David Bowie fue un artista tan complejo como multifacético. Decir que su carrera se reduce a la música sería una falacia ya que su propuesta excedió notablemente esta disciplina: esto es algo que podemos notar no solo por su obra editada sino también por algunos proyectos que quedaron inconclusos.
El Duque Blanco encontraba inspiración en diversos elementos de la cultura, como la obra clásica de George Orwell, 1984. El libro de ciencia ficción publicado en 1949 se volvió un fantasía distópica y una crítica social rabiosa visitada por un sinfín de artistas.
Para David Bowie este libro era más que una simple obsesión que leía de niño en su hogar en Bromley. “Siempre sentías que estabas en 1984“, expresó Bowie sobre su experiencia con la novela. “Ese es el tipo de sociedad lúgubre e inamovible en la que muchos de nosotros sentimos que crecimos… Era un lugar terriblemente inhibidor”. Significó un gran despertar intelectual para él y sintió la necesidad de incluirlo en su propio arte.
La idea de Bowie fue hacer un musical a partir del libro, además de un disco y una película cruzadas por el concepto distópico de 1984. Con la preproducción ya en marcha y la idea fija, el ecléctico performer puso manos a la obra y pidió a sus agentes que se ocuparan de conseguir los derechos, lo cual implicaba pasar por la viuda de Orwell. Finalmente, este fue el obstáculo para la realización: Sonia Brownell encontró el proyecto de mal gusto y se negó a ceder los derechos para la realización de la idea de Bowie. Así, las opciones se redujeron a la nada.
Sin embargo, el cantante y compositor hizo de las suyas en Diamond Dogs. El disco publicado en 1974 contiene uno de sus más grandes éxitos, “Rebel Rebel”, pero hacia el final se encuentran también las canciones “1984” y “Big Brother”, en clara referencia a la obra de Orwell. Así, su predilección por la obra y también la influencia en su pensamiento y concepción de la vida quedaron plasmadas en estas canciones que también funcionan como homenaje.