Hay ciertos vecindarios que suelen ser los predilectos de varias celebridades. Es el caso de Malibú: entre las lujosas casas y a pocos metros conviven grandes personalidades del espectáculo, aunque a veces de ramas muy opuestas. Ejemplo de esto último es la anecdótica y caótica relación entre Keith Moon y Steve McQueen que en los años 70 vivían a pocos metros en esa localidad californiana. A causa del desenfreno del baterista, no tuvieron el mejor de los vínculos.
En 1974, el baterista de The Who se mudó a California -algo que muchos rockeros hicieron durante esa época-, en busca de las experiencias más salvajes. Allí, el músico llevó la vida que planeaba: de fiesta en fiesta, a la par del espíritu rockero de la época. En la biografía de Moon escrita por Tony Fletcher se detalla el momento en que el músico intentó crear un vínculo con el actor de Hollywood, quien vivía a pocos metros de su hogar, invitándolo a una de sus fiestas.
Sin embargo, la invitación no fue tan simple como esperaba. El hijo de 16 años de McQueen atendió al rockero y este inmediatamente le ofreció drogas y tragos. Al generarse una discusión, Moon intentó entrar a la casa arrebatadamente, lo que provocó que el perro lo mordiera. Por insólito que parezca, Moon le devolvió la mordida al perro.
El bizarro evento no pasó desapercibido para McQueen, quien decidió presentar cargos. Al momento del encuentro policial, Moon aún tenía de las suyas para hacer y se presentó vistiendo un uniforme nazi. La cosa no pasó a mayores -McQueen retiró los cargos-, pero ciertamente los vecinos no quedaron en los mejores términos.
Si bien en la biografía de Moon la relación entre vecinos se pintó como bastante divertida y hasta caricaturesca, la viuda de McQueen extendió otra visión, en la que Moon no era más que una verdadera molestia: “La luz del baño de Keith daba directo a nuestra habitación y mantenía a Steve despierto por las noches. Steve le pidió repetidamente a Keith que la apagara. Luego de la quinta vez, Steve simplemente tomó una pistola, disparó al foco y volvió a dormir. Nunca volvimos a escuchar una palabra sobre Keith Moon”.