Luego de producir una infinidad de canciones junto a The Beatles y en solitario, el amor y la pasión de George Harrison por la música disminuyeron notablemente, algo que se vio agravado por una disputa legal en torno al track “My Sweet Lord”, la cual duró varios años. Según recuerda Far Out Magazine, el exviolero de los Fab Four llegó a confesar en 1977 que se “había desconectado por completo del negocio de la música”, pasando así a concentrarse en su familia. Sin embargo, en 1979 su nombre volvió a estar en boca de todos tras el lanzamiento de George Harrison, su quinto álbum en solitario.
A pesar de volver a grabar, el oriundo de Liverpool habló con Rolling Stone sobre el caso en el que resultó siendo declarado culpable de “plagio subconsciente” y comentó: “Es difícil comenzar a escribir de nuevo después de haber pasado por eso. Incluso ahora, cuando enciendo la radio, cada melodía que escucho suena como otra cosa”. Años más tarde, en 1992, Harrison se sentó a dialogar con Guitar World y confesó que no lograba encontrar música con “la misma chispa” que la que él buscaba y disfrutaba durante su juventud. Sin embargo, su hijo adolescente Dhani le hizo escuchar un conjunto que lo llevó a cambiar de opinión.
“No puedo decir que realmente haya escuchado algo que me emocione como algunas de esas cosas que hicimos en los años cincuenta y sesenta”, reveló Harrison en la charla. “La última banda que realmente disfruté fue Dire Straits en el álbum Brothers in Arms. Para mí, esa era buena música, bien tocada y sin ninguna estupidez”.
Y agregó: “Ahora estoy empezando a ser influenciado por mi hijo adolescente, que está metido en todo y tiene la actitud. Le encantan algunas de las cosas antiguas, como Jimi Hendrix, y tiene una campera de cuero con la portada del álbum Disraeli Gears de Cream pintado en la espalda. En cuanto a los grupos recientes, me hizo escuchar Black Crowes y realmente sonaban bien”.