El 19 de diciembre de 2001 fue el símbolo de un pueblo que, cansado por las malas políticas llevadas a cabo desde la década del noventa, dijo: “¡Stop! Fuiste muy lejos”. Ese día, Charly García se encontraba en su departamento de Coronel Díaz y Santa Fe, en Ciudad de Buenos Aires, cuando comenzó a escuchar a los manifestantes corear el himno nacional y algunas canciones suyas. Un año más tarde, en una entrevista con Jorge Rial, contó que grabó el sonido de los cacerolazos para saber cuál es el “pulso de los argentinos” (“va a 120 revoluciones por minuto”, diría).
Ese suceso lo vivió desde allí arriba porque consideraba que su vida siempre había sido “un cacerolazo” y que ya había cumplido con su cuota de compromiso social. Pero ese malestar social seguía ahí presente, haciendo ruido en la cabeza de Charly. En 2002, para una entrevista en la televisión chilena, le preguntaron por la situación de Argentina. “Está pasando por un momento difícil -respondió-. La verdad que es feo reconocer que el país de uno anda mal y ese tipo de cosas”.
El país pasaba por el fin de una larga etapa de deterioro total en la que habían predominado las políticas neoliberales de achicamiento del Estado y el inicio de otra donde la búsqueda de una reconstrucción económica y moral se hacía cada vez más presente. Lo mismo sucedía con Charly, quien venía de sacar dos discos ampliamente criticados por sus seguidores como lo fueron Say No More (1996) y El aguante (1998). El primero se trataba de una mezcla de temas propios y piezas instrumentales que habían sido producidas originalmente para la película Geisha de Ricardo Ortiz pero que no fueron incluidas; mientras que el segundo es un rejunte de composiciones de otros artistas, algunas propias que escribió para proyectos anteriores, y otras que grabó especialmente para este disco. Si bien se podía escuchar a un García más marcado por la estructura tradicional de canción, la experimentación de Say No More seguía vigente. Uno de los colaboradores del artista, Diego Dubarry, explicó a Billboard que “él decía que El aguante era el aguante a Say No More, donde había cambiado el concepto sonoro”.
Con un Charly que se lamentaba por el corralito y por el hecho de que cada vez haya “más trampas para el tipo que quiere laburar”, era el momento perfecto para saciar la sed de un público que esperaba algo más similar a Filosofía barata y zapatos de goma (1990). El atentado a las Torres Gemelas de Estados Unidos fue el empujón inspirador que García necesitaba para componer un nuevo disco solista, quien se encontraba grabando un álbum de piano hasta que tomó ese suceso histórico como el signo de algo que le “hizo tener la necesidad de hacer algo bien directo y, sobre todo, cantar”.
Así surgió Influencia, para muchos un álbum que no solo lo devolvió a la idea de hit y de sonar en las radios, sino que también le hizo ganar su primer premio Gardel de Oro. Incluso Roberto Pettinato, conductor de esa entrega, se mostró orgulloso al presentarlo diciendo: “La sala de pie, por favor, porque va a entrar Dios”. Pero esa noche el maestro no solo se llevó el premio mayor y el aplauso de todos, sino que también dejó frases icónicas como “Gardel, al único que le daría bola, es a mí” o “¡Gardel es casi tan famoso como yo, te puedo decir!”. Además, se dio el lujo de decir que el único “artista” allí presente era él y que los demás eran “trabajadores que le piden a la música que los mantenga” y que si la música fuera él “no los mantendría”.
Y es que este disco parece ser una especie de juego entre sus influencias y la influencia que Charly tiene sobre la música argentina y el público de rock. De hecho, el álbum comienza con el éxito “Tu vicio”, una canción cargada de ironía en la que un músico se convierte en un hábito insalubre para sus fans. Se trata de un rock and roll con influencias pop que podría haber sido una canción más de los Rolling Stones o de los Ratones Paranoicos, pero al que Charly le agrega su estilo con sintetizadores y una introducción que pasa disimuladamente de un género a otro. Las voces dobladas de García le dan un toque melancólico y combinadas a la frase “En tu vida soy un vicio más”, y sacan a relucir de manera perfecta a ese público que va a sus recitales y que siempre está en búsqueda de algo mejor por parte del maestro.
A ese clásico le sigue “I’m Not in Love”, donde la influencia se hace presente con la colaboración de Tony Sheridan, reconocido músico inglés que trabajó con The Beatles, en guitarras y coros. Ambos se conocieron durante la Primera Semana Beatle en Buenos Aires, cuando Charly se enteró que el artista inglés iba a dar un show no programado con un trío improvisado en el bar The Cavern y decidió subirse a tocar la guitarra. El referente inglés quedó tan seducido con su presencia arriba del escenario y su forma de tocar que luego de la zapada decidieron ir a grabar esta canción al estudio de Fito Páez, Circo Beat. Cuando Sheridan falleció el 16 de febrero de 2013, Charly le dedicó una carta: “Yo tenía la melodía y un poco de la primera parte de letra, y ahí Tony insertó ‘It’s too late, to say I’m sorry’, que es un pedazo de la canción de los Zombies, pero que iba perfecto con ‘es tu ley, hacerme sentir culpable’”. Esta canción lleva hacia los sentimientos más profundos y oscuros de Charly, con letras como “Cuando la gente dice que estoy bien no pueden ver debajo de mi piel”.
Incluso la canción homónima al álbum es un reflejo del peso de otros artistas en la obra de Charly; “Influencia”, es una composición del inglés Todd Rundgren publicada en 1982 para el disco The Ever Popular Tortured Artist Effect bajo el título “Influenza” (“gripe” en inglés). No fue la primera vez que Charly hacía un cover de Rundgren; ya lo había hecho con Sui Generis en 2000 durante Sinfonía para adolescentes, donde aparece “Yo soy su papá”, una versión de “Can We Still Be Friends”. Pero en “Influencia”, García cambió radicalmente el estilo de la canción. Si la versión original llevaba un ritmo bailable y ochentero a base de sintetizadores, en la interpretación de Charly toman relevancia el bajo y una guitarra distorsionada que, junto a unos arreglos sacados de las canciones “Transatlántico art decó” (de Pubis angelical, 1982) y “Telepáticamente” (de Si, detrás de las paredes, 2001), transmiten una oscuridad y desesperación. En noviembre de 2013, cuando Rundgren visitó Argentina como parte de la banda de Ringo Starr, en una entrevista con Página/12 declaró: “Mucha gente cuando hace una versión realiza casi una copia del original, algo muy literal, y lo que me gustó de la versión de Charly es que se trató de una idea muy diferente. Disfruté mucho escucharla del modo en que él la oyó“.
Los noventa también estuvieron marcados por la oleada de músicos internacionales que visitaron el país gracias a los aparentes bajos costos que trajo la Ley de Convertibilidad del 1 a 1 promulgada en 1991. Es así que grandes figuras como The Rolling Stones y Michael Jackson visitaron la Casa Rosada y posaron en fotos junto al entonces presidente Carlos Saúl Menem. Los artistas nacionales no estuvieron exentos de eso, y Charly fue uno de ellos. Si bien es conocida su amistad con el exmandatario, en 2005 García volvió a entrar en la sede del Poder Ejecutivo y, luego de conversar con Néstor Kirchner, dio una conferencia donde afirmó que no era “menemista ni kirchnerista, soy radical”.
Es en este contexto que Charly decide incluir una versión de “Encuentro con el diablo”, publicada originalmente en 1980 como parte del álbum Bicicleta de Serú Girán. De este tema hay varias historias, pero la versión oficial dice que en 1979 el Ministro del Interior Albano Harguindeguy, apodado “Diablo” por sus crueldades, se reunió con Charly. A diferencia de la obra original, más funk y con la voz de David Lebón, la versión de Influencia contiene elementos pop y electrónicos que van en sintonía con el resto del disco. Es destacable la manera en que Charly utiliza su voz desgastada por el paso del tiempo, las drogas y el cigarrillo para dar la sensación de haberse encontrado con un tirano. Es probable que el hecho de haber reversionado esta canción se deba a que, a casi 20 años de aquel encuentro, y aún en democracia, aquella impronta del poder político seguía vigente en los funcionarios que intentaban acercarse a la juventud mediante la música. De hecho, el mismo nombre del “rock nacional” se debe a la necesidad por parte de los militares de rotular al rock argentino en las radios dándole un aire “nacionalista”.
El concepto de las influencias se hace mucho más presente en “El amor espera” donde García juega a ser tan sabio como el demonio cuando canta “Yo me hago el diablo porque sabe por viejo lo que aprende del diablo”, en una referencia al dicho popular “El diablo sabe por diablo, pero más sabe por viejo”, incluido en el Martín Fierro. La canción también incluye una cita de la historieta Inodoro Pereyra, con la línea “Me hago el muerto para ver quién me llora”. García es un gran fanático de la historieta creada por Roberto Fontanarrosa, y cada vez que viajaba en avión solía llevarse varios números de la revista Viva del diario Clarín donde se publicaba. De hecho, en 2007, cuando Fontanarrosa dejó de dibujar a causa de una esclerosis que le hizo perder el control de su mano derecha, Charly comenzó a reclamarle a la revista por su regreso. Por último, “El amor espera” además samplea las dos primeras líneas de la canción “Sing This All Together” de los Rolling Stones.
La primera mitad del disco finaliza con “Película sordomuda”, compuesta para la banda sonora del film Pubis angelical, pero que no llegó a formar parte del soundtrack publicado en 1982. Seguidamente, vuelve a reverenciar al movimiento beat con “Mi nena”, un cover de la canción “New Kind of Love” perteneciente a The Dave Clark Five, en la que se destaca la participación de Fito en teclas. El disco se completa con una versión gospel de “Tu vicio”, un cover de “One to One” de Jan Hammer Group titulado “Demasiado ego”, un cover en inglés de “Influenza”, y una versión acústica y otra remixada de “I’m Not in Love”. El final se lo lleva una interpretación baladista de “Happy and Real”, tema que forma parte de Tango 4, el disco que García grabó junto a Pedro Aznar en 1991. Para muchos, la cantidad de covers y reversiones del disco es el símbolo de un Charly al que ya se le estaba acabando el polvo creativo. Pero visto desde otra perspectiva, demuestra con el mayor esplendor la habilidad y versatilidad del artista para apropiarse de estas obras e imprimirles su propio estilo.
Más allá de las composiciones, García siempre supo cómo destacarse en los aspectos más técnicos de la producción musical. En Influencia retomó el concepto de “maravillización”, utilizado anteriormente en Sinfonía para adolescentes, que define como el método de “ser cómplice del que escucha en el juego del gusto propio” y experimentar con cualquier parlante que se tenga a mano a la hora de grabar, dejando de lado las normas profesionales de masterización y mezcla. En una nota publicada en 2001, el músico explicó: “Cuando uno es chico, el mundo parece de colores. Y cuando uno crece, ese mismo mundo se vuelve blanco y negro. Por eso inventé mi propia técnica, para mi vida y para mis discos…”. Y es que para él, la maravillización se trata de un volver a la infancia, una especie de maquillaje de la vida para que “deje de ser blanca y negra” y hacerla “más linda”.
El lanzamiento de Influencia también estuvo acompañado de videoclips icónicos con un tono visual frío que los hace difícil de separar de la obra como un todo. En el de “Influencia”, vemos a Charly vestido de saco rojo y pantalones a rayas blancas y negras, encerrado entre paredes rojas y blancas mientras toca una guitarra eléctrica y un teclado, como atrapado por el control de esa “extraña influencia” que le provoca un estado de locura y desesperación. En el video de “Mi nena” vemos a un grupo de bailarinas realizando un striptease, algo que fue sumamente criticado por la parte más conservadora de la sociedad argentina. La historia parece retratar a un hombre que se enamora perdidamente de una trabajadora sexual y no puede concretar esa relación porque su nena “no necesita amor”.
En cuanto al arte del disco, vemos la mirada seria de Charly y sus ojos teñidos de rojo. Para la fotógrafa Andy Cherniavsky, esa imagen marca el comienzo de una etapa en la que el artista tenía picos súper creativos y al mismo tiempo delirantes. Describe aquella sesión como una locura, tal como cada vez que pudo trabajar junto a Charly, en la que el músico no paraba de moverse. De hecho, según explica ella, para fotografiar a Charly se necesitan dos o tres cámaras y tener siempre todas las luces muy bien seteadas. “Es como esas sesiones de fotos caóticas -recuerda-, pero donde siempre Charly está de alguna manera encendido siempre te está tirando retratos increíbles”. En ese sentido, destaca haber podido retratar aquellas manos deformadas que se ven en el interior del disco y que al día de hoy se han vuelto una de las imágenes más icónicas del artista.
A 20 años de su aparición, Influencia es un disco que parece no envejecer y que logra ser uno de los trabajos más recordados de la etapa tardía de Charly García. Lo que surgió como una necesidad de reinsertarse en el público y de expresarse ante lo que sucedía en aquel momento terminó dejando grandes clásicos y algunas perlas en la carrera de uno de los más grandes músicos para el rock argentino. Es también un gran equilibrio entre la experimentación de Say No More y la facilidad para el hit que había aplicado en sus más celebres discos como Clics modernos y Piano bar. Influencia delinea a la perfección la figura de un Charly polémico e irreverente, pero a su vez creativo e inteligente. Su sonido marca una diferencia con respecto a la manera convencional de hacer música y a la vez hace escuela en algo que siempre hace falta: la necesidad de jugar para llegar a lugares poco comunes.