Cualquier persona podría pensar que, para un artista musical, grabar su primer disco es como tocar el cielo con las manos y puede que así haya sido para muchas bandas y solistas, pero tal no fue el caso de Billie Eilish. En una nota que hizo con Brittany Spanos de Rolling Stone, la californiana confesó que el proceso de grabación de When We All Fall Asleep, Where Do We Go? fue muy sufrido, en especial por la presión de la industria.
“Odié cada segundo”, afirmó la joven de 19 años. “Odiaba escribir. Odiaba grabar. Literalmente lo odiaba. Hubiera hecho cualquier otra cosa. Recuerdo que pensé que no había forma de que hiciera otro álbum después de este. Absolutamente no”. Tras el lanzamiento del disco, su imagen característica se consolidó en la mente del público: su ropa holgada, cabello teñido de verde y negro, y sus grandes ojos azul celeste, atraía fácilmente a las cámaras y a los paparazzi.
La muchacha de, por aquel entonces, 17 años se sintió resentida: “Yo era una niña y quería hacer estupideces de niños. No quería no poder ir a una maldita tienda o al centro comercial. Estaba muy enojada y no agradecida por eso”. Ahora, con algunos años en el rubro y mucho más madura, Eilish dejó atrás aquella imagen con su nuevo cabello rubio decolorado antes de lanzar el sencillo “Lost Cause” y anunciar su próximo disco: Happier Than Ever, que saldrá el 30 de julio.
Además, se deshizo de la ropa holgada y oscura y se puso tonos beige claro que no ocultan su forma. Esto la ayudó a crear una separación entre ella y la vieja Billie, a quien despidió con un beso en la interpretación de los Grammy de “Everything I Wanted” con su hermano y productor musical, Finneas, a principios de este año.
“Fue extraño”, le aseguró a Spanos. “Estaba interpretando a esta ex Billie Eilish con cabello verde, cantando una canción de un año y medio atrás, cuando tengo 16 canciones nuevas que aún no lancé. Los fanáticos ni siquiera sabían realmente que era un adiós a una época. Eso es un poco desgarrador pero entrañable al mismo tiempo“.
Finalmente, la oriunda de Los Ángeles habló sobre el control creativo que tiene ahora sobre sus ideas y cómo son realizadas: “Ya nadie tiene voz. Somos literalmente Finneas y yo. Nadie más”, sentenció.