Tal vez la incógnita más inquietante a la que uno se puede someter es la de intentar razonar qué hay después de la muerte. Dependiendo de su credo, y de su escepticismo, las respuestas a esa pregunta pueden ser varias, aunque ninguna certera. Bajo esa premisa, Dillom presenta Post Mortem, su primer álbum de estudio.
Dylan León Masa murió el 1 de diciembre y con él se fueron todos sus fantasmas. El fallecimiento simbólico del trapero de 20 años, lejos de ser un momento trágico, fue la reinvención definitiva de un artista que se arriesgó y salió victorioso con un disco conceptual brillante, heterogéneo, pero por sobre todo emotivo, conformado por 14 canciones y cuatro interludios.
Que un álbum de trap conmueva, dada la naturaleza del género, no es algo habitual ni sencillo de lograr, pero Post Mortem lo consigue con comodidad. Desde su arte de tapa, perturbador y fascinante en partes iguales, nos introduce a lo que a primera vista parece ser un relato de horror, lleno de criaturas diabólicas y narrado a base de barras crudas ejecutadas por el mismo artista.
Uno de los puntos más fuertes es su sonoridad, repleta de texturas y ritmos variados. Gran hazaña de los productores Evar, La Madrid y Fermín, que transformaron este lanzamiento en algo mucho más grande que un simple disco de trap. En él dialogan el pop, el reggaetón, el house, el rock industrial y la electrónica experimental con total fluidez, naturaleza y cohesión. Todo confluye en un vaivén de emociones violentas pero sinceras.
Aunque en sus letras se toquen temáticas habituales como el flexing, el éxito y la plata, es la primera vez que Dillom realmente se muestra vulnerable. Lejos de victimizarse, se abre a hablar sobre su pasado, su familia, el amor y también la muerte. No reniega de las cosas que atravesó, se burla de ellas con una ironía pícara y una insolencia elegante. Sabe perfectamente quién es, y de dónde viene, no necesita la compasión de nadie.
Post Mortem es la obra de su vida narrada en canciones autorreferenciales, con barras que van al hueso sin dar muchas vueltas. Para algunas de ellas, el trapero contó con la colaboración de artistas y colegas como L-Gante, Muerejoven y Saramalacara, y la participación de Mario Pergolini en uno de los interludios. Cada uno, desde su espacio, aportó lo justo y necesario para que la canción funcione y para que cada una de las piezas encaje de forma perfecta. Ninguna aparición se siente forzada ni le resta protagonismo al autor, como un relato que avanza bien orquestado.
Lejos de sentirse atemorizado por los demonios que lo acechan, Dillom los invita a tomar una copa y conversar. Se amiga y aprende a convivir con ellos. Entendió que para construir algo nuevo, primero hay que destruir el pasado y empezar de cero y así lo hizo.
Post Mortem es una pieza completa, contundente y para algunos, tal vez, inesperada. La realidad es que Dylan se venía preparando para este momento clave y supo estar a la altura de la situación sin ninguna duda. Falleció para resucitar finalmente en su alter ego y contarnos qué hay después de la muerte. Para Dillom, morir fue encontrarse.
Escuchá Post Mortem a continuación o en plataformas de streaming (Spotify, Apple Music):