El 18 de febrero de 1964, tan solo dos días después de hacer su segunda aparición televisiva en The Ed Sullivan Show en vivo desde el Napoleon Ballroom del Deauville Hotel en Miami Beach, los Beatles se encontraron con Cassius Clay, quien tiempo después pasaría a ser conocido como Muhammad Ali.
Por aquel entonces, el joven pugilista de apenas 22 años todavía no era campeón mundial de los pesos pesados y se preparaba para enfrentarse a Sonny Liston, el rey de la categoría por esos días, el 25 de febrero en Miami.
El encuentro entre The Fab Four y The Greatest se produjo en el 5th Street Gym de la ciudad de la Florida después de que Lennon y compañía se contactaran con Liston, quien era el favorito para llevarse la victoria por 7-1, para participar en una sesión de fotos, pero el boxeador de 34 años de Arkansas se negara “inequívocamente.”
Ali llegó tarde a la reunión y los Beatles, cansados de esperarlo, querían irse, pero de repente el atleta hizo su entrada vestido con sus pantalones cortos de boxeo, bloqueando la luz en una puerta. Los de Liverpool se quedaron sin aliento.
“¡Hola, Beatles! Deberíamos hacer algunos show por la carretera juntos. ¡Nos haremos ricos!”, dijo Ali antes de improvisar: “Cuando Liston lea sobre los Beatles visitándome / ¡Se enojará tanto que lo noquearé en tres!”.
Una semana después, venciendo todos los pronósticos, Muhammad Ali ganó por nocaut técnico después de que Liston no pudo contestar la campana que daba inicio al séptimo round, incluso aunque en ese momento el encuentro estaba nivelado en las tarjetas de los jueces.
El periodista Robert Lipsyte, que había viajado a Miami para cubrir la pelea por The New York Times, diría más tarde que Ali se retiró al vestuario para un masaje después de que The Beatles dejaran el gimnasio aquel día y le preguntó exactamente quiénes eran “esas pequeñas mariquitas.”
Después de la muerte de la leyenda del boxeo en 2016, Paul McCartney escribió:
“Me encantó ese hombre. Fue genial desde el primer día que lo conocimos en Miami, y en las numerosas ocasiones en que me encontré con él a lo largo de los años. Además de ser el mejor boxeador, era un hombre hermoso y gentil con un gran sentido del humor que a menudo sacaba un paquete de cartas de su bolsillo, sin importar cuán elegante fuera la ocasión, y te hacía un truco. El mundo ha perdido a un hombre verdaderamente grandioso.”