Disfraces y poesía. Pogos y desnudos. Películas y punk. La obra artística de Luludot Viento -a.k.a. La Rusa, a.k.a. La Piba Berreta- se empezó a abrir como una constelación de referencias al amor y a los sueños que hay que cumplir en vida. Su música y el misticismo se trenzan infinitamente, construyendo una filosofía que no se estudia pero se percibe, un universo tan envolvente como concreto: solo precisa de oírse a sí mismo.
La instancia más cercana de su constelación es el recital que prepara con Lxs Rusxs Hijxs de Puta, su primera banda que conmemorará el décimo aniversario de Hola, su EP debut. “Hay un espíritu que aparece más allá de nuestros cuatro cuerpos y pasa por la unión de nosotros. Sucede en el vivo solamente, con la gente alrededor conteniendo y nosotros invocando una especie de monstruo que aparece”, cuenta Viento en conversación con Indie Hoy, y después sintetiza: “En el vivo sabemos quiénes somos realmente“.
“Vamos a hacer el show más largo de nuestra vida, vamos a tocar casi toda nuestra discografía -detalla sobre la fecha del sábado 26 de agosto en Niceto Club-. Para nosotros es una sorpresa volver a querernos y disfrutarnos. No sabíamos muy bien qué iba a pasarnos. Antes habíamos querido tocar y nos pasó de decir: ‘No, mejor no’. No fluía y era un poco frustrante. Una banda no deja de ser un poco como un matrimonio y era como volver a intentar y que no pase nada. Ahora sí, está sucediendo, es real y hay mucho amor”.
La performance que habitará en el vivo se trasladó a su proyecto solista, con un despliegue de texturas y colores en la película que representó su primer álbum Golpe de (m)suerte, elegido como uno de los mejores discos de 2021 por Indie Hoy. Dos años más tarde, La Piba Berreta eligió otra experiencia: el lanzamiento de Un dios nuevo propone un viaje intimista en simultáneo a la experimentación de atmósferas de seducción y espiritualidad. En tiempos de desánimo y urgencia, Viento invita a sentir con detenimiento y aprender de la práctica de la escucha y la fantasía, allí donde cualquier identidad se convierte en posible. Estridencia y verso. Desahogo y erotismo. Rima y delirio. La amplitud de géneros acompaña a un manifiesto que exhibe un trasfondo tan complejo como las emociones que sobrevienen con el baile, el grito, el llanto o el pogo. Todo lo que sea sentir y permitirse una incómoda pregunta: ¿Para quién vivimos?
Este primer evangelio de una espiritualidad que corrompe con la desazón posmo fue construida junto a La Orquesta Disfuncional (“Toco con gente que admiro muchísimo. Va mutando su conformación, a veces somos seis, otras ocho o diez”) y se estructuró a partir de una fuerte resistencia a las voluntades gestionadas, preestablecidas. Ella agrega: “Hay mucho copy paste porque la gente no llega a plantearse realmente qué es lo que quiere, porque es una pregunta abismal que requiere cierto abandono de la sociedad“.
“Hay mucha gente que no sabe lo que le genera pasión, placer o voluntad -continúa-. A mí me decís para ir a una sala de ensayo y empiezo a salivar porque es algo que me encanta. Lo sé porque lo elegí hace un montón de tiempo y tuve que enfrentarme a mi familia y a la sociedad para poder hacer música. Me costó muchísimos años encontrar con quiénes y gracias a eso puedo decir que hay cosas que me gustan“.
¿Encontraste muchos devotos para conformar el templo de tu mismo dios?
No hay un dios, es un dios para armar y cada uno tiene el suyo. Cada persona tiene su propio dios que cambia él mismo, como las personas. El dios es parte de la voluntad propia, de las fantasías personales que tenemos y de lo que queremos que se cumpla en vida. Todo eso es Un dios nuevo para mí. Es a lo que yo le rindo culto y devoción, es a lo que yo le entrego mi amor: cumplir en vida todas mis fantasías y la de todo mi clan.
Tenés una relación muy cercana con la literatura. En 2017 publicaste Poesía nuclear con la editorial Elemento Disruptivo. ¿Por qué pensaste en el objeto-libro para que acompañe a tu álbum?
Porque la parte que más me gustaba de comprar discos era la parte de agarrar el librito y leerlo mientras escuchaba la música. Eso siempre me fascinó y siento que el CD en sí no tiene mucho sentido, al pedo tener más plástico en este mundo. A mí siempre me gustaron los libros, durante muchas mudanzas lo único que movía fueron los libros. Para mí es algo muy hermoso el objeto libro: olerlo, verlo y tocarlo. Es algo que materializa y acompaña la música, además de que me divierte mucho diseñarlo y hacerlo con amigas.
Estás con un 2023 muy intenso, entre tu proyecto solista con todo lo que te representa porque también tenés que filmar, y después está la vuelta de Los Rusos. ¿Cómo hacés para incluir la lectura en tus días?
Este año es el que menos leí en mi vida. Tengo un libro en la mochila y lo leo cuando pueda en el subte o en el bondi porque me está re gustando. Para mí la lectura es como una casita: siempre voy y me quedó ahí un rato, porque para mí representa un lugar de seguridad. Me reconforta, es como comer algo muy rico. Vos podés escuchar con gente, pero no podés leer con gente salvo en una clase. La lectura invoca cierta soledad.
Las recomendaciones literarias de La Piba Berreta
Carmen de Romina Pistolas
Yo estaba re triste, cada tanto me agarra. Mi prima que vive en Australia me dijo: “No sé cómo hacer para acompañarte, pero me gustaría regalarte un libro de una amiga mía”. Entonces me mandó un libro de una chilena que vive en Australia con ella. Se llama Romina Pistolas y escribió una novela un poco pochoclera de alguna manera, al estilo de las novelas rosas de antes, pero del siglo XXI. La autora viaja a Australia para tener una mejor vida y se da cuenta de que le va mejor siendo stripper. Empieza a contar la historia de las cosas que le van pasando y tiene mucha picardía; me está gustando. Tiene un poco esa cosa hot y me divierte la sensación de estar en el subte leyendo cosas cachondas.
Grasa de Natalia Valcarce
En la poesía contemporánea, puedo recomendar a Natalia Valcarce, a la que el año pasado junto a otras amigas le editamos su primer poemario. Grasa tiene una verdad muy cruda de alguien que bordea la locura de una forma zarpada y que está inmersa en un mundo hostil, injusto y machista. No deja de ser una experiencia personal de Nati, que tiene una vida bastante especial. Hay que leerlo, me encantó. Es atrapante y se lee en media hora.
La náusea de Jean Paul Sartre
Cuando pensamos en sacrificios y rituales, ¿a qué dios estamos alimentando como sociedad que estamos sacrificando un montón de vida y cuerpo constantemente? Este libro me hizo flashar mucho sobre eso, que en verdad eran cosas que ya estaba pensando pero encontrás ese reflejo en otros pensadores y eso es muy satisfactorio. Igual, todo lo contrario: el chabón se entrega, prefiere volverse loco. A mí me pasa mucho de volverme loca o preferir ser la loca.
Visión de los hijos del mal de Miguel Ángel Bustos
A mí me gusta mucho la poesía. Retomarla es como ir al libro a buscar un poquito de agua. Cada tanto lo abro a ver qué dice, y no en el sentido de a ver en qué me inspira sino como: “A ver qué dice el viejo de mierda y loco este”. En realidad, se murió joven, no llegó a viejo, pero es de otra época. Un sabio.
Las cosas que digo son ciertas de Blanca Varela
Blanca Varela es una poeta peruana que yo adoro y me interpela mucho porque habla sobre la locura. Poetas que hablen de la locura hay muchos, creo que es re por ahí. Como expresión del amor desgarrado también se me viene a la cabeza Alfonsina Storni, a la que leí mucho el año pasado. Pero siempre vuelvo a Blanca Varela.