Hay una suerte de morbo, una particular exaltación, alrededor de los aniversarios de grandes discos. Esta condición se acrecienta si el número en cuestión es sucedido por un cero. No hay mucha ciencia detrás del asunto. Es que es loco pensar que nada es inmune al paso del tiempo, y que en ese amorfo-sin-sentido plano que es el presente, pueden todavía emocionar palabras y armonías que conmovían a otros en existencias muy disímiles (tanto temporal como geográficamente).
Como con todo aniversario, la ocasión invita a un parate reflexivo enfocado en el tiempo. Portales publican notas del tipo: “así estaba el mundo hace X años”. Críticos intentan captar en limitados caracteres la trascendencia del álbum para lectores fanatizadxs con la obra. Pero entre el cíclico sinfín de agasajos y raccontos históricos, a veces un aniversario gesta otro tipo de accionares. Cuando un disco como Loveless cumple años, las palabras a algunxs les pueden resultar insuficientes. No es fácil dar con un vínculo perfecto entre distorsión, amor y desconsuelo, y quienes lo encuentran lo atesoran para toda la vida. Esta vez, la arbitraria marca en el calendario se volvió excusa de comunión, un disco colaborativo homenajeando sonidos y sentir con sonidos y sentir. Desde Barracas, para el resto del mundo.
Así nació Desamor, el compilado homenaje al legendario disco de My Bloody Valentine que cocinó el sello Sin Tierra Discos a 30 años (y un poquito más) de aquel lanzamiento. Sin redundar en el revisionismo que hicimos a razón del aniversario de la obra, arranco esta pequeña reseña celebrando la hidalguía de encarar un proyecto creativo de esta calaña en el contexto actual. Pienso que la inversa del “así estaba el mundo hace 30 años” hoy garpa más, y se escribe en forma de caretaje: “El mundo está hecho mierda, pero igual se gestan cosas movilizantes”. Es un nuevo zeitgeist que se manifiesta, por ejemplo, en esa sutil variación en la traducción que da título al disco tributo. Un sustantivo, una condición de pronto incambiable como la falta de amor (la traducción más fidedigna de “loveless”), se expresa con otro sustantivo de calidad beligerante: desamor, lo opuesto al amor. No es falta, es explícita oposición. Un disco producto de su época, de un tiempo donde todo cuesta, mucho, todo el tiempo.
Si bien Desamor existe en la cabeza de Juan Olima desde 2019, no fue hasta principios de 2020 que se puso en marcha el proyecto. En el medio el mundo cambió (andate pandemia) y el slogan para no romper con la esperanza de generar el álbum se tornó paciencia. No todas las bandas podían acceder a estudios de grabación, solo pocas podían grabar caseramente. Juan ayudó desde donde podía. Persistencia y determinación mediante, la inaplazable marca en el calendario cual excusa empoderadora, y eventualmente, cada una de las once canciones del mítico álbum tenían una reversión argentina. El dato de color es que Loveless también tardó algo así como dos años en concretarse, desde mediados del 89 hasta que salió a la luz en noviembre del 91. El arte de tapa también es mímica, y nació de un montaje de imágenes de las guitarras que fueron parte del homenaje.
La osada tarea de abrir con “Only Shallow” la encararon Los Seres de Protección (ex La Gran Tortuga), con una versión ante todo fiel a la introducción del disco. La banda jujeña imita con mucho acierto las vertientes magnetizadoras de esta canción, la reverberación atmosférica distorsionada, susurros de por medio, y la estridencia de un bajo punzante y un riff agitador. Los Nostrónomo se toman un poco más de libertades para su rendición de “Loomer”. Desde un comienzo hacen propias esas armonías que en su versión original se esconden para luego decantar en el desarrollo de la canción. La versión incita urgencia, no hay nada que esperar. Una demanda que se comparte en la voz que se aparta de los dulces balbuceos de Butcher, y se brinda más como una necesaria exclamación. La enérgica entrega es complementada por esos obligatorios espacios de contemplación, que alimentan la atracción del disco y gestan sus momentos más conmovedores.
La interpretación de “Touched” de Entidad Animada es sin lugar a dudas uno de los highlights de Desamor, que se hace fuerte en las ofrendas menos literales a la obra de Shields y compañía. Captando la sinigual esencia del interludio instrumental, la canción se cimenta sobre una sensación tanto cálida como distante, un abrazo íntimo, pero que puede ser uno de despedida. Candy Kane erige sobre este colchón emotivo su tributo a “To Here Knows When”, de pronto llevando al oyente a un lugar un poco más oscuro y desolador, de a ratos nuevamente esperanzador. Su minimalista ofrenda hace que el tributo no sea fácilmente reconocible hasta el coro, que desespere en los arbitrarios rasguidos de los primeros minutos, y que desate todo su arsenal emotivo en el final. Todo levanta con la dinámica versión de “When You Sleep” de El Club Audiovisual, entre las únicas bandas que se animaron a traicionar la estética MBV y llevar voces al frente (también le pusieron pecho a la traducción). El cover es directo, atrapante y exaltador, y aunque dure la mitad del tiempo de la versión original, trae al disco todas esas virtudes que uno espera de su más explicita oda de amor.
La segunda mitad de Desamor se desenvuelve con proyectos y bandas donde participa el mismo Juan Olima de Sin Tierra Discos, por ejemplo, con el tributo a “I Only Said” del impromptu conjunto Olima y los Rockefellers, otra de las versiones del disco que más respetan a su original. Anillos de Ceniza presenta una rendición muy rockera de “Come in Alone” que aparta reverberaciones, glides y distancia atmosférica por distorsión, rasguidos cancheros y bajos estridentes. “Sometimes” encuentra una versión honesta a su naturaleza romántica y conmovedora de la mano de Montegrande y “Blow a Wish” se vuelve un clásico de fogón con el tacto y sensibilidad de Almanaques. El disco cierra con evocadoras rendiciones de “What you Want” por los Plenamente y “Soon” por Corre Ve Y Diles, no muy distanciadas de las herramientas emotivas con las que Loveless construyó su legado afecto-distorsivo unas tres décadas atrás. Ante todo, un elogio.
Un homenaje de sonidos y sentir hecho con sonidos y sentir. Desamor es un producto de su época, pero también la celebración a un tiempo pasado donde se gestaron nuevas formas de usar tecnologías de grabación, pedales, sintes, y formas expresivas que lograron por mucho tiempo conmover existencias tumultuosas. Desamor se erige como una democratización de ese patrimonio expresivo, que necesitó diecinueve estudios de grabación y medio millón de libras para materializarse. Es ese homenaje que se escribe en modo caretaje, desde una juventud que no deja de ser pateada, en un momento en el que todo cuesta el doble, hacia los grandes que alguna vez les enseñaron nuevas formas de vivir y sentir.
Escuchá Desamor en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Apple Music).