A cinco años del lanzamiento de Las afueras, Cabeza Flotante vuelve al ruedo y presenta El canto de las ranas, su nuevo álbum de estudio. Según el cuarteto pampeano, el reciente estreno se caracteriza por romper con la manera que tenían de componer y de grabar. “Es un disco que se cocinó lento y se hizo un poco a contramano de los anteriores porque en esta oportunidad teníamos varias canciones sin cerrar y el estudio se convirtió en una parte importante de la composición”, explica Marcos Canosa sobre el proceso de creación del álbum.
“El sonido se pensó como algo plástico, maleable, que lo podés deformar, darle distintos colores, despojar de ideas una canción”, agrega. A diferencia de sus antecesores, el disco parece un lienzo en el que pintaron un atardecer en La Pampa. Su sonido se deja acostar en la suavidad de la llanura, marcado por guitarras pausadas que caminan a la par de acordes nostálgicos y ruidos electrónicos que aparecen de vez en cuando para ambientar y brindar espacialidad.
Para esta oportunidad, la banda conformada por Manolo y Antonio Lamothe, Marcos Canosa y José María Muriel se unió con Pipe Quintans en la producción artística, quien participó activamente como si fuese un integrante más del grupo. “Las canciones se fueron descubrieron en ese proceso de grabación y pasaban cosas raras como que la idea central de la canción se terminaba sacando y viraba por completo”, agrega Marcos.
Por otro lado, ninguna canción de este nuevo material se parece entre sí, cada una tiene su propia identidad y tiempo, en la que Cabeza Flotante se dio el gusto de poder experimentar con cosas nuevas. “Aparecen cosas muy pop, teclados potentes, guitarras envolventes por momentos algo más kraut rock, y hay una canción instrumental. Es muy distinto a todo lo anterior y también distante de cómo se hacen las cosas hoy, cuando todo es muy urgente. Nos tomamos un tiempo y está bueno”, concluyen.
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