lienzo, nosotros y el mundo.
Hubo quienes interpretaron a OK Computer como una crítica a la época; esto es, a la vida alienada del consumo. Seguramente hay algo de eso, y se deja ver con nitidez en experimentos como “Fitter Happier“. Pero la dramaticidad que ofrecen los climas de cada canción dan cuenta de la trama introspectiva que se entreteje en medio de alegorías universales: lo íntimo y lo eterno, lo esotérico y lo exotérico, lo subjetivo y lo externo que se palpita en cada canción, nos permiten abrir puertas y encontrarnos con los dramas de un mundo exterior desacralizado y encaminado hacia un ignoto pero intuido futuro.
Pero vamos partes.
“Airbag“. Una canción del futuro. Es una canción-escrita-desde-el-presente-pero-en-el-futuro. Uso los guiones porque el futuro será linealmente guionado. Son los tiempos de aquel Ahora: un episodio que se repite. Son los tiempos de OK Computer, los tiempos sin cortes. ¿Acaso no perciben esa sensación de continuidad que no cesa? Los días, las semanas, los meses, los años, todo se vuelve confusamente monadológico y se funde en una misma trama, y lo único que nos permite diferenciar una cosa de la otra son los éxtasis, los momentos en los que todo explota, como en la pista siguiente…
“Paranoid Android“. Muchos dijeron que Thom Yorke estaba loco, que era un paranoico. “Cuando sea el Rey, tú serás el primero contra la pared”. Sí, suena a venganza. Parece que Thom está enojado. Escuchemos el riff. Escuchemos las guitarras; todo está suelto, todo flota en partes, y esas partes están despedazadas, como retazos diseminados en una canción nuevamente elaborada con guiones. Una canción guionada desde la ruptura. Las partes parecen una sola cosa que se encamina hacia-algo-después-de-la-canción. Y las guitarras que siguen haciendo fricción con nuestra mente. Pero de repente todo se suspende. Tres minutos treintaitrés segundos: que la lluvia caiga sobre nosotros, desde una gran altura; que la lluvia nos salve de esto. No sabemos de qué. Somos jóvenes, adultos, adolescentes, no sabemos nada. La canción es un llamado a alguna medicina escondida en los pliegues de la lluvia, en los intersticios del agua; y entonces el pánico, el vómito y Dios. Dios ama a sus chicos, y la ironía emerge con un riff que parece aplastar la cabeza de todos los dioses. ¡Está todo mal, pero está todo terriblemente bien! En esa incertidumbre nos deja “Paranoid Android“, para darle lugar a lo que sigue.
“Subterraenan Homesick Alien“. Bajamos de la previa manía que nos envolvía. Destellos de un intermitente optimismo. Ese optimismo inocente con el que sorteamos las figuras del piso que miramos y al que nos entregamos menos por miedo que por resignación, como una parábola del shoegazing pero sobre la base del andar cotidiano. Todo anclado en ese pavimento que Yorke nos muestra resquebrajado. La libertad, el miedo y el optimismo, todo en ese pavimento al que dirigimos nuestras imaginarias figuras, esas mismas que se desdibujarán para siempre y que sólo vemos en el sueño de la próxima pista.
“Exit Music“. “Despierta de tus sueños, sécate tus lágrimas”. En esta canción partimos. ¿Hacia dónde partimos? El limbo, otra vez; esa atmósfera oscura que dibuja un mapa a lo largo de todo el disco, un mapa íntimo que cada quien recorre con sus trazos e impresiones. Todo escape se hunde en el duelo. “Hoy escapamos; hoy escapamos”; “escapamos antes de que todo el infierno se desate”. Pero Yorke nos ofrece respirar, y nacen luces del mismo limbo acobijado en las teclas que las yemas de los dedos de Jonny Greenwood presionan. Y no queda otra que ir cayendo, dejarse caer. Confiar en la caída. La voz apenas viva de Thom nos dice que esto termina. No sabemos cómo, pero termina. Y la salida del infierno tiene su puerta a los dos minutos cincuenta segundos. Vemos una luz a lo lejos, algo se asoma, aceleramos el paso y a los tres minutos veinte segundos amanece. Escapamos y esperamos que se asfixie, y todavía seguimos esperando…
“Let Down“. Describir esta canción es imposible. Hay cosas que el lenguaje jamás podrá capturar, ¡y qué buena ilusión aquella que sugiere que algo escapa a lo eterno del lenguaje! Esta pieza es, sencillamente, la mejor de todo el disco.
“Karma Police“, “Electioneering” y “Climbing Up the Walls” (con el interludio de “Fitter Happier” entre las dos primeras). Tres canciones estremecedoras. Tres piezas alucinantes. Tres túneles que conducen hacia la tercera parte del álbum: “No Surprises“, “Lucky” y “The Tourist“. La primera tal vez sea la pieza más sensible de todo el disco. La segunda, un manifiesto (y cada uno entenderá). La tercera, onírica, flotante, sinestésica, alejada del drama.
Cada uno vivió este disco desde sus propios ecos, transitándolo con sus más íntimos fantasmas. Todos experimentamos las mismas sonoridades, los mismos climas armónicos, y sin embargo, cada cual, en el limbo de su intimidad, tendrá una historia universal para contar sobre este inmenso trabajo.
Adrián Rocha