Dominic vs Aczino (2014), Papo vs Cacha (2016), Aczino vs Invert (2014) y Chuty vs Yenky One (2017), son algunos ejemplos de batallas de freestyle que han generado polémica entre los fans debido a sus veredictos dudosos, mejor conocidos como “tongos.” Los tongos son uno de los flagelos más significativos en el mundo de las batallas de rap en su búsqueda por profesionalizar este deporte. Entonces, ¿qué es un tongo? ¿Por qué se generan? Y, ¿cómo se pueden solucionar?
¿Qué es un tongo?
Si nos remitimos a la definición estricta del diccionario, encontramos que un tongo es un amaño en el resultado de una votación de una competencia a cambio de dinero. De los pocos consensos que existen en el creciente mundo del freestyle es que nunca pasó algo así en la historia de las batallas. Al menos en competencias de renombre y por parte de un battlerapper específico hacia el jurado. A nivel organizativo y en un evento de menos nombre probablemente sí, pero no entra en la discusión. Entonces, ¿por qué se habla de tongos? Es una pregunta que no se puede responder sin remontarse al incierto momento en el que se popularizó el término. Tal vez porque es la palabra más cercana que se encontró ante los desaciertos de los jurados o tal vez porque queremos escudar al MC del que somos fanáticos de un veredicto dañino. Lo importante es que el tongo como tal no cabe en el dossier.
¿Por qué se generan los tongos?
Para poder responder a esta pregunta, primero hay que poner el foco en los raperos. Actualmente existe una amplísima heterogeneidad de estilos, lo que convierte al juego en un ejercicio cada vez más rico, diverso y agradable de espectar. Encontramos MCs técnicos como Zasko, Ricto y Bnet; los que van al cuello como Dtoke, Jony Beltrán y Force; otros que usan la musicalidad para adornar las barras como Errecé, Sony y Sara Socas; y otros que no tienen una característica marcada sino que aúnan distintos ítems a su favor para desequilibrar las batallas como Aczino, Chuty y Papo.
Dejando en claro la variedad de estilos, podemos comprender que los jueces están más que habilitados a tener sus preferencias o cuestiones que ponderan más que otras (Invert siempre dijo que valora mucho más “la magia del freestyle” que otra cosa). Por lo que es muy posible que, por ejemplo, un fanático que valora el punch en las batallas no vea correcta una decisión del jurado que valore más la coherencia en las barras de los competidores que el ataque.
Otro punto clave para entender por qué puede haber disenso entre el veredicto del jurado y la opinión popular es el bagaje cultural con el que impregnan sus acotes los freestylers. Los jurados no tienen por qué saber sobre lo que está hablando el competidor de turno, aunque sí tienen que tratar de estar actualizados y tener una idea general para entender las referencias. Pero también puede suceder que un jurado no le haya dado tiempo para procesar lo que quiso decir el freestyler en sus cuatro barras y eso lo haga puntuar más o menos de lo que realmente debería si se analizara con más detenimiento. Ejemplos de MCs con un contenido más complejo tenemos para tirar al techo, aunque los personajes más icónicos podrían ser Sweet Pain y el joven Esezeta. Los que fueron acusados de escribir rimas solo por atacar con contenido apenas diferente al de la media siempre se vieron afectados por estos resultados injustos. Pero jamás sabremos si fue por la ignorancia del jurado ante ciertas temáticas o si en verdad ellos también creían que uno de los dos competidores no estaba improvisando.
¿Qué provocan los tongos?
Las batallas de freestyle en Latinoamérica y España son un serio trabajo full time para muchos. Debido a la infinita variedad de estilos y el incesante recambio generacional, los MCs se vuelven cada vez más descartables. El éxito es efímero, y los fans y organizadores, que buscan rédito en sus competiciones, no perdonan los errores. Cuando un competidor tiene una seguidilla de derrotas justas hay muy poco que se pueda hacer. Pero resulta inadmisible que se perjudique (no de forma voluntaria) la carrera de los que sí dan muy buen nivel y aún así pierden, en especial cuando se tiene en cuenta que una corta racha de victorias te puede llenar la agenda con eventos de corte internacional.
Aquí tenemos el mayor error: la pérdida de enormes talentos y las proyecciones que caen en esa frustración que genera darlo todo y aún así perder. Todavía se sienten recientes los ejemplos de Sweet Pain y Elekipo, dos MCs que si sus batallas se las hubiera analizado de forma más atenta se los podría ver trabajando de esto más seguido y no esporádicamente.
¿Cómo solucionar el problema de los tongos?
Esta discusión nace a partir de otra pregunta: ¿Qué se puede cambiar en las batallas de freestyle para hacerlas más profesionales? Una respuesta personal puede estar en la inclusión del VAR en las batallas, una opinión que resultó muy polémica entre los fanáticos del deporte. Algunos sugirieron una escuela de jueces fijos, aunque sería imposible por el abanico de ocupaciones cada vez más amplio: aquel que estaba como competidor hoy es comentarista o jurado y viceversa. Otros piden por una selección objetiva de jurados sin tener en cuenta el marketing y los followers, también imposible porque los jueces son una pieza fundamental en el proceso de venta de tickets (Duki en RBBDLG). Y hay otros que exigen un ranking de jurados, pero ¿cómo medirlo? No es imposible, pero sí difícil teniendo en cuenta que los eventos se tratan de negocios privados, por lo que pueden tranquilamente elegir no tener en cuenta ese ranking.
Y así algunos argumentos más, con ideas un tanto utópicas. Pero el argumento purista contra el VAR que más sorprende es “con jurados robots se está perdiendo la esencia del arte.” Pero homogeneizar el jurado no es la idea, además de que abre la pregunta de ¿cuál es, realmente, la esencia del freestyle? Para el caso, también se está perdiendo esa esencia si se obliga a los freestylers a rapear sobre una temática impidiéndoles fluir libremente. Si es que existió alguna vez esa esencia probablemente haya sido en las batallas amateurs, pero si se difuminó no fue porque las organizaciones velan por un cuidado más delicado de los veredictos, sino por una bola de nieve inofensiva que hizo que hoy estemos donde estamos: primero batallar por diversión, después por el prestigio, después por el premio y ahora por el sueldo*. Realmente no está mal, se logró que una enorme camada de talentos puedan vivir de lo que aman y darle de comer a sus familias sin siquiera tener un titulo universitario. Por eso es que tenemos que preocuparnos por perfeccionar los métodos de votación, sin faltar al respeto a los jurados ni echarle la culpa a los MCs por tonguearse entre ellos.
* Que ahora los raperos de renombre cobren un caché por asistir a los eventos no quiere decir que ya no lo hagan por diversión o placer. Solamente es un punto de inflexión drástico en la percepción de los participantes con respecto a la asistencia o no de una competencia.
Unas palabras finales
Además de críticas constructivas y destructivas (un saludo a Walls), también existen otras propuestas interesantes. La más destacable y radical viene de parte del ex editor de Noisey en Español, Feli Dávalos, quien propone que la solución para abortar los tongos es realizar batallas escritas (que no tienen jueces, por ende, tampoco ganador y perdedor) y admitir que el freestyle como espectáculo y disciplina tiene un tope. En un paradigma donde las batallas improvisadas son más que redituables para quien las realiza y se agotan entradas de la tercera jornada de FMS Argentina sin haberse realizado la segunda, se ve muy lejano el abandono completo del freestyle y el paso a las escritas (como sí lo hicieron en Estados Unidos y Canadá). Pero, de seguir así, no es una opción que los fans de las batallas podamos permitirnos descartar.
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Foto principal: De izquierda a derecha, Hadrián, Omega, Dtoke, Duki y Skone, jueces de la Final Internacional de Red Bull Batalla de los Gallos 2018. Cortesía Red Bull.
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