Que Charly García es una de las figuras más emblemáticas de la cultura argentina no es novedad para nadie y, como la mayoría de los grandes llegan a ser homenajeados a través de calles que llevan sus nombres, existe un grupo de fans que propone lo mismo para el compositor de “Cerca de la revolución”. Desde hace años, el pianista y cantante vive en un edificio ubicado en la Avenida Coronel Díaz, en la Ciudad de Buenos Aires, y es esta importante calle la que buscan cambiar por Av. Charly García.
El proyecto nació impulsado por Marcelo Ferrán, quien vive en el mismo edificio que Charly, y un amigo. Ambos pintaron un mural de 9 x 7 metros en la terraza representando a uno de los álbumes más emblemáticos del músico, Yendo de la cama al living. “La pintada corresponde a Yendo de la cama al living y el teclado es una réplica del Oberheim. Si bien en ese tema no está usando ese teclado, al menos en la introducción, es un teclado muy representativo del disco”, explicó el artista. Además del teclado, sobre el mural se puede ver la leyenda “Av. Charly García” y realizarlo les llevó “unos seis meses y pintarlo tres días. Fue muy bien planeado y la ejecución fue increíble”.
“La idea del mural es generar el chispazo para generar algún movimiento, como los proyectos de juntar firmas. Lo más lindo y poético sería nombrar a la avenida Charly García o quizás solo a esta cuadra del 1900. Estamos recibiendo muchas propuestas y muchas ideas que son muy viables y sé que algo se puede llegar a lograr. Nos pone muy feliz todo lo que se generó”, explicó Ferrán, mientras a través de Change.org se están juntando cada vez más firmas para que la idea se concrete. “El autor de la idea de la Avenida Charly García es el propio homenajeado. Él lo dijo en algunas entrevistas”, reveló el pintor.
Ferrán reveló que no es un gran fan de Charly, como sí muchos amigos o familiares de él, pero que aún así gran parte de su música fue fundamental en su vida. Y también habló sobre cómo es compartir edificio con el artista: “Es un buen vecino. Yo vivo hace 20 años y no lo cruzo muy seguido. Lo vimos en el ascensor el primer día, que fuimos a hacer un relevamiento y a tomar medidas. Cuando estábamos subiendo, él nos llamó, nos saludamos y seguimos nuestro viaje. Tenerlo cerca está bueno porque alguna vez tiene ese beneficio de escucharlo tocar algún acorde o algunas notas en el piano”.