El pasado 26 de mayo se cumplieron 121 años de la publicación del primer ejemplar de Drácula, la novela de horror gótica escrita por Bram Stoker que revitalizó el género de los vampiros.
Al igual que toda obra creativa, la del escritor irlandés estuvo influenciada por otra cosa: en su caso, la inspiración de Stoker para inmortalizar con su pluma la historia del mundialmente reconocido Conde se encuentra en muchos otros libros de la época, 26 de los cuales fueron encontrados por un grupo de investigadores liderado por el inglés Philip Spedding, dando la casualidad que de los hallados, todos menos uno de los títulos yacen en la Biblioteca de Londres, según detalló ABC.
Spedding afirmó:
“Podemos establecer, más allá de toda duda razonable, que estos libros que aún están en nuestras estanterías son los mismos volúmenes que [Stoker] tomó para realizar su obra maestra”.
“Los libros que hemos encontrado fueron marcados por el mismo Bram Stoker, que se basó en la colección de la Biblioteca de Londres para investigar sobre su obra”, agregó el experto.
En base a su hallazgo, los especialistas desarrollaron la teoría de que Stoker habría sacado la idea principal de varias conversaciones con un intelectual húngaro llamado Arminius Vámbéry, quien le comentó las historias de Vlad Draculea, un príncipe de una región situada en la actual Rumania y conocida como Valaquia.
Revisando sus manuscritos y primeros esbozos de la novela, Spedding decidió acudir a la Biblioteca de Londres debido a que el escritor solía dirigirse ahí cotidianamente, siendo socio de esta entre los años 1890 y 1897, es decir, durante el tiempo previo a la publicación de su novela.
De hecho, el que le hizo la propuesta fue Hall Caine, a quien el escritor dedicó su trabajo mediante el alias “Hommy-Beg”, pero, una vez terminada su obra, Stoker ordenó a sus contables que dejaran de pagar su cuota mensual y dejó de ser asiduo del lugar.
Otro dato que salió a la luz gracias a la investigación de Spedding y su equipo es que la mano de Stoker se extiende a lo largo de esos 25 libros que posee la biblioteca londinense a través de un sinfín de cruces, subrayados, anotaciones y hasta instrucciones a algunos de sus ayudantes para copiar pasajes completos en sus notas escritas a máquina.
Algunos de los libros más destacados son El libro de los hombres lobo, de Sabine Baring-Gould, y Pseudodoxia Epidemica, de Thomas Browne, pero otros títulos como Alrededor de los Cárpatos, de A. F. Crosse, y Transilvania, de Charles Boner, también dieron testimonio de lo detallista y amplia que fue la investigación geográfica e histórica de los escenarios donde suceden los hechos narrados en Drácula.
Entre las muchas notas halladas, Stoker habría marcado en varias ocasiones párrafos enteros que hablan sobre la muerte y lo paranormal. Especialmente, en uno de los libros consultados menciona el instinto humano de “extinguir la vida” y al lado de esta expresión hay una nota en la que aparentemente se lee la palabra “tontería”, que luego fue garabateada.
“La investigación habría sido más fácil si la letra de Stoker no hubiera sido tan espantosa”, terminó confesando Spedding.