A fines de septiembre, Rob Halford –Judas Priest- lanzó su autobiografía titulada Confess. En ella compartió historias de su vida y carrera dentro del heavy metal y entre las curiosas anécdotas que contó, hay una en particular que ha llamado la atención.
En un extracto, replicado por varios sitios de interés, Halford rememora el día que tomó prestado un souvenir de John Lennon y admite que hasta el día de hoy aún lo tiene.
La historia comienza cuando, camino a un concierto hacia el norte, Rob recuerda haber mirado rápidamente por la ventana del coche y detectar una enorme señal fuera de una fábrica que decía BRITISH STEEL. “Me pareció que resumía nuestro álbum en todos los sentidos”, afirmó el artista.
“Rozlaw Szaybo, un diseñador polaco que ya había hecho las portadas de Stained Class y Killing Machine, nos dio la imagen de una mano sosteniendo una hoja de afeitar adornada con nuestro nombre y el título del álbum. Su diseño inicial tenía sangre rezumando de los dedos mientras la cuchilla de afeitar cortaba entre ellos, pero pensamos que la imagen se veía más dura sin sangre: ¡Somos una banda de heavy metal! ¡Somos tan duros que no sangramos! ¡Habíamos escrito, grabado, producido y mezclado British Steel en treinta días! Fue algo maravilloso y nunca se sintió apresurado. Tomó exactamente el tiempo que se necesitaba”.
El disco se grabó en Tittenhurst Park (Inglaterra), mansión en la que vivieron John y Yoko Ono, y la banda quedó muy contenta con el resultado. Sin embargo, antes de abandonar la casa decidieron que no podían irse sin un recuerdo de su tiempo en el lugar que por mucho tiempo perteneció a la icónica pareja.
“El armario donde había derramado mi angustia y puse mi voz estaba lleno de cosas de The Beatles y Lennon. Había fotos, discos de oro, incluso cintas maestras, además de un objeto que había reconocido inmediatamente. Era un adorno, un obelisco de unos dieciocho centímetros de altura… y había estado en el video de ‘Imagine'”.
“Cuando John tocaba el piano, estaba en un zócalo al lado de Yoko que abría las persianas detrás de él. ¡Wow! ¡Y aquí estaba! No podía creer lo que estaba viendo. Lo recogí, y me sentí como si estuviera sosteniendo un pedazo de historia musical en mis manos”, contó Halford.
“Debo admitir que lo saqué de la mansión para mostrárselo a algunos de mis compañeros, en Walsall. Cuarenta años después, de alguna manera parece que todavía lo tengo. Debería devolverlo algún día”.